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40 años del estreno de la infanta tellia...

Cuando Valencia fue una fiesta

El estreno de la obra de teatro «La Infanta Tellina i el Rei Matarot» marcó hace cuarenta años la vida cultural valenciana en el final del franquismo

Cuando Valencia fue una fiesta

La noche del 20 de noviembre de 1975 el Teatre de la Societat Coral El Micalet anunciaba el estreno de la obra La Infanta Tellina i el Rei Matarot, una farsa del siglo XVII escrita por el Pare Mulet aliñada con ingredientes de cabaret y guiños a la revista musical que tenía al grupo Els Pavesos, entre otros, como protagonistas y dirección de Rafael Gallart. La función, como todos los espectáculos que se iban a realizar ese día en España, quedó finalmente suspendida por fuerza mayor: La muerte del jefe del estado, Francisco Franco que ponía fin a la dictadura. «Aquella noche nos fuimos todos a dormir y las botellas de cava se quedaron sin abrir en el Micalet» recuerda el cineasta y creador plástico Rafael Gassent, que además de diseñar la escenografía de la obra, interpretar uno de los papeles principales, el Rei Tabalada, se transformaba en la mismísima Sara Montiel en El último cuplé cantando Nena o un glorioso Clavelitos en el patio de butacas.

La Infanta Tellina i el Rei Matarot se había estrenado anteriormente con ocasión del primer Concurs de Teatre de Falles por la Falla Corretgeria-Bany dels Pavesos, cuando Joan Monleón era su presidente, «obteniendo un gran éxito, con unos decorados del pintor Joaquim Michavila y para su nueva presentación se le añadieron nuevos elementos musicales potenciando su lado más de espectáculo de varieté».

Para su nueva puesta en escena, el director Rafael Gallart, que había sido uno de los pioneros del llamado café-teatro y textos de vanguardia en la ciudad, reúne un equipo artístico heterogéneo donde se mezclan el mundo de la fallas, la cultura, el teatro independiente, la élite progresista y actores no profesionales como el poeta Salvador Jàfer. «No recuerdo como entré en contacto con Rafa Gallart ni como me atreví a aceptar aquel desafío, mis únicas incursiones teatrales habían sido hasta entonces en el colegio». «Cada uno veníamos de ámbitos muy diferentes pero fuimos capaces de conjuntar nuestros esfuerzos coordinados por la sensibilidad y el ingenio del director, Rafael Gallart». Entre los participantes con una formación más académica se encontraba la actriz Empar Ferrer, que había pasado por el Conservatorio y trabajado con Antonio Díaz Zamora. Ferrer interpreta a una exuberante Reina Tellina llena de pena «per no tindre qui en el niu li fique brossa». «Ahora lo recuerdo todo como una gran fiesta que acababa de comenzar y donde parecía que todo era posible, desde recuperar un teatro como El Micalet a soñar con un país más libre y moderno». Los ensayos, cada uno dentro «de nuestras posibilidades, eran muy creativos y hasta el último momento se fueron añadiendo nuevas cosas... Una de las claves del montaje, sin duda, fue su continua reinvención» señala Ferrer.

La noche del estreno reúne a la élite de la cultura autóctona en un desangelado y frío patio de butacas. En la sala del Micalet, entre otros, se puede ver a Joan Fuster, Vicent Andrés Estellés,Eliseu Climent, Amadeu Fabregat, Manuel Sanchis Guarner, Juli Leal, etc. También hay algunos rostros de la oposición todavía clandestina. «Recuerdo que esa noche en el Teatro Principal se presentaba Nuria Espert con la obra Divinas palabras y alguien comentó que le habíamos quitado todo el color a su estreno» comenta Merxe Banyuls, cantante en aquel momento del grupo Els Pavesos y que hacía su debut teatral. «Mi personaje era Piula, la criada de la infanta Tellina, y destacaba por un gran sombrero de formas fálicas que había realizado Gabi Gomis, el diseñador del vestuario». «La obra-continúa Banyuls- conectaba con ese humor picaresco muy valenciano y también muy mediterráneo, lleno de dobles sentidos, un erotismo mezclado con lo grotesco y la parodia capaz de hacer disfrutar tanto a un público más intelectual como popular».

Es un momento en el que «el teatro independiente valenciano se encuentra en plena efervescencia» señala el dramaturgo Rodolf Sirera, adaptador de la obra teatral. «Siguiendo las indicaciones de Joan Monleón se potenciaron los aspectos que enlazaban la obra con una cierta tradición valenciana, la de los espectáculos musicales, las variedades, la revista, y la cosa funcionó perfectamente, con un cierto aire naíf que desprendía todo el espectáculo». En esta conjunción de espectáculo teatral y variedades, de humor y canción destaca la presencia de un joven cantautor recién desembarcado de La Marina y que responde al nombre artístico de Lluís El Sifoner que acababa de ganar el Festival de Cançó de Xàtiva. «Actuaba en la segunda parte, en el fin de fiesta de aquel espectáculo que Gallart había bautizado con humor el Xocolateatre» recuerda Lluís Fornés cuarenta años después. Las canciones populares y satíricas del Sifoner se funden con el espectáculo. «Fue un espectáculo muy rupturista, un canto a la libertad y a la democracia que ya se podía divisar».

«Una de las claves del espectáculo es que era un espectáculo al mismo tiempo muy amateur y muy alternativo» señala Salvador Jàfer. Entre los participantes del montaje se puede ver a Lluís Fernández y Rafa Ferrando, que desde su local, Christopher Lee, animan la noche valenciana. También dos jóvenes que han llegado desde Alginet, Josep Lozano y Lluís Nadal, todavía lejos del mundo de la moda y la comunicación. O el actor Enric Benavent que realiza una colaboración especial. La banda sonora de la obra corre a cargo de Jorge Pi, un músico valenciano que ha trabajado en Madrid en el teatro independiente que viste el espectáculo de estilizadas melodías de raíz popular. «Dentro del escaso teatro en valenciano que había en aquel momento en la ciudad la obra fue todo un éxito» señala Jàfer. «A pesar de ser un montaje con muy pocos medios, todavía me acuerdo de las sabanas Viridiana de Rafa Gassent, era muy creativo y recuperaba toda la savia de la vena popular del teatro humorístico valenciano».

El montaje de Gallart «era muy ágil, fresco y divertido» señala Rafa Gassent. «Al final del texto para celebrar la boda de la Infanta había unas danzas y bailes que más tenían que ver con una fiesta pagana que religiosa». Y comenta: «La novedad, yo la destacaría, en cuanto concepto de espectáculo que Rafa Gallart supo combinar muy bien las dos partes, la primera con la festiva obra del Pare Mulet y en la segunda, como un gran fin de fiesta la actuación de Pavesos, integrando elementos de cabaret, transformismo, etc». «Fue un momento especial, el fin de la dictadura y en ´La infanta Tellina i el Rey Matarot´ acabaron cristalizando todos los deseos y sueños que había en ese momento en la sociedad» comenta Empar Ferrer. «El montaje tuvo una larga vida y buena parte de las energías proyectadas en la obra desembocaron en el primer disco de Pavesos, ´A la nostra gent´, que se grabó poco tiempo después» señala Merxe Banyuls. Y concluye: «Fue un momento muy especial, tanto por los participantes, como por la situación histórica, por las propias características del espectáculo que rehuía toda transcendencia y pretensiones de alta cultura, para apostar por un espectáculo popular, en valenciano y muy poco ortodoxo».

*Periodista y escritor

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