tribuna

En defensa de la dignidad humana

Salvador Alborch

Salvador Alborch

Todos utilizamos con cierta frecuencia la palabra dignidad y la aplicamos en debates éticos (aborto, eutanasia, manipulación genética), en debates jurídicos vinculados a los derechos humanos (vida, integridad física, libertad) y en el origen de las grandes causas sociales del último siglo (feminismo, animalismo, descolonización). En efecto, la dignidad ha sido el concepto filosófico más transformador y revolucionario del siglo XX.

La dignidad a la que quiero referirme es a la dignidad ontológica con la cual todos los seres humanos nacemos. Es consustancial a lo humano, es decir, que no es otorgada por nadie, sino que todos la poseemos sin distinción de sexo, raza, religión, orientación sexual ni otros condicionantes.

Es el derecho de todas las personas a ser respetadas, a merecer reconocimiento por sus acciones y a vivir una vida libre y autónoma sin ser humilladas o maltratadas. Implica que una persona siente respeto por sí misma y se valora, al mismo tiempo que es respetada y valorada por los demás, creando la necesidad de que todos los seres humanos sean tratados en pie de igualdad y puedan gozar de los derechos fundamentales. Por ello, el titular de la dignidad se coloca en la posición de acreedor frente al resto de la Humanidad que se coloca en situación de deudora.

La dignidad no sólo es en sí un derecho fundamental, sino que constituye la base de los derechos fundamentales, y por tanto es uno de los pilares de la equidad, la igualdad y la libertad. Así, el artículo 10.1 de la Constitución Española de 1978 establece que: «La dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo de la personalidad, el respeto a la ley y a los derechos de los demás son fundamento del orden jurídico y de la paz social». En consecuencia, la dignidad del hombre es intocable y respetarla y protegerla es obligación del poder estatal.

La dignidad es un valor que ejerce el ser humano sobre sí mismo, y tiene que ver con la autoestima, con la autoconsideración y con lo que la persona está dispuesta a hacer y lo que no, y así se diferencia del honor y el orgullo porque estos son consideraciones del ser humano sobre sí mismo pero motivadas por el qué dirán; y es por esa diferencia, por lo que el filósofo Aristóteles decía que «la dignidad no consiste en tener honores sino en merecerlos».

Para entender bien qué significa la dignidad humana, quiero hacer referencia a dos tipos de elementos; a los subjetivos, que atañen a la perspectiva individual de las personas y al convencimiento de las mismas de que las condiciones de vida de las que disponen son suficientes para alcanzar la felicidad y la plenitud; y a los objetivos, que atañen a la realidad, a las condiciones de vida misma de las que dispone un ser humano para ser feliz y ser libre.

En Occidente se ha producido un doble progreso: material y moral, porque no sólo aumenta la vida, sino que esa vida aumentada es mejor, más humana, más digna, porque se intenta proteger a los más débiles o vulnerables de la población: pobres, enfermos, parados, jubilados, mujeres, niños, presos, disidentes, extranjeros o excluidos, entre otros.

Desgraciadamente, todavía queda mucho por hacer y es por ello por lo que desde 2008 se instauró el tercer miércoles de octubre como el Dia Mundial de la Dignidad, para visibilizar y concienciar a todos los países y a la opinión pública en general, especialmente a los niños que hay que esforzarse por parte de todos mucho más de lo que se está haciendo, para que en todo el planeta la dignidad humana sea respetada y defendida como merece.

Todavía hay personas que no pueden tomar decisiones de una manera libre y autónoma, que no tienen un trabajo que cubra las necesidades diarias, que no pueden comer todos los días, que no tienen acceso a la salud, que no pueden tener estudios, que son explotadas laboralmente, que no son tratados con respeto en todos los lugares a los que llegan; y sigue habiendo muchas personas que no ayudan a los necesitados, que no respetan el planeta, que no respetan las diferencias ni las opiniones de los demás, que discriminan , que no cumplen con las responsabilidades adquiridas y que cometen actos criminales.

Por ello, desde Fundación por la Justicia, uno de cuyos objetivos es la defensa de los derechos humanos, hacemos hincapié en la necesidad de la reivindicación de los elementos objetivos para que una persona sea digna y libre, ya que los elementos subjetivos son erróneos al estar motivados por la situación y condiciones de vida del ser humano, porque muchas veces no tiene más remedio que aceptar lo que es inaceptable, debido a su situación de vulnerabilidad y de debilidad y es posible que sea poco exigente y se conforme con muy poco. Por ello, hacemos nuestra y queremos difundir para ponerla en práctica la máxima que el filósofo Javier Gomá Lanzón preconiza: «Obra de tal manera que respetes, en todo caso, la dignidad de los otros».