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Cargarse el Tardor

El Premio Tardor de Poesía, que organiza en Castellón desde hace veintidós años la Asociación «Amics de la Natura» (responsable a su vez, desde treinta años atrás, de la más antigua Feria Alternativa de Artesanía que se celebra en España) está en peligro de desaparecer. Los responsables del ayuntamiento de Castellón (Compromís y PSOE), al parecer, han decidido comportarse como suelen hacerlo en nuestro país todos los que se estrenan en sus cargos: para que se demuestre que hay alguien al mando de los asuntos, deciden echar abajo todo lo anterior, esté o no esté bien, funcione o no funcione, tenga o no tenga prestigio. Según parece, el hecho de que exista una Flor Natural en la ciudad les parece suficiente capricho literario para los castellonenses, y han resuelto dejar de subvencionar el Tardor. De igual manera, han decidido arrebatar a la Asociación «Amics de la Natura» la organización de la Feria Alternativa, y concedérsela a una empresa catalana que ha llevado a cabo una labor de aliño, decepcionante en el fondo.

Ahora que muchos entonan la aburrida salmodia de la vieja y la nueva política, bastan los hechos acerca de los asuntos de la cultura, tan frágiles por lo común, para comprobar que la izquierda, la derecha y el centro se terminan hermanando en la cerrilidad, en la cortedad de miras, en la ignorancia sobre aquello que merece la pena cuidar cuando se llega al poder.

En los países serios -esos a los que los líderes políticos juran querer parecerse- jamás se actúa mediante juicios sumarísimos y fusilamientos de las cosas que están bien hechas. Si no está roto, no lo arregles, dicen los yanquis. Si un premio de poesía existe desde hace veintidós años -decimos nosotros-, no lo suprimas, refuérzalo, porque es la publicidad prestigiosa más barata que pagan tus ciudadanos. Veintidós años de un premio de poesía significan, además del cuidado de un género primordial para el desarrollo de dos idiomas y de dos tradiciones europeas de capital importancia (puesto que el premio es para libros en español y valenciano), la mejor propaganda para la ciudad de Castellón entre los miles y miles de poetas, jurados y lectores que han estado vinculados al Premio. Poetas como José Luis Martínez, Reinaldo Jiménez, María Sanz, Juli Capilla, Luis Felipe Comendador, de generaciones, estilos y lugares de procedencia muy diferentes, lo han ganado. Poetas y escritores como Francisco Brines, Guillermo Carnero, Jaime Siles, Baltasar Porcel, Benjamín Prado, Juan Carlos Mestre, Francisco Rico, Vicente Gallego, han formado parte de sus jurados. Castellón, igual que muchas otras grandes ciudades y pueblos pequeños que cuentan con buenos premios de poesía, alcanza un eco en el tiempo y en el espacio, gracias al Tardor, como se consigue con muy pocos acontecimientos. Si el gusto por la alta cultura, que establece fundamentos cívicos sólidos y eficaces, no fuera suficiente razón para apoyar un premio de poesía como este, la rentabilidad publicitaria duradera debería bastar.

Si algo está vivo, cuídalo. Nuestros gestores culturales aún están a tiempo de no cometer una barbaridad, una de esas que ni sería ni de la vieja ni de la nueva política, porque sería, simplemente, de la política peor.

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