Mestalla, Netflix y el momento WTF

Vinícius Junior, en Mestalla

Vinícius Junior, en Mestalla / Europa Press

Vicent Chilet

Vicent Chilet

En el portazo del Valencia a Netflix con el documental sobre Vinícius Junior salimos ganando todos. La plataforma se encuentra con el giro argumental soñado por todo guionista, superior a toda ensoñación ficcionada. Un ‘turning point’ con el que no contaban y que ayuda a apuntalar un relato (obvia decirlo) perfectamente planificado, empaquetado y ante el que no cabe enmienda posible. Por otro lado, el valencianismo gana la dosis de autoestima de no tener que patrocinar una película idealizada en su contra. Es ese puntito rebelde que da aguantarle un pulso a gigantes como DC Comics y espetarles que cuando se incorporó el murciélago bordado al escudo «en Estados Unidos todavía cazaban bisontes». El fútbol tiene victorias invisibles así, generadas con una obstinación necesaria, una incomprensión que halaga y que refuerza el rol tan infravalorado de anomalía periférica del campo de la acequia de Mestalla.

En la maravillosa ‘El sol del porvenir’, la última película de Nanni Moretti, hay un momento cumbre. Moretti, interpretándose a sí mismo, se reúne con los productores de Netflix buscando financiación para un film. Nanni les habla de referentes clásicos, de los hermanos Taviani y su ‘San Michele aveva un gallo’. De frente se encuentra con el rictus robotizado de jóvenes ejecutivos que le reprochan que su película es un ‘slow burner’, un producto de lenta combustión que no explota. Le recuerdan que los espectadores deciden si quieren seguir viendo una obra en los dos primeros minutos y que hay que llegar pronto al truco efectista, al impacto en una historia con extra de glutamato monosódico argumental. Le afean, en definitiva, que a su película le falta un momento ‘What the fuck’.

El Valencia niega la acreditación a Netflix en Mestalla para el documental sobre Vinicius

El Valencia niega la acreditación a Netflix en Mestalla para el documental sobre Vinicius / Levante-EMV

Pese al excelente retrogusto que me dejaron piezas como ‘The last dance’, que no escondía las contradicciones y pequeñas miserias de Michael Jordan, uno sospecha que la presencia de Netflix en Mestalla representaría el momento álgido de la entronización simbólica de Vinícius. Aunque se tratase de un 0-0 sobrecargado de recelos tácticos, en la postproducción habría suficientes planos de rostros airados para dibujar una verdad a gusto del consumidor, a la medida del ídolo, cuyo lamentable acto racista del que fue víctima ha sido condenado y resuelto por el Valencia con una ejemplaridad no vista en ningún otro club. Quién lo iba a decir. Mestalla, que ha asistido a inolvidables giros argumentales contra los madridistas, con su veto ha obsequiado a la plataforma con un impagable efectismo, un ‘momento WTF’ antes incluso de llegar al estreno del estreno del documental.

La única y gran aspiración en el partido más largo del mundo, que se está jugando desde el pasado mes de mayo, pasa sencillamente por ganar el encuentro. Pese a la enorme dificultad de dicha empresa, siempre será más factible que la de voltear una narración precocinada, cuyo eco se expandió hasta la ONU y el Cristo Redentor. Es una ocasión perfecta, ante una audiencia global, para dedicarle el minuto 12 a Diakhaby y a su denuncia enterrada por el establishment, para alentar a la Quinta del Pipo para que emule a los Leonardo, Mazinho, Waldo y el resto de brasileños que fueron felices en la ciudad. Es la oportunidad propicia para refrescar la ironía del ‘Sois San Marino’ de 1999 y para tapizar de amarillo Mestalla entero, con las banderas de la manifestación previa contra Lim. Con los precedentes, puede que lejos de València lleguen a pensar que es un acto de contrición colectivo con los colores de la ‘canarinha’.