Arte de titular

Exposición: Un Mundo con libros del Grupo Fotográfico ARSE/UJI

Exposición: Un Mundo con libros del Grupo Fotográfico ARSE/UJI / Exposición: Un Mundo con libros del Grupo Fotográfico ARSE/UJI

Carlos Marzal

Carlos Marzal

Un título nunca debería ser lo que parece, sino mucho más que él mismo. Me refiero a que un título conseguido no sólo titula: también resume, sintetiza, anticipa, deslumbra, orienta. Los títulos son al contenido de los libros lo que un pórtico a una catedral gótica. Son tan importantes que predisponen nuestra actitud – al menos la de un servidor- hacia lo que esperamos encontrar dentro: dentro de los libros, dentro de las películas, dentro de los artículos de prensa. Los carga el diablo, para bien y para mal, aunque conviene que el ángel de la guarda asista al que los pone al frente de una obra.

Con un título redondo, ya se tiene ganada la mitad del combate, que es la simpatía de un espectador. Cuando descubrimos un buen título se nos despierta el hambre de conocimiento, porque titular se parece al acto de cocinar, tiene un fondo gustativo, una razón final alimenticia. El contenido debe estar a la altura del título que lo presenta; pero, si no lo está, al menos, nos quedamos con la satisfacción regalada del envoltorio. Nunca puede faltar un buen paquete, una buena caja metálica, con su celofán de colores y su cinta perfectamente anudada. El empaquetamiento constituye un destino.

Se puede ser un genio y no titular demasiado bien. El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha no es un prodigio: ni de originalidad, ni de sonoridad, ni de rotundidad. Pero como a continuación viene lo que viene ya no nos parece tan regulero. En cambio, para la época, Soledades es un gran acierto. (Aunque Soledades. Galerías. Otros poemas, que es un poemario maravilloso, siempre me ha parecido un churro, un título desganado, desangelado, como de quien no encuentra qué título ponerle al libro y lo decide unos segundos antes de mandarlo a la imprenta.)

También se puede ser un buen titulador y un escritor mediocre (aunque mejor que no demos ejemplos, porque seguro que ofendemos la sensibilidad intelectual de algún lector, que es un asunto muy susceptible de ofensas e irritaciones).

A mí me gustan La vida es sueño, y Trabajar cansa, y Elaboración del humo, y Viaje al fin de la noche, y Donde muere la muerte, y En busca del tiempo perdido, y Quemar los días, y Cosas que hacer en Denver cuando estás muerto, y Memorabilia, y El escritor y su carcoma, y Doctor Fu Man Chú, y Si una noche de invierno un viajero, y El libro de los amores ridículos, y Callos a la manera de Oporto, y Decamerón, y 13 rue del Percebe, y Los golfos apandadores, y Moby-Dick, y El rojo y el negro, y Banderas en el polvo.

El arte de titular responde al capricho del arte, y, sobre todo, al capricho de quien decide incorporar a su vida ciertos títulos.

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