VIENTO ALBORNÉS

Hablaremos del gobierno

F. Javier Casado

F. Javier Casado

Los geniales Tip y Coll terminaban sus actuaciones de humor televisivas con la coletilla: la próxima semana hablaremos del gobierno. Ellos nos hicieron reír en blanco y negro y, desgraciadamente desaparecidos, su muletilla es aún el reloj de las campanadas de la política patria. Es decir, en el siglo XXI se han primado esos diálogos fabulados que te partes la caja e los llaman relato, dejando para otro momento los verdaderos asuntos del gobierno; nada nuevo bajo el sol, a fin de cuentas, con permiso de la presidenta de Sol, Díaz Ayuso, de la «fachosfera».

La derrocada izquierda valenciana, sumida eso sí en procesos de renovación en cuatro formaciones, cae en el mismo error que la derecha extrema nacional de Núñez Feijóo, cuya única agenda es la que marca Pedro Sánchez (dígame de qué se trata hoy, que me opongo) y esa nebulosa de derogar el sanchismo que rompe y arruina España, mientras la piel de toro aguanta como nación, siempre diversa, desde hace medio milenio, y su ciudadanía no se arruga ante las adversidades que encadenamos e incluso mejoran datos económicos importantes.

Nuestra sociedad pide a gritos un paso adelante en igualdad: el reparto de la riqueza entre personas y territorios buscando el bien común y no chiringuitos de los pudientes que ganan incluso más cuanto peor van las cosas. El enemigo no es el otro, pues faltan años para las próximas elecciones municipales-autonómicas, mientras que para las generales es sobradamente conocida la capacidad de resistencia del presidente del Gobierno, que parece crecerse ante el nudo gordiano de los escaños y cuya duración es imprevisible, como algunos ya comprobaron.

La cuestión ahora es crear propuestas serias, como siempre, con personas y proyectos sólidos e ilusionantes, lejos del cotidiano ruido de unas redes sociales patéticas o medios de comunicación que no traspasan la voz de su amo. No se puede movilizar durante meses y pretender eternizarlo contra una amnistía -los cabecillas independentistas fueron indultados casi todos- y no proponer ninguna alternativa para el sector catalán que se implicó en el «procés» y sigue en procesos; es como echar gasolina a un rescoldo o nombrar pacificador a Abascal.

El 28 de enero último el líder del PP volvió a convocar por séptima vez a sus huestes contra la futurible ley, acompañado de los ex presidentes Aznar, el que hablaba catalán en la intimidad, y Rajoy, quien nombró ministro a Jorge Fernández, destacado dirigente de los populares catalanes y del Opus, cuyas soluciones para esa comunidad estamos conociendo con la llamada operación Cataluña, en su línea de otorgar medallas a la virgen del Pilar o de la aparición de curas con pistolón en casa de Bárcenas, entre otros episodios de nuestra peor picaresca.

Para quienes nos preocupa más la vida patria, pues la cuestión de las independencias es un manicomio, agradecemos las iniciativas y celebramos que la vicepresidenta Yolanda Díaz, que acaba de recuperar para Sumar uno de los cinco escaños tránsfugas de Podemos, que la ex diputada Montero definió en València hace unos días como izquierda auténtica, ejerciendo como ministra de trabajo y economía social, acaba de designar a la ciudad valenciana como capital de la economía social, cual solicitara en 2022 el anterior gobierno con Compromís y PSPV.

Fomentar las empresas de economía social, con todas las variantes del cooperativismo y la inserción laboral, es una oportunidad única, como la capitalidad verde, que esperemos no corra la misma suerte, conforme vuelve a respirar y sonar Ciutat Vella. Igualmente nos agrada que la derecha critique el relato de Yolanda Díaz sobre los beneficios empresariales, alegando que el valor de los sueldos sobre la riqueza nacional ha subido hasta el 48%; eso sí, olvidando que el PIB o el empleo crecen como nadie preveía y los récords de ganancias para grandes empresas. La próxima quincena hablaremos del gobierno. ¿De qué hablará la oposición? ¿Y el oncólogo González Pons?

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