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Paisaje y memoria

Paisaje y memoria

A través de la fotografía establecemos un vínculo con el objeto fotografiado, ya sea éste un paisaje, una persona o un objeto de lo más banal. Lo increíble de la fotografía es que inmediatamente, en el momento mismo en que apretamos el botón, la imagen capturada empieza a formar parte de nuestra experiencia vital, y así continuará durante el resto de nuestras vidas cada vez que la contemplemos. Extraordinario es, asimismo, cómo una simple ojeada de aquella antigua fotografía, vuelve a suscitar muchos años después casi las mismas sensaciones, los olores, los sonidos incluso, y de nuevo se puede revivir aquel momento.

Una fotografía no es, por tanto, una disciplina artística más, no es solo un modo de expresión directo y honesto, no es únicamente la captura de un instante. La fotografía es también una huella, un rastro que nos delatará -qué intereses teníamos, qué o quién nos atraía, a qué nos dedicábamos- mientras la imagen no se borre o desvanezca.

Cámara en mano y en diferentes épocas de su vida, Geles Mit decide fotografiar los muy diferentes emplazamientos geográficos que ha ido recorriendo. Hay un punto en común que relaciona muchas de las fotografías que se exponen, y es que la artista captura las imágenes situándose en medio del agua -queremos suponer que a salvo dentro de un barquito-, ya sea éste un río o un mar. Y lo que conecta a todas, sin duda, es que la fotógrafa se convierte en realmente la espectadora, la voyeur. Nosotros la «acompañamos» en ese recorrido en el que se va disfrutando de una soleada tarde británica que los londinenses aprovechan junto al Támesis, quedamos maravillados con un frondoso bosque entre el cual se vislumbran unos cuidados palacetes, y sonreímos pasando el día bajo una cascada junto a unas familias marroquíes.

Con todo, las exquisitas imágenes, técnicamente impecables por otra parte, van acompañadas de títulos, ya no solo evocadores, sino sobre todo esclarecedores: Cuando el paisaje se hizo recuerdo, Serenidad o Viaje interior. La autora nos presenta un trayecto en el que el paisaje invita al descanso y la reflexión -Magaluf (Mallorca) queda fuera de ese recorrido-; donde las rutas van acompañadas de sonidos, pero no ruidos, y los caminos llevan hacia la contemplación y la humildad frente a la imponente naturaleza.

Consciente de que todos y cada uno de estos momentos y lugares le han dejado una huella como artista y como ser humano, Geles Mit ha querido implicar al público haciendo que éste también aporte su particular reflexión en torno al paisaje. Personalmente quedé cautivada por La noche ártica, con esa oscuridad veraniega en la que ni es noche ni es día, con una bruma que se va posando y enlazando las diferentes tonalidades de azules del hielo, el agua, el cielo, y el silencio que parece inundarlo todo. Me sacudió una cierta sensación de vértigo y no fui capaz de encontrar una frase. La fotografía enamora.

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