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Michael Caine la explosión del héroe canalla

El actor Michael Caine repasa la década de los 60 en un documental y un libro sobre sus personajes más relevantes.

Michael Caine la explosión del héroe canalla

Hace más de medio siglo las pantallas de medio mundo quedaban impresionadas por la figura de un cínico seductor que atendía al nombre de Alfie Atkins. El protagonista, Michael Caine, de la comedia dramática Alfie (Lewis Gilbert, 1966), se encaramaba en la parte más alta de la nueva generación de actores británicos que acabaría definiendo toda una década. Michael Caine, Peter O´Toole, Terence Stamp, Albert Finney, Tom Courtenay, Alan Bates, James Fox entre otros, por la parte masculina, y Julie Christie, Vanessa Redgrave, Susannah York, Rita Tushingham -por lo que respecta al frente femenino- abanderan un nuevo estatus y modelo en la industria del cine y el llamado star system. A la generación precedente de los Olivier, Niven, Guinnes y compañía sucede una nueva ola promovida por el Free Cinema y el teatro de autores «airados» como John Osborne, Allan Sillitoe, Arnold Wesker, etc.

Caine, a través de una serie de personajes, primero el amoral y libertino Alfie, después el taciturno agente secreto Harry Palmer y, finalmente, el picaresco ladrón Charlie Croker de Un trabajo en Italia tocándole las narices a la mismísima mafia italiana, construye su primera identidad cinematográfica que fijará posteriormente el resto de su carrera interpretativa abonada por títulos como El hombre que pudo reinar a las ordenes de John Huston formando pareja con otro nombre de la realeza interpretativa británica , Sean Connery, o realizando un duelo titánico en La huella frente al mismísimo Lawrence Olivier dirigidos por Joseph L. Mankiewicz. La figura del héroe canalla, del caballero y pícaro volvía a renacer en la pantalla gracias a Caine.

Un documental, My Generation ( David Batty) producido por el propio actor y un libro Michael Caine: 1960´s (Graham Marsh), recogen esa década, los años 60, que fijaría la figura del actor como representante por excelencia del nuevo estilo que desde Londres se proyecta en todo el mundo.

Frente a la exuberancia estilística y guiños a la moda eduardiana de la joven guardia del pop, Caine exporta un imperecedero estilo british simbolizado por sus características gafas de montura de carey e impecables trajes de sastrería londinense. Un estilo que se ha perpetuado hasta nuestros días reconocido e reinterpretado por diseñadores y estilistas. O marcas emblemáticas como Burberry que utilizan la figura del actor como imagen publicitaria.

Marcado por unos orígenes humildes, Caine, como otros representantes de la revolución de los 60, protagonistas del llamado Swinging London, esta denominación que sirve de paraguas a la nueva ola que explota en todos los frentes, representa a esa clase insurgente, de origen obrero y acento cockney que reemplaza a la vieja y aristocrática clase social hasta entonces dominante y protagonista. Todo parece moverse haciendo saltar las barreras sociales. Modelos como Twiggy, músicos como Paul McCartney y Mick Jagger o fotógrafos, David Bailey, representan a esta nueva «realeza obrera» que protagoniza las portadas de las revistas y atrae la atención hacia la capital británica. Un fotógrafo como Cecil Beaton, en otro tiempo retratista oficial de la aristocracia, percibe los vientos libertarios que soplan, fotografiando a los héroes de clase obrera como los representantes del nuevo glamour.

En este paisaje juvenil y mutante influyen factores como la consolidación de un estado del bienestar, una década gobernada por el laborismo con Harold Wilson al frente como primer ministro y el acceso a la educación de las clases más desfavorecidas, una economía en crecimiento, y la aparición de la píldora como favorecedora de la revolución sexual.

Todas estas circunstancias favorecen o colaboran en el nacimiento de estos nuevos escenarios o polos culturales después de los años de restricción de la postguerra. Un movimiento que se rebela con irreverencia contra el establishment. El triunfo de los Beatles servirá de portavoz para la visualización de todos estos cambios que acaban consolidando una poderosa cultura popular. Michael Caine representará a este héroe irreverente de los nuevos tiempos como el amante sin prejuicios de la comedia Alfie, una figura alejada y a años luz de los típicos seductores masculinos que Hollywood produce. Caine lidera esta nueva generación de antihéroes que irrumpen en la pantalla, el gánster de los años 30 interpretado por Warren Beatty en Bonnie and Clyde, el cínico magnate de El caso de Thomas Crown representado por un elegante Steve McQueen o el cobarde oficial de Lord Jim encarnado por Peter O´Toole. En esta misma línea desmitificadora Caine dará vida, en medio de la oleada de agentes secretos y espias glamurosos de la década de los 60, al personaje de Harry Palmer, el agente y antagonista del otro funcionario del servicio británico, James Bond, interpretado por Sean Connery. A diferencia del famoso agente con licencia para matar, Harry Palmer representa la mirada más sombría y convencional del mundo del espionaje, más cerca de los personajes de las novelas de John Le Carré que de los héroes aventureros de Ian Fleming. Un agente secreto con pinta de funcionario del Foreign Office que disfruta moliendo los granos de café mientras el resto del país descubre las ventajas de Nescafé.

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