Se nos ha ido un grande del Joc de Pilota. Enrique Balaguer Farga lo fue casi todo en este deporte: jugador de llargues, junto con sus hermanos en los pueblos de l' Horta Nord, cronista de pilota cuando este deporte apenas tenía espacios en los medios, colaboró durante más de tres lustros en las páginas de este periódico; creador y director de la primera revista periódica y específica de pilota: Traure; impulsor de la Federació de Pilota Valenciana, promotor de los campeonatos provinciales de Llargues en Valencia desde su puesto de secretario de la delegación provincial, enamorado de este deporte y defensor a ultranza de todo lo que oliera a promoción de los torneos de clubes.

Conocí a Enrique Balaguer en la plaza de la Iglesia de su pueblo, Borbotó en una primavera de 1977. Le había leído crónicas de este deporte. Inmediatamente inscribió a un equipo de Borbotó en el campeonato provincial de Galotxa y animó a otros pueblos a recuperar este deporte. Gracias a sus gestiones el juego a Llargues, del que era un apasionado defensor, recuperó tiempos perdidos. Hace un par de años acudió a recibir el reconocimiento de la Federació de Pilota en la Plaza del Ayuntamiento. Su semblante delataba lo avanzado de su enfermedad. Cogí del brazo a Puchol II y le acompañé para que conociera a Enrique Balaguer. Recuerdo las palabras de presentación: «Aquí tienes a una persona determinante en que tú seas hoy el campeón». Y le expliqué que su padre, Javier Puchol, jugó por primera vez con la pelota de vaqueta en el torneo de Fallas de Borbotó en la modalidad de Llargues, que organizó Enrique Balaguer en marzo de 1977. Después, en poco tiempo escaló a las alturas del mundo profesional. ¿Qué hubiera sido de Puchol I sin aquel impulso recuperador de finales de los setenta en el que Balaguer fue hombre decisivo?

Ha sido un fin de semana terrible. El viernes nos dijo adiós Miguel Flor de Lis, un grande de la Galotxa en los tiempos grandes de esta modalidad. Ayer fue enterrado en Alfarp. El sábado conocimos la marcha definitiva de Enrique Balaguer, compañero y amigo en los sueños creadores. Y uno, la verdad se queda sin palabras. Mejor recordar que fueron buenas personas, que cumplieron con muchas de sus ilusiones y que su obra a favor de este deporte está ahí, para siempre. Y consolar a sus familiares.