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Cuando Bardot encontró a Godard

Salen a la luz fotografías inéditas del rodaje de la película «Le mépris», la obra maestra de Jean-Luc Godard.

Cuando Bardot encontró a Godard

—Et mes fesses, tu les aimes mes fesses? La interpelación de Brigitte Bardot a propósito de su trasero -y otras partes de su cuerpo- a Michel Piccoli en la obertura de Le mépris de Jean-Luc Godard ya forma parte de la historia y leyenda del cine. Despues de haber finalizado la película los productores le exigen a Godard incluir más escenas de desnudos de Brigitte Bardot, la estrella de la película cuyo budget supone casi la mitad del presupuesto de la producción y este, en un tiempo récord, añade una secuencia inicial con el cuerpo desnudo victorioso de la actriz y la banda sonora de George Delereu acompañándola. Más de cincuenta años despues la secuencia se ha convertido en una marca referencial para jóvenes artistas y publicitarios.

Con el paso del tiempo Le mépris acabará transformándose en uno de lossssss títulos míticos de la carrera del profeta de la Nouvelle Vague. El encuentro entre el paladín del nuevo cine francés y de su estrella más internacional y representante de ese otro cine más tradicional, termina por producir una bellísima y desgarradora historia sobre la descomposición de una relación sentimental y sobre el propio cine como medio de expresión artística. La presencia en el reparto del director Fritz Lang, uno de los realizadores más admirados por Godard, interpretándose a sí mismo, fortalece ese lado de la obra del «cine dentro del cine» señalado por numerosas referencias cinematográficas: Howard Hawks, Roberto Rosellini, Vincente Minnelli o Dean Martin, en

el sombrero que lleva el actor Michel Piccoli. La fotografía en color de Raoul Coutard, el uso del cinemascope, la adaptación de la novela de Alberto Moravia, el rodaje en Cinecittá y en la isla de Capri, en la villa-fortaleza construida por el escritor Curzio Malaparte, la irrupción de los paparazzi, la presencia de Brigitte Bardot en el cénit de su belleza y popularidad en aquel momento unida al actor Sammy

Frey, contribuyen a construir ese gran calidoscopio fascinante que constituye Le mépris. Godard dejaba una de sus obras más líricas y equilibradas de toda su filmografía destinada a aparecer en todos los rankings e inventarios de la historia del cine del siglo xx.

Testigo del rodaje será el fotógrafo Jean-Louis Swiners, que por encargo de la revista Réalités se desplaza hasta Italia para un reportaje. Las fotografías, sorprendentemente, nunca verán la luz restando ocultas en el estudio del fotógrafo. Ahora, más de cincuenta años después, gracias a la galerista Julia Gragnon, parte de aquel material sale a la luz, devolviendo el tiempo de preparación de la película. Bajo el titulo Une leçon de cinema: Un certain Mépris, la exposición recoge este material inédito que se suma a la documentación de de una de las películas más estudiadas de la historia del cine.

Un Godard dando indicaciones a los actores, Brigitte Bardot y Michel Piccoli, leyendo en soledad las notas de su guión, ese manuscrito que acabará viajando en el tiempo y hoy objeto de culto. El enfant terrible de la Nouvelle Vague examinado por la estrella y sex-symbol, que se enfrentaba con bastantes reservas -como dejará escrito en sus memorias- a las «libertades creativas» de los realizadores de la Nouvelle Vague. Por primera vez el realizador contaba con un gran presupuesto para la realización de una película, sugiriendo los nombres de Frank Sinatra y Kim Novak como protagonistas principales. La propuesta será desechada por el productor Carlo Ponti que le propone a cambio la pareja Sophia Loren y Marcello Mastroianni, optando finalmente por Brigitte Bardot y Michel Piccoli como el dúo protagonista y en crisis sentimental. Junto a ellos, los actores Jack Palance, en la figura del todopoderoso productor, y la actriz italiana Giorgia Moll en el papel de ayudante de realización de Fritz Lang.

Godard viajaba hasta el centro del Mare Nostrum, entre una tragedia de ficción, el rodaje de una película sobre la Odisea y los héroes de la antigüedad y la tragedia contemporánea, habitada por los nuevos, en este caso anti-héroes, neuróticos y desencantados que asisten al final de un modelo de entretenimiento, el cine, representado por el cineasta Fritz Lang, en paralelo a la destrucción de una historia de amor. Brigitte Bardot dejaba una de sus interpretaciones más luminosas en la pantalla a pesar de sus dudas y desconcierto ante el «método Godard» y esa peluca morena que reinventaba el mito erótico. Para el anecdotario queda un Godard ingenioso haciendo acrobacias gimnásticas a cambio de que la actriz rebajara su famosa choucroute, ese cardado que corona su cabellera rubia imitado por las jóvenes de todo el mundo. Ante las habilidades gimnásticas del realizador la actriz aceptó a disminuir la altura de su peinado. Diez años más tarde la estrella se retiraba de la pantalla. Sin saberlo, una década antes, había alcanzado su Everest como actriz y mito en la pantalla.

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