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Doble giro matemático

Doble giro matemático

Geografías que se establecen entre pintura, escultura y dibujo, paisajes metalizados bordean límites invisibles en la serie de obras del artista Francisco Sebastián Nicolau (Valencia, 1956) que podemos contemplar en Duplum, su más reciente exposición individual hasta comienzos de julio en la céntrica galería Shiras dirigida por la artista plástica Sara Joudi y situada junto a la plaza de Rodrigo Botet frente al hotel Astoria Palace de Valencia.

Una coyuntura estética depurada, sobria y geométrica concentra la experiencia creativa del trabajo del artista accesible para un público de todas las edades, suponiendo un estímulo visual potente e intrigante. El montaje expositivo, exquisitamente milimetrado y de iluminación cálida, permite múltiples puntos de vista. El espectador no permanece estático porque la obra ofrece matices constantes dependiendo de cómo se mire, de qué momento del día sea, pues también interviene la generosa luz natural del local. Cómo incide esta mezcla de luces distorsiona, realza o aplana aquello que ven nuestros ojos, ondulaciones a veces marinas, otras textiles, cosidas tal que hubiesen sido hilvanadas desafiando a los sentidos.

Las esculturas de pared con marcos deconstruídos, hermosos pedazos de madera entre caja y enmarcación fragmentada que simula sostener al elemento escultórico macizo, se transforman en un ejercicio topográfico que constituye un eficaz dispositivo para metaforizar el mundo en que nos encontramos. Se trata, en definitiva, de reconducir la mirada hacia lo matérico en un momento en el que prima lo virtual y vivimos cada vez más a través de accesorios digitales. La tableta, el ordenador de última generación o el teléfono de pantalla táctil a menudo se superponen al objeto físico proporcionándonos una ventana a infinitas posibilidades que no dejan de ser, muchas veces, trampantojos, imágenes dudosas, desfiguradas, ficcionadas.

El artista aplica ese mismo juego de espacios físicos frente a ficticios o inmateriales al presentar una pieza matérica que luego reproduce sobre papel cuidadosamente, interviniéndola con pequeñas cuerdas muy similares a las que pretenden tensar sus esculturas que en realidad están moldeadas por él una a una. Confusión y sonrisas al descubrir de un lado a otro de la sala que en la galería se encuentran varias esculturas con su réplica correspondiente en papel, que genera tan sinuosas formas y sombras que parece tridimensional porque de hecho no se trata tanto de réplicas como de piezas que nacen una de la otra. Sin la primera, sin la escultura, no habría el siguiente paso, el paso hacia el papel... Y tal vez viceversa, sin el reto de pasar al papel lo escultórico sería diferente, tendría otro aspecto. Se establece así un diálogo entre dos obras hermanadas, que funcionan de manera independiente aunque como díptico serían magníficas.

Sebastián Nicolau deja esa responsabilidad al público, la de hilar dos lenguajes y decidir en qué orden observar las piezas, del mismo modo en que posibilita adquirirlas solas. Dentro de su previsión y de su pulcro hacer tanto en papel como sobre aluminio, sus paisajes de aire industrial no son compartimentos estancos, se comunican con flexibilidad, somos libres de establecer diferentes miradas y no hay pretensión de un recorrido unidireccional. Un cuadrado azul sobre ondas metálicas conjuga óleo y cordones tensados sobre aluminio manipulado y plegado por el artista. Es el claro ejemplo de que este aspecto industrial que inspira la muestra resulta capcioso, un guiño del artista hacia lo virtual que encontramos en nuestra propia realidad física, ya que la producción de cada pieza es manual y eso se nota, se percibe, porque las obras tienen su impronta. Asimismo los materiales que utiliza se adecúan a su discurso que, como decimos, permite libre interpretación sin dejar de tener su distintivo.

Con motivo de la exposición Shiras ha editado un catálogo que compila espectaculares imágenes de las obras, planos de detalle, un texto del artista muy particular y otro crítico escrito por Juan Bautista Peiró. La publicación contiene, además, una imagen final que desvela el peculiar aspecto de las esculturas por detrás, la parte que no vemos, la otra geografía que se genera al atar los cabos sueltos de las gomas o trozos de cuerda que figuran tensar los pliegues exteriores que sí se nos enseñan, un mapeo atractivo en su imperfección que espera tácitamente ser revelado.

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