El gerontocidio excusado

Ángeles Sanmiguel

Ángeles Sanmiguel

 El asesinato de mil doscientas personas ha iniciado un genocidio. Siete mil novecientas veintiuna personas mayores exterminadas en las residencias madrileñas no han generado ninguna respuesta masiva a nivel nacional. Ciento noventa y tres personas fueron asesinadas por terroristas en trenes de cercanías madrileños y las elecciones generales españolas dieron un giro. Siete mil novecientas veintiuna personas mayores no sobrevivieron a los “protocolos de la Vergüenza” en las residencias madrileñas y la “omertà” está instalada. Dos mil cuatrocientos estadounidenses murieron en la que fue descrita como “fecha que vivirá para la infamia” provocando “la Operación Venganza” y la consiguiente entrada de la potencia estadounidense en la Segunda Guerra Mundial. Siete mil novecientas veintiuna personas mayores han sido sacrificadas impunemente en las residencias madrileñas y la tierra no se abre bajo los pies de nadie. Personas mayores, mujeres y hombres, murieron martirizadas, aisladas en habitaciones, sin soporte médico ni tratamiento paliativo para los atroces dolores, asfixiadas. “Morían agarrados a los barrotes de sus camas intentando respirar” declara la gerontóloga María Ángeles Maquedano. ¿Qué especie de monstruosa Harpía sobrevuela los dominios españoles? Maléficas horas las que tiene que padecer el país cuando se instala la aniquilación de parte de su población, personas dependientes e indefensas, sin notoria fortuna económica o posición social, para que tramas egocéntricas y mentes desvariadas normalicen delitos de tal calibre. La política, elementos del poder y gobernanza de España han tocado fondo, siete mil novecientas veintiuna víctimas dejan con el culo al aire a cuanta basura mercadea con el dinero público masacrando generaciones de personas catalogadas como débiles económicas, perfil poblacional absolutamente mayoritario en nuestra sociedad, aquellas que no cobran como mínimo cuatrocientos mil euros anuales ni poseen grandes fortunas. ¿Acaso cualquier profesional asalariado tanto de cuello blanco (despacho, administración, dirigentes, técnicos, servicios…) como de cuello azul (mano de obra, trabajo manual, mantenimiento, comercio, vigilancia, relación con el público, cuidados…) los gana legalmente aquí? En base a resultados, ¿la próxima oleada repetirá la criba? R.I.P. Por mucho que el aparato de “cocina” política amañe respuestas y confeccione disfraces, la cruel realidad es que mediante psicópatas marionetas se han sentenciado a muerte y al desamparo a siete mil novecientas veintiuna personas mayores mientras la mayúscula desfachatez de sanguijuelas dan chitón a protestas ante infamantes discursos: “Porque cuando una persona mayor está gravemente enferma con el Covid, con la carga viral que había entonces, no se salvaba en ningún sitio”, es la denigrante excusa. ¿Hasta cuándo ser mamporreros de esta morralla? ¿A qué esperan fiscalía y justicia? Atrocidades cometidas en serie claman condena mientras que la Báthory del momento, aun no siendo condesa, tiene posición de excepción por ser útil para manejos de mortíferas sagas.

“Un pueblo que no cuida a los abuelos y no los trata bien, no tiene futuro”, declara el actual dirigente del Vaticano, el papa Francisco. Hay familias detrás de las muertes y hay aún sangre en las venas en millones y millones de personas que viven en España y si el ataque frontal a personas mayores no se castiga, por mucha desvergüenza y charlatanería de cabecillas, la Bastilla, como en mil setecientos ochenta y nueve, se integrará a la historia. Ni televisiones pomada, ni prensa de “chute”, ni cualquier medio de comunicación de “toma y daca” pueden tramoyar la verdad de la despiadada sentencia de muerte a personas civiles sin cumplimentar el más mínimo protocolo de obligada asistencia sanitaria y socorro. ¿Se drogarán mucho para conciliar el sueño o la psicopatía es intrínseca y acomodada? Un rapero está encarcelado por cantar verdades probadas sobre el “inviolable campechano”, a varios jóvenes científicos se les judicializa por manifestarse pacíficamente contra abusos medioambientales, un par de asociaciones de activismo ecologista son catalogadas como terroristas, se censuran y prohíben manifestaciones culturales que defienden identidades históricas, lingüísticas y de diversidad, personas sin techo y colectivos son reprimidos por supuesta rebeldía, pensionistas reciben multas y condenas por concentrarse y, mientras tanto, en el orbe del privilegio, el sicariato, esgrime incongruentes y guionizadas petulancias análogas a lo relatado en “Un mundo feliz”, obra de Aldoux Huxley, donde a los sesenta años las personas han de convertirse en galletas proteínicas para alimentar nuevas generaciones. Ya no sólo vale mentir, robar, estafar, vender la tierra, malversar, empobrecer, traficar, desunir, engañar, censurar, perseguir, manipular, embrutecer, dejar sin servicios públicos. Lamentablemente, en el siglo veintiuno, el vehículo del feudalismo redivivo va sin frenos, a la par que el pueblo creído, en muchos casos creyente, piensa que con banderas o escupiendo bilis todo se arregla pero, a estas alturas, España empieza a jugar en ligas mayores dejando morir a sectores de personas que no interesan por improductivas, o porque patentizan la necesidad del apoyo gubernamental a la sanidad pública en contra de intereses privatizadores. ¿Será por eso que residencias han sido convertidas en mataderos? ¿Dónde la deontología de profesionales sanitarios firmantes de aberraciones? ¿En Andorra, en Madrid? La Alemania nazi preconizó el lema de que por el bien de la sociedad a personas con discapacidades, enfermas y de edad avanzada había que ejecutarlas miserablemente en pos de “purificar la raza”. “Es un contrasentido dejar que enfermos incurables contaminen continuamente a los que están sanos (…) El enfermo incurable será implacablemente segregado (…) una medida bárbara para el desdichado al que se le aplique”, declaraba Hitler.

¿Títeres para una eugenesia apocalíptica? ¿Guerra contra la ancianidad? “La pandemia fue una oportunidad de oro para deshacerse de muchos de ellos”, de las personas mayores, claro está sin fortunas, escribe el cineasta venezolano Antonio Llerandi. ¿Cómo puede asentir robóticamente alguien que parece relativamente joven a los asertos y excusas de cualquier maleante encumbrado? ¿Hay tanta oscurantez y apatía en cerebros de los “sillones” que llegan a ejercer la crueldad por recibir unos cuantos miles de euros mensuales? Mal está la cosa si en esta centuria de contundente revolución tecnológica al timón de comunidades y países se sitúan a feroces macarras. En la cúspide de la pirámide española urge otro tipo de casting para el conglomerado de centuriones porque para esgrimir la violencia el pueblo ya tiene su carga innata, no necesita fantoches que la adoctrinen.

La tribu germánica de los Hérulos “ataba a los enfermos y viejos a una estaca alta y los dejaban morir”, en India “a la persona mayor se le hace beber varios vasos de agua de coco hasta conseguir un fallo renal y una fiebre muy alta” provocándole la muerte en un par de días, los Inuit de las regiones árticas dejaban a las personas mayores sobre el hielo para “morir de hipotermia”, en Japón se abandonaba a mayores y enfermos en un lugar yermo, en Serbia la familia les cortaban la cabeza con un hacha y legendariamente en Suecia se despeñaban. Aquí, en España, se les aplica el mortal protocolo del Gobierno de Ayuso en la Comunidad de Madrid para residencias de mayores (en sus cuatro versiones del denominado “Protocolo de la Vergüenza”). ¿Un vasallo de lobbies de la mercantilización sanitaria para signar un senicidio? ¿Por qué la psiquiatría española ha sido la herramienta ejecutora predilecta, el caballo de Troya, para tramas político-religiosas-sociales-financieras?

“Marea de residencias” a pesar de los portazos legales no se inmuta enfrentándose a cualquier Luzbel del chanchulleo. “Flipo colorines, nos vamos a hacer los reyes y los amos de la gestión socio sanitaria de Madrid, Comunidad Autónoma” declaraba la persona elegida a dedo para la “Operación Bicho” que junto a una empresa externa privada la convertirían “en otro negocio más de amiguetes”, tal como recoge el artículo del Movimiento Asambleario de Trabajadores-as de Sanidad (MATS). ¿La glorificación de lo patético?

Con más de ciento cincuenta querellas abiertas y la opinión pública en ebullición esta ignominia clama a los cuatro vientos aunque existan jurados que archiven la causa. “Más pronto que tarde habrá justicia”. Sin duda hay personas que ya han alcanzado el cenit de la violencia política para con sus congéneres. “La violencia constituye una de las tres fuentes principales del poder humano; las otras dos son el conocimiento y el dinero (…) la agresión maligna no es instintiva sino que se adquiere, se aprende y se aprende a fondo (…) son incontables los estudios que han demostrado que las criaturas que crecen entre abusos, humillaciones y crueldades, tienden a volverse emocionalmente insensibles a estos horrores (…) cultivan la prepotencia, la explotación y el fanatismo en los verdugos” dictamina Luis Rojas Marcos psiquiatra sevillano. ¿Tan brutal es el principio diferenciador de “los otros” como para convertir en matarifes a hombres y mujeres por dinero y canonjías? ¿Dónde la objeción de conciencia en profesionales para este gerontocidio? La política de “erradicación y selección” proclamada por Wilhelm Frick, ministro del interior de Hitler, reduciría el gasto público y ante ella la iglesia católica “no se opuso a la ley”, ¿en el gerontocidio de las residencias madrileñas se ha dado la extremaunción a las víctimas creyentes in situ, se ha pronunciado la iglesia al respecto?

“El llamado riesgo de longevidad” recogido en el texto publicado en dos mil doce por el FMI, (Fondo Monetario Internacional), racionaliza el senicidio, curiosamente su actual directora gerente tiene setenta años y el resto, de ahí para arriba. El ¡hombre! más rico de España tiene ochenta y seis años (Amancio Ortega-Inditex), le sigue otro ¡hombre! con setenta y dos años (Juan Roig-Mercadona), en el listado se ubica un longevo de ochenta y siete años (Rafael del Pino-Ferrovial). En el plano mundial Jeff Bezos con sesenta años ya sería convertido en galleta según la distopía de Huxley. ¿Sólo las personas humildes, dependientes son un estorbo? Retomando las palabras de Luis Rojas Marcos para su libro “Latidos de Fin de Siglo”: “Estamos encandilados por un mundo en el que los miserables no pueden hacer nada malo, nunca yerran. En cierto sentido, manda la atracción por lo degenerado, lo despreciable, lo infame”.