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Material sensible

Flatland

Flatland es un mundo bidimensional e imaginario poblado por seres (cuadrados, triángulos, etc.), llamados bidis por algunos, y también de dos dimensiones. Flatland es una fábula matemática, geométrica y física sobre la imposibilidad o extrema dificultad de que sus habitantes, desde su mente también plana, puedan concebir una tercera dimensión así como dimensiones sucesivas.

Se podría decir que los bidis no pueden ver más allá de sus chatísimas narices, como el conseller Marzà parece que no pueda hacer más allá de sus nacionalistas convicciones (como dijo Eluard, hay otros mundos pero están en este, tío). De modo que desde su bidimensional visión, si un pintor es muy, pero que muy nacionalista, tiene que ser un gran artista, ¿y eso por qué, por favor? Aunque sin duda habrá, como mi amigo Tomàs Pérez, personas cultas en su formación que nunca se hayan dejado seducir por esa torpe y pegajosa trampa.

El criterio, en este caso sobre el arte, va formándose con el tiempo. A mí por ejemplo, de jovencito me gustaba Zobel, mas el criterio evolucionó y como resultado, ahora (aunque en su país, Filipinas, alcance precios nunca sospechados) la pintura de Zobel me parece una mariconada sensibloide. En cambio la obra de Antoni Miró desde el minuto uno me pareció de chiste y si trajera aquí a los que les parecía como a mí, temblaría el misterio. Pero oye, los pintores malos son legión y no por ello pasa nada, aun así si a todos ellos les diera por creerse grandes artistas esto sería un sinvivir.

No se cómo decir que no me parece muy bien que se nombre desde Flatland a Antoni Miró asesor del IVAM, primero porque su obra no me parece ejemplar y segundo porque su conducta tampoco lo es. Miró pactó con el diablo (con el diablo rojo) y lo que este representaba, para conseguir su exposicioncita en el IVAM; los términos del (siglo XX) cambalache no me atrevo a imaginarlos, ¿doble baraja, agente doble? Yo tampoco se, jolines, la manía que tienen els valencianets por su exposición ahí, se lo toman como si les fuera la vida en ello, como los pijos que a la fuerza se han de casar en la Catedral, si no, no vale.

«¿Y este Verdú no estará esperando también exponer en el IVAM?» Pues mira, picajoso lector, te lo voy a decir: si mi proyecto (en su estado actual) estuviera más completado, si entre lo que hay hubiera más piezas cuajadas y si ello supusiera cierta apertura al exterior, pues vale. Pero si después de la exposición allí, ahí acaba todo y la perspectiva es la Bancaja y la Chirivella, pues vaya plan.

Y si tienen por ahí un conseller de repuesto con capacidad para intuir una tercera o n dimensiones, avisen por favor.

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