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Libros

El profeta de los árboles

Se han cumplido cien años de la publicación del libro-álbum «Algunos árboles y arbustos viejos de la provincia de Valencia» publicado por Rafael Janini, el ingeniero agrónomo de la Diputación, que también lo fue del rey Alfonso XIII

El Olivo de l´Espardenyer en Sagunto en una instantánea de época.

La Diputación de Rus, intensamente preocupada en otros negocios, dejó pasar el 2014 sin conmemorar un aniversario cultural con el que, además, se había aliado la suerte. Ha tenido que ser a finales del 2015 su homóloga de Zaragoza quien se haya ocupado un poco del asunto. Y eso que el desaparecido President tenía toda la faena encarrilada gracias al empeño de algunos de los pocos trabajadores de Imelsa que ni había colocado él ni habían participado en el festín montado por Marcos Benavent antes de sufrir la transfiguración de yupi a yogui. Y eso, también, que el protagonista del centenario era un señor de talante conservador, además de funcionario de la casa. A lo mejor lo dejó correr porque el personaje simpatizaba con esa derecha civilizada y culta que tan mal coyunda con las formas del propio Rus. No imagino al prócer de Xàtiva aprobando afirmaciones como «no será posible conseguir una repoblación forestal intensa y duradera mientras no dé un gran avance la repoblación intelectual media de nuestra patria».

En 2014 se cumplió un siglo de la publicación del libro-álbum Algunos árboles y arbustos viejos de la provincia de Valencia, escrito por el autor de esta frase, el ingeniero agrónomo Rafael Janini, e ilustrado con 46 fotografías de enorme belleza y valor documental. Es la primera obra española, y una de las primeras del mundo, que mira los árboles ancianos como un bien cultural a proteger, iniciando así el camino que llevaría, 92 años más tarde, a la aprobación por unanimidad en Les Corts de la ley de Patrimonio Arbóreo Monumental de la CV. Un camino que, antes de esa fecha, había seguido en solitario la Diputación gracias a la creación, en tiempos de la socialista Clementina Ródenas, del Departamento de árboles monumentales.

El aparatoso nombre de Departamento no debe confundirnos; en realidad, estamos hablando de tres o cuatro técnicos -que Rus dejó en dos- encabezados por el botánico Bernabé Moya. En sus esfuerzos por celebrar como se merecía el centenario consiguieron lo imposible, localizar en un chamarilero la mitad de las fotografías originales. Son 23 placas de vidrio con emulsión gelatinosa de plata, impresionadas por el perito químico Saturnino Muñoz, trabajador también de la Diputación en aquellos años. Ahora han sido valoradas como se debe en el Encuentro Internacional de Fotografía Histórica, organizado por la Diputación de Zaragoza a través de la Fundación Fernando el Católico y la Universidad de Zaragoza, en el que ha participado estudiosos de la talla del hispanista Lee Fontanella, la historiadora de la fotografía Marie-Loup Sougez o el investigador y profesor de Ciencias de la Documentación, Juan Miguel Sánchez Vigil.

Las placas, que además de árboles inmensos muestran a sus pies un variado catálogo de campesinos y ciudadanos, iban a ser los elementos centrales de una exposición sobre Janini destinada al MuVIM. Estaba acabado el retrato que se encargó al pintor Fernando Fueyo, y Paco Roca ya se había metido con los cómics divulgativos. Se había iniciado la investigación histórica sobre la vida y obra de este valenciano absolutamente olvidado por sus paisanos. Tan olvidado que sólo queda de él un busto y una ronda en Requena, donde fue director de la Estación de Viticultura y contribuyó de manera decisiva a la regeneración del viñedo tras la destrucción total que causó la filoxera. En su memoria existe también una calle en Valencia, orlada de unos pocos árboles con el futuro tasado por el aparcamiento que tienen debajo.

El proyecto incluía también la reedición del citado libro ilustrado, o álbum comentado, una rareza imposible de conseguir porque la edición, costeada por el propio Janini, fue de tan sólo 300 ejemplares. Ni siquiera los puso a la venta; los regaló a otros tantos próceres de la época con dedicatorias de su puño y letra, movido por la siguiente reflexión: «puesto que la gente no lee y es de interés nacional el que las clases selectas, cuando menos, se percaten de que la repoblación arbórea es más posible de lo que se cree, haremos que vean». En este empeño, Janini llegó hasta lo más alto, el rey Alfonso XIII, para quien perforó diversos pozos artesianos en El Pardo y quien lo nombró, por ello y por ayudar a salvar el vino, Ingeniero Agrónomo de la Casa Real. Aprovechó el trato con el Monarca para transmitirle la urgencia de emprender una masiva repoblación forestal en toda España, la misma idea que defendió con entusiasmo su amigo Joaquín Costa en El arbolado y la Patria (1912), y que le llevó, junto a Ricardo Codorniu y Rafael Puig, a instaurar el Día del Árbol.

Pero Janini no se limitó a instruir a las clases selectas. Su labor como divulgador es ingente y también estaba siendo cuidadosamente rastreada en las revistas y periódicos de la época, desde El Agrario Levantino y El Cultivador Moderno al ABC o al propio Levante, que acogió su serie de artículos Detalles camperos entre 1942 y 1945. Todo este trabajo, que sólo es necesario culminar, está ahí para que los nuevos responsables de la Diputación puedan demostrar más altura de miras que sus inmediatos antecesores.

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