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Manual de asalto a premios literarios

Tras años transitando entre certámenes literarios y aulas de escritura, Vicente Marco se atreve con una guía para el autor novel que, advierte, no propone atajos hacia el éxito

Manual de asalto a premios literarios

«Si he ganado muchos es, sobre todo, porque me he presentado a muchos». Vicente Marco se ventila así los motivos de su palmarés en premios literarios. En realidad hay más factores, pero asumamos que la estadística cuenta. Unos seis años impartiendo talleres „le cuesta calcular la cifra: «Cuarenta» dice al azar, el próximo un encierro en Fontilles durante cuatro días„ y medio centenar de reconocimientos en certámenes le han servido para escribir este Manual de escritura creativa y premios literarios, que trata de responder a una cuestión: ¿Por qué hay escritores que ganan de manera recurrente concursos literarios? «Hombre, léete el libro», responde cuando se le pide el titular, aunque al final ofrece «la gran respuesta»: «Hay que buscar ser uno mismo, hay demasiada generalidad».

Muy bien, pues empecemos por el final: pongamos que ya somos escritores genuinos. ¿Podemos pasear nuestro libro por todos los jurados esperando el éxito? «No, no. Hay que presentarse a los premios que no están dados [de antemano]. Hay en algunos concursos en los que ves indicios de que han sido concedidos antes de evaluarse». Ya sean limpios o mancillados, lo que sí lamenta el escritor es la sobreabundancia de concursos. Más que el número, Marco critica la superficialidad de quienes los organizan: «Muchos ganadores acaban muriendo en los sótanos de edificios públicos porque esos premios están mal organizados; no hay un verdadero interés en promocionar la cultura, sino en sacar en la foto al concejal de turno».

Superada la candidez del escritor novel respecto a los certámenes, escribamos. «Hay temas que triunfan más que otros. El sexo, por ejemplo, es bastante complicado, y el humor también. Parece que una historia tormentosa tenga más mérito, la intriga funciona muy bien», desgrana Marco. Y luego hay que ponérselo fácil a los jueces: «Tienes que comenzar de manera fulgurante, no mariposear, eso es letal». Tras el primer bosquejo de recomendaciones, Marco hace un paréntesis: «No hay trucos, son las mismas normas que valen para una obra literaria».

Volviendo a la «gran respuesta», Marco expone que para ser un buen escritor al final se trata de buscar una voz única, identificable, y en ese camino muchos autores se pierden en laberintos de adjetivos. «Una alumna, en un taller escribió un día ´él se ducha, ella fantasea en la cama´. Esa frase tan sencilla ya dispara la imaginación del lector sin necesidad de recargarla, no hay que ser rimbombante».

Un inciso, lo que no promete Marco con su libro no es una receta del éxito. «Es que no hay fórmula; bueno sí, trabajar», espeta el escritor, que se queja de que algunos de sus alumnos acuden a los talleres a ver si les regalan una musa. «A escribir se aprende escribiendo, leyendo, yendo a talleres y también viendo cine», establece Marco, aconsejando a aquel que entre por primera vez en el túnel creativo que sea «como Vargas Llosa, un escritor metódico a pesar de toda su experiencia». Pese a los de naturaleza holgazana, Marco asegura que la mayoría de los asistentes perseveran y tienen incluso cualidades para acabar siendo narradores solventes. Para ellos adereza este manual con algunas de las dudas y errores recurrentes. Y dice que uno de los habituales es el pánico a la página en blanco: «Hay que escribir sin detenerse, que no interceda el ´yo revisor´ mientras creas, porque se produce un bloqueo y parece que todo esté mal». Al final, apunta, en los talleres se aporta técnica, pero de lo que realmente se trata es de engendrar al escritor propio: «Es casi un método de ensayo-error, una aventura introspectiva, aunque cuanto más guiada esté, mejor».

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