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Bombas Gens: Una ejemplar recuperación del patrimonio valenciano

Bombas Gens: Una ejemplar recuperación del patrimonio valenciano

Toda gran ciudad está sometida a procesos de reformas y transformaciones que alteran su perfil y producen con frecuencia alteraciones de efecto contrario a la idea de regeneración estética, bienestar y funcionalidad que supuestamente deberían guiar dichas actuaciones. Un ejemplo de ese urbanismo depredador es el entorno del edificio de Bombas Gens, al que una ejemplar acción privada ha salvado del abandono e incertidumbre en que se encontraba sumido este complejo de arquitectura industrial, que ha pasado a ser, con el nuevo uso como espacio expositivo, un activo elemento cultural del barrio y de toda la ciudad de València. Ahora, el edificio recuperado irradia y pone notas artísticas en un entorno arquitectónico anodino, que si no fuera por dicha construcción carecería de una mínima referencia singular. Sólo unos cuantos ejemplos aislados a lo largo de toda la calle dan idea de la escala y el paisaje urbano de un área que en otros tiempos se fusionaba con la huerta. La Ceramo sigue pendiente de una digna rehabilitación.

A veces me pregunto cómo es posible que los profesionales de la arquitectura y la construcción actúen tan burdamente cuando tienen que proyectar una edificación de nueva planta junto a otra de cierta singularidad sin impregnarse de su energía, sin entenderla mínimamente. Lo que digo aquí es igualmente válido para la Finca Roja, pero también es extensible al entorno de la Catedral. La arquitectura valenciana alcanza un sonado suspenso cuando se trata de un mínimo ejercicio de contextualización y las pruebas están a la vista. Lo que hay alrededor de Bombas Gens es un ejemplo de lo que podríamos definir como el desaprendizaje de la arquitectura actual en cuanto actividad que conlleva un impacto estético y ambiental. Menos mal que el arbolado ha crecido en algunas de las aceras creando un entorno más acogedor, pero el Ayuntamiento de València debería preocuparse por completar los abundantes huecos sin plantaciones que hay enfrente para que se visualice menos la basura arquitectónica.

La recuperación del edificio de Bombas Gens como Centro de Arte y sede de la Fundació Per Amor a l´Art, que han llevado a cabo los arquitectos Eduardo de Miguel primero y Ramón Esteve como responsable de la última y definitiva fase, puede ser un modelo de regeneración urbana y recuperación patrimonial. El resultado es brillante y han conseguido revitalizarlo como uno de los mejores espacios expositivos de València. Hay que lamentar que no se hiciese nada similar con la Tabacalera o la antigua Cárcel. Las supuestas construcciones de lujo que se han levantado en la trasera de la Tabacalera son un insulto al edificio original y dañan la vista. Menos mal que se van a recuperar los muros modernistas que nunca debieron derribarse. Burocratizar pretenciosamente la antigua Cárcel tampoco ha sido la solución más acertada. Si se tiene en cuenta todos estos antecedentes y oportunidades perdidas cobra más valor aún la actuación en Bombas Gens y pone en evidencia la cantidad de errores que se han cometido en València priorizando el despilfarro de la nueva planta sin agotar las posibilidades de rehabilitación que la ciudad ofrecía y ofrece.

La fábrica Gens fue proyectada por Cayetano Borso di Carminati, el mismo arquitecto del cine Rialto. No incluí Bombas Gens en mi libro del Art Decó en España de 1990, porque no se sabía en esos años quién fue su autor. En años sucesivos continué con las investigaciones en el Archivo Municipal y pude localizar por fin la memoria del edificio con el nombre de su autor y año de construcción. Estos datos los di conocer en un artículo sobre «La arquitectura Art Decó en València» en las actas de un congreso de la UNED en Melilla. Luego lo reproduje y comenté en otros textos, como el que hice para la exposición sobre La ciudad moderna que Juan Lagardera comisarió en el IVAM en 1998.

El caso es que he ido a visitarlo después de la inauguración, y no puedo por menos que manifestar una gran satisfacción al verlo rehabilitado cumpliendo otras funciones más enriquecedoras para el barrio. Se han recuperado elementos como las puertas y cerrajería exterior. En el interior se han acondicionado las naves con elegancia sin interferir con añadidos innecesarios. La mejor rehabilitación de un edificio es la que menos se nota y manipula. El suelo de cemento ha sido un acierto, pues es mucho más discreto y no resta protagonismo a las muros y a las obras de arte que se exhiben. Es un suelo neutro, que es todo lo contrario a los excesos y obsesiones que a veces vemos en otras intervenciones urbanas y arquitectónicas por el granito y el mármol jaspeado. Son muchos los arquitectos y planificadores que deberían tomar nota. El respeto por el edificio no ha impedido el desarrollo de una calidad en el diseño moderno donde era preciso actuar. De las exposiciones y la colección ya se ha hablado y no me voy a detener, aunque si me parece obligado ponderar el montaje tan cuidado y elegante de las mismas.

El edificio original de Bombas Gens no es quizás una obra extraordinaria de la arquitectura valenciana, pero es interesante como reflejo de la moda emanada de la Exposición de las Artes Decorativas e Industriales de París de 1925 conocida como Art Decó; una modernidad hedonista, no doctrinaria ni ortodoxa, que no ha tenido muy buena prensa hasta hace poco en las escuelas de Arquitectura por la estigmatización puritana que sufre cualquier concesión hacia lo decorativo u ornamental. El ornamento es delito, escribió Adolf Loos en su famoso texto lanzando una especie de «fatua», que la ortodoxia no se ha atrevido a levantar. Sin embargo, otros muchos pensaron por aquel momento todo lo contrario, que el ornamento no era un delito, sino un deleite que proporcionaba placer a la mirada y estimulaba la imaginación. Muchos arquitectos le cedieron un espacio para integrar las aportaciones de otras artes. El Art Decó fue como la otra modernidad de los años 20 y 30. Y así lo sintieron un gran número de creadores y, sobre todo, un amplio espectro de la clientela. No es un estilo de vanguardia pero asimila aportaciones de las primeras vanguardias, de hecho el cubismo corre por sus venas. He escrito ya mucho sobre el tema en diferentes publicaciones y no es necesario repetirlo aquí.

El caso es que Cayetano Borso, estoy casi seguro, actuó más a requerimientos del propietario que por iniciativa propia, proyectando cinco años después de la Exposición de París, una de las edificaciones de València que remiten de manera más directa y a gran escala a las formas que habían triunfado en el certamen francés. Son los años en que el Art Decó lo invade todo y se convierte en un estilo popular. Para el edificio fabril, Borso utilizó una secuencia de vanos poligonales que los arquitectos y decoradores de la Exposición de París, desde Maurice Dufrène a Henry Sauvage habían utilizado profusamente. Al igual que maneja unos repertorios geométricos florales que ya estaban tan codificados como antes las sinuosidades del Art Nouveau. Pero uno de los elementos decorativos más ampliamente extendidos, cual emblema de la exposición y del Art Decó, fue el motivo de la fuente surtidor. René Lalique, el genio del vidrio, magnificó la imagen de la fuente en el fascinante Pabellón de la Perfumería. Esa fuente surtidor, cual si fuera agua congelada, es el motivo que adorna la puerta de acceso y corona el edificio de Bombas Gens, y por curiosa coincidencia el tema favorito de la ornamentación Art Decó se adapta aquí perfectamente, cual logo de empresa, para simbolizar una fábrica de bombas hidráulicas ubicada en lo que entonces eran los límites de la huerta.

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