Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El boca a boca

El boca a boca constituye siempre una forma de respiración compartida, sea cual sea el sentido en que utilicemos la locución. Si nos da un tantarantán mientras hacemos un esfuerzo impropio de nuestra edad provecta, y nos quedamos tendidos en mitad de la calle, viene un médico angelical que pasaba por allí, nos hace el boca a boca, nos resucita, y nos deja mejor de lo que estábamos antes del jamacuco cardiovascular. Con el boca a boca se nos insufla el aliento sanador, la respiración universal de la que participa todo lo creado, y nos ponemos como un toro de la ganadería de Torrestrella.

Cuando nos llega una recomendación literaria, o cinematográfica, o gastronómica, o del tipo que sea, por el sistema del boca a boca, ocurre algo similar. Alguien nos hace partícipes de su respiración, nos respira en el organismo con el aire que antes ha respirado y disfrutado, para que respiremos más y mejor, para que participemos del aliento vital de la cultura ambulante, y nos pongamos a dar saltos de alegría, porque la alegría es el fin último que la cultura persigue contagiar -o al menos es el fin último que debería perseguir.

Cada vez que alguien nos dice tienes que leer esto, no te pierdas esta película, el otro día descubrí un restaurante que, hazte pronto con un par de entradas para, lo que está ejecutando es un acto respiratorio con la idea de mejorar la salud de sus conocidos. Se nos pone muy mala cara en los últimos tiempos, porque el país está atrapado en una cinta de Moebius político-institucional; se nos enmohece el semblante, de tanto debate de investidura como ingerimos. De ahí que los amigos comprendan que necesitamos un poco de boca a boca vivificador, un poco de curioseo espiritual, transmitido por ese sistema de reanimación. Abre los pulmones. Respira.

El boca a boca representa un servicio de mensajería urgente, previo a la invención de la mensajería, una red social difundida por fibra óptica, anterior al descubrimiento de la fibra óptica y del quilombo de las redes sociales; pero con la ventaja de que proviene de alguien que merece todo nuestro respeto o que no merece ninguno. Porque lo mejor del boca a boca no es lo que la boca nos recomienda, sino la misma boca que nos recomienda algo. La clave está -digamos- en el recomendador. Tan efectiva es la publicidad del boca a boca para adherirnos a lo recomendado, como para salir corriendo ante la recomendación.

Tengo mis recomendadores infalibles de cabecera. Lo que me sugiere Menganito no falla, va a misa. Hay quien tiene, para nuestro temperamento, la puntería legendaria de Wil Bill Hickok, a quien algunos atribuyen la improbable muerte de cien hombres, sin contar mexicanos ni indios. De igual forma, lo que me recomienda Zutanito significa una advertencia, también infalible, que los cielos me envían para que preserve mi salud. Sé que si ayuno de sus recomendaciones, me mantendré como una rosa hasta los ciento veintitrés años, como mínimo.

Y es que algunas bocas son fuente de vigor y energía; y otras, un foco de peligros infecciosos. Por eso no hay que dejarse practicar el boca a boca por cualquiera.

Compartir el artículo

stats