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Ecos de la memoria en el cauce del río

Ecos de la memoria en el cauce del río

A menudo, las grandes exposiciones o instalaciones artísticas se encuentran en salas tanto públicas como privadas pero bajo el techo de un museo o un centro de arte al que acudir de manera intencionada. Sorprenden, por lo tanto, iniciativas que llevan el arte al aire libre y que pretenden provocar encuentros casuales entre el público y la obra del artista, más todavía si el artista es aquí poco conocido y la obra nos hace dudar de si forma parte del entorno natural o deviene de un proceso intencionado.

Así, ahora mismo podemos disfrutar en Valencia de una muestra apta para todos los públicos que puede dejar un poso entre los no habituales del arte, fomentando la cultura de manera entretenida y didáctica mediante la difusión y el acercamiento al mundo artístico que, generalmente, se percibe como elitista, especializado, reducido y encerrado en galerías, museos y ferias. Esto sucede de la mano del belga Bob Verschueren (1945), artista que vive y trabaja en Bruselas, cuenta con reconocimiento internacional por sus instalaciones exteriores de gran formato y a lo largo de su extensa carrera ha expuesto en centros de arte de Estados Unidos, Canadá, Francia, Italia, Alemania, Luxemburgo, Bélgica o los Países Bajos.

Una pequeña muestra de su trabajo pudo verse hace unos meses en A First Vegetal Flow, su primera exposición individual en España, visitable el verano pasado en el espacio Ana Serratosa Arte, bajo el comisariado del crítico murciano Pedro Medina. También son conocidas sus intervenciones al aire libre con grandes instalaciones que todavía aquí no se habían visto como la que ahora nos ocupa, Ecos de la memoria. Podrá disfrutarse hasta el próximo mes de febrero en el cauce del río a la altura del Palau de les Arts Reina Sofía. Un acontecimiento que es el tercero de una serie bianual que comenzó en el 2012 con el proyecto Alameda llum y en 2014 con Eclosión en Valencia. Todos ellos posibles gracias a Fondo-Arte AS, cuya directora es la galerista Ana Serratosa, que se ha embarcado en una empresa de gran esfuerzo organizativo, capacidad de gestión y patrocinios. Lo que se nos ofrece es algo poco o nada habitual en una galería privada y es que alguno de sus artistas trabaje y exponga sus obras en la calle en un acto de generosidad abierto a la ciudad.

En el proceso evolutivo de su carrera Verschueren se va alejando cada vez más de la abstracción para elaborar objetos controlados y reconocibles con un sentido metafórico o alegórico que explican una historia que encierra siempre cierta ironía. El hilo conductor de toda esa trayectoria es el paisaje y los componentes de la naturaleza. Pero no hay que confundirse, no se trata de Land-Art como muchos lo califican de manera inmediata, se trata quizás de Naturart. No se modifica el paisaje ni se pretende hacer una relectura del mismo, se trata de piezas en el paisaje elaboradas con los materiales que nos ofrece ese paisaje o con las herramientas que se utilizan en jardinería. No se trabaja «con» el paisaje se trabaja «en» el paisaje.

En Ecos de la memoria, Verschueren nos invita a hacer un recorrido por el viejo cauce del río Turia con obras que son un homenaje a la memoria de la ciudad de Valencia y a la historia de su río. Al inicio encontraremos la pieza titulada The ancient voices of Turia consistente en unas macetas colgadas del revés de las ramas de un árbol donde podremos escuchar una voz que recita poemas de Dominique Sintobin escritos para este montaje. Otras dos de las obras, quizás las más relevantes, son The Creepy Shape, escultura enorme creada únicamente con ramas, formando la silueta de un animal indefinido que parece interactuar con el agua. Un agua que provocó la crecida del río Turia en el pasado y que ahora es un elemento distintivo del paisaje de Valencia. Y Running, pieza en forma de espiral que, según el autor, simboliza el proceso de crecimiento y evolución de nuestra ciudad.

En Water lilies, otra de las obras construidas al aire libre, se recogen las palas que antaño significaron la salvación de muchos y que ahora, en forma de nenúfar, vienen vestidas de rojo simbolizando el dolor por la pérdida que supuso aquella catástrofe de 1957. Los visitantes pueden dar un paseo que completa la exposición de Verschueren en el interior de la galería de Fondo Arte-AS espacio de la calle Escultor Vicente Beltrán Grimal 26. Es decir, en este ámbito galerístico hay más obras vinculadas a las que están al aire libre y, además, desde el mismo se propone un recorrido con un servicio gratuito de visitas guiadas para el cual es necesario reservar previamente y que está cerca del río.

Testimonio cabal de estos tiempos

Existió una generación en Europa que tuvo que vivir la que probablemente sea una de las peores experiencias, una guerra. Aquí, en España, ese contexto se vio agravado por una contienda igualmente cruenta como fue la Guerra Civil. Sin embargo, pasado esos años de desgarro social parecía que habíamos aprendido la lección: se crearon instituciones internacionales que velaban por la convivencia, los derechos del hombre, del niño, por el apoyo al más débil, la cultura de la integración y la convivencia.

La historia parecía abocada, de una forma natural incluso, a que nuestros padres fueran reforzando los cimientos de esa incipiente democracia, de la futura comunidad europea, que nuestras madres se ausentaran de casa para conquistar derechos básicos e igualdades que ahora nos parecen de sentido de común, que amigos y hermanas reivindicaran abiertamente su homosexualidad corriendo delante de los grises primero y los azules después. Nos identificábamos con esa bandera de estrellitas que era Europa, un territorio que también era el nuestro, donde, decían, podríamos movernos con libertad. Mientras nosotros viajábamos a Inglaterra a estudiar con devoción el idioma y trabajar con la idea de adquirir nuevas experiencias, alemanes e ingleses invadían nuestras costas, se achicharraban bajo el sol e integraron la siempre beneficiosa siesta a su vocabulario y sus vidas.

El problema es que ya no nos reconocemos ahí. Ya no reconocemos las banderas que hasta ahora nos habían arropado. Ese escenario de integración y libertad y derechos y convivencia parece haber dejado de existir o en todo caso de avanzar. Asistimos por el contrario a una involución: se incorporan países que van claramente en contra de los principios constitutivos y constitucionales de eso que llamamos Europa, reaparece el fascismo, cerramos fronteras, se restringen derechos, construimos guetos para los de fuera, se dan palizas a gays solo por el hecho de serlo y damos la espalda al que huye de la guerra. Lejos de toda lógica, Gran Bretaña decide salir de la CEE, otros esperan a ganar las elecciones en su país para hacer lo mismo y la última es que un cenutrio gana las elecciones del país más poderoso del mundo. Con tan solo tres piezas magníficas, reveladoras y muy actuales, el grupo artístico Varvara&Mar -la estonia Varvara Guljajeva y el catalán Mar Canet-, sin drama pero de forma contundente dan cuenta de este proceso involutivo al que muchos asistimos perplejos. Por una parte tenemos la escultura ¿Quién es el siguiente?, con las letras iniciales de cada uno de los países europeos y la palabra EXIT bien destacada se va indicando aleatoriamente quién puede ser el siguiente en tomar la decisión de salir de la Unión Europea. Podría ser una pieza divertida si no fuera por la carga tan significativamente política, social y cultural que supone: Europa se quiebra. Camaleón es un lienzo blanco a modo de bandera, como esos trozos de tela que enarbolamos frente al enemigo al rendirnos, solo que en este caso el lienzo está realizado con tiras de leds que al paso de los espectadores va incorporando colores e insignias que se mezclan indiscriminadamente con el fin de formar una nueva bandera. Al igual que esos curiosos lagartos, las banderas se van adaptando a las circunstancias que las rodean. Con todo, los artistas abren una ventana a la esperanza: recrear entre todos y cada uno de nosotros nuevas banderas con las que identificarnos y retomar aquellos valores que hemos ido viendo desvanecerse. Lo que importa, en definitiva, es que nos podamos reconocer en un espacio común. El resultado de esas relecturas se va disponiendo en el muro a modo de frontal del edificio de Naciones Unidas: Una bandera cada día agrupa las decenas de banderas que van conformando nuestro nuevo espacio territorial en sintonía con los acontecimientos sociales, culturales, económicos o políticos más relevantes. Quisiéramos destacar que Camaleón, título general de este proyecto, es producto de una beca de investigación y producción artística que el Espai Rambleta viene otorgando durante tres años y al que se presentan cientos de artistas nacionales e internacionales. Se premia que las obras no solo sigan las corrientes de creación actuales sino que atiendan a los cambios sociales y económicos que se están produciendo y en este caso Varvara&Mar lo han logrado plenamente. Un proyecto que viene a sintetizar los tiempos que estamos viviendo. No se lo pierdan. isabel pérez

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