tribuna

No puedo tragar

Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal, este martes en el Congreso de los Diputados.

Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal, este martes en el Congreso de los Diputados. / JOSÉ LUIS ROCA

Carmen L. Martínez

Carmen L. Martínez

Estimado lector, mi garganta me dice que no traga. No puedo tragar. No sé si te pasa a ti con algunos alimentos, que tu mente dice «es un alimento» pero cuando entra en tu boca, los sentidos te dicen… «va a ser que no».

Mi estomago empezó a revolverse con las elecciones del 28M, con los transfuguismos disfrazados. Luego nos abocamos a unas elecciones nacionales el 23J a modo de lentejas. O las comes o las dejas. O conmigo o contra mi, o con Abascal o con Diaz team. Una peligrosa polarización en la que no habían partidos, habían bloques. España dividida.

Pasado un mes, lo que veo que produce arcadas.

La ultraderecha, ha tenido en el pasado siglo diabólicos representantes, algunos de ellos salidos de las urnas como fue el caso de Hitler. Si nos fijamos en sus comportamientos e ideologías, todas coinciden, en un proteccionismo a ultranza de su territorio, mucha soberbia y prepotencia, odio, rechazo al que es y siente diferente, rechazo a ultranza a lo que ellos consideran debe ser, hablar o sentir. Nombres como Hitler, Franco, Mussolini, LePen, … tienen en común las características antes indicadas.

En España tenemos un prófugo de la justicia que se comporta con una soberbia y prepotencia propia de los más deplorables dictadores.

Pero nuestra vicepresidenta, lo obvia y como líder del ‘Diaz Team’, decide hacerle mimos a un ser cuyo comportamiento ya no quedan palabras para describirlo; un individuo que no respeta el Estado de Derecho, y que no cree que las leyes son para todos igual. Intenta imponer a los españoles lo que el quiere. Mi menú es la amnistía o no hay menú, y ‘Happy Diaz’ se la sirve en bandeja de plata, le sonríe, le rinde pleitesía… solo le faltó hacerle una reverencia.

Actuación inconcebible de quien representa al Gobierno de España. De quien representa a todos y cada uno de los españoles, incluyéndome a mi y a usted, estimado lector.

Y si todo eso no fuera bastante, se reúne públicamente en un parlamento. No en una aldea recóndita, sin fotógrafos… No. En el Parlamento Europeo, con prensa y todo el numerito mediático. Fotografía de dos personajes para la historia….. Un huido de la justicia española reverenciado por la vicepresidenta del Gobierno de España. Poco nos pasa.

Me dan arcadas, no puedo tragar. No trago.

Como liberal, progresista y de centro, tolero y respeto muchas cosas, pero soy humana y tengo unos límites. Mi memoria histórica asi me lo marca.

Uno de mis límites es la de los herederos de ETA. El recuerdo de las bombas y los secuestros no me permite traspasar esa línea.

Otro de mis limites es el de defender al Estado de Derecho contra el Derecho a un Estado Regional que propugnan unos pocos. Me rebelo contra los regionalismos excluyentes, endogámicos y dictatoriales, que te hacen pequeño y te aíslan.

No puedo. Se me cierra el estómago, se me cierra la garganta… no trago, no respiro. Me ahogo.

La Constitución es un marco de referencia para una convivencia en el que tiene cabida la defensa de cualquier idea, pero no de saltarse la Ley para «imponer» y hacer tragar «tu idea».

En Europa, mis compañeros de Ciudadanos, en el grupo liberal Renew Europe Group, han conseguido que se le paren los pies al «Puchi», a este esperpéntico «personajillo», denunciando sus tropelías e irregularidades jurídicas… Cosa que ni los conservadores, ni los socialistas han hecho, como se puede comprobar.

Ahora el Gobierno de España se rinde a sus pies, y vemos como empieza a disfrazare el amargo sabor de lo que nadie le daría, salvo quien esté desesperado para ponerle una guinda a su pastel.

Creo que hicimos bien en no presentarnos. No estando, se palpa la necesidad de un partido de centro capaz de pactar a ambos lados. De ponerle freno a estas delirantes situaciones.

El centro debe ser el moderador de la política, y evitar que los nacionalistas, endogámicos, radicales y excluyentes marquen el paso y el futuro de nuestra sociedad.

El centro político sigue estando, porque necesitamos alimentarnos para seguir vivos.

Quiero alimentarme en condiciones. Quiero poder tragar. Quiero respirar.

Quiero volver a tener espacio electoral.