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Los límites de la... imaginación

No solo el cine, también el arte y la cultura en general, la ideología, la publicidad, la vida social, las relaciones humanas... todo obedece a un sofisticado proceso de filmación mental. Es ahí donde incide la reflexión artística de Harun Farocki en el IVAM sobre el poder de las imágenes y los poderes que las producen.

Los límites de la... imaginación

Por más que se pretenda inscribir las imágenes en el dominio de la objetividad, éstas pertenecen categóricamente al reino de la imaginación. Ni siquiera es que exista una imagen real y una imagen imaginaria. En términos fenomenológicos la primera expresión es una contradicción en los términos. La segunda un pleonasmo. Las intuiciones fundamentales de Harun Farocki (República Checa 1944 - Alemania 2014) no se desprenden de esta premisa en ninguna de las diferentes secuencias de su obra, exhibidas en la interesante exposición comisariada por Antje Ehmann y Carles Guerra, que el IVAM ofrece dividida en seis secciones respectivas con algunas de sus más destacadas instalaciones.

La dedicación intelectual de Farocki al análisis del poder de las imágenes se despliega cronológicamente en diferentes etapas de materialismo creciente, dada la ampliación del alcance de la imagen como recurso tecnológico de edición de lo real. La crítica de cine es el preludio contemplativo desde el que se muestra su progresión contestataria hacia el ensayo fílmico, muy politizado en contra de la supremacía del Berlin occidental, la explotación fabril o la opresión del pueblo de Vietnam (Jeder Berliner ein Kindl, 1966; Ihre Zeitungen, 1968. i.a.).

Se exhiben a continuación sus instalaciones centradas en la imagen operativa: dispositivos de observación, almacenamiento y edición visual ideados para el control táctico de la realidad (Eye / Machine I y II; I thought I was seeing Convicts). El paso siguiente es propiamente la realidad virtual, presente en vídeojuegos y otros ingenios tecnológicos que propagan la utilización lúdica de las imágenes de guerra y violencia urbana mediante nuevas formas de consumo doméstico y adoctrinamiento subliminal de la juventud y la infancia (Serious Games I, II, III, IV; Parallel I, II, III, IV).

El origen de la caverna platónica ya consideraba las imágenes una forma apócrifa de empiría. Desde entonces hasta hoy, ya en tiempos de vídeovigilancia, no han gozado nunca de buena prensa filosófica. El idealismo de Kant revoluciona la ingenua objetividad medieval, consciente de que la imagen es la simple acción de posarse los ojos encima de las cosas y no una manifestación que revele la naturaleza esencial de las mismas. El descreímiento de las imágenes está en el giro escéptico de la filosofía del método moderno con Descartes a la cabeza. Para David Hume las imágenes que vemos son simplemente fruto de la costumbre, es decir la moral. Para el psicoanálisis lo mismo funcionan al servicio de los sueños que de las pesadillas. De ahí la doble voracidad con que los totalitarismos ideológicos se han provisto de ellas. Así como la amplia panoplia de utilidades que desempeñan al servicio de toda clase de propósitos propagandísticos.

La evolución tecnológica exigirá no solo la memoria sino también la prolongación del legado intelectual de Farocki, pues los riesgos planteados mediante su reflexión artística tienen un carácter progresivo, incremental. No solo el cine. También el arte y la cultura en general, la ideología, la publicidad, la vida social, las relaciones humanas... Todo obedece a un sofisticado proceso de filmación mental.

El dominio de la imagen ya es capaz de operar la descomposición de la misma en sus unidades elementales, momento en que la técnica de la pixelación permite la reconstitución ad libitum de lo visual exterminando ya por siempre cualquier compromiso con el naturalismo legitimador de las imágenes, si es que alguna vez pudo existir algo parecido. Probablemente de no haberse interrumpido la creación por su muerte en 2014, la siguiente instalación de Farocki hubiese versado sobre la imagen táctil, el entorno de las pantallas que fusionan el tacto y la visión bajo formas contingentes de interrelación causal capaces de inducir serias mutaciones cognitivas en la especie.

Claro que una vez sembrada la desconfianza en la dudosa legitimidad de las imágenes se tambalea el orden político y social. Pero es que la evolución biográfica de la obra de Farocki viene a ser como la denuncia radical de cómo evoluciona la correlación entre el poder manipulador de la imagen y los recursos tecnológicos para producirla. Desde la invención del cinematógrafo a los vídeojuegos que nos adentran en la realidad virtual. En cierto sentido esta viene a ser la historia cultural de la humanidad: un ejercicio ininterrumpido de fabulación visual.

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