Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Josep Pla, como guía de viajeros

Josep Pla, como guía de viajeros

Solía escribir Josep Pla (1897-1981) que pocas cosas le producían más placer que leer en la cama a Montaigne. Sin embargo, el presente libro del gran Pla no es un libro al uso del gran Pla si como tal entendemos "El cuaderno gris", esa enciclopedia definitiva sobre todo lo que importa. El diario "La Publicitat" reclama a su corresponsal en París (a Pla) para que viaje a la Rusia de 1925. Lenin lleva poco más de un año muerto, aún no ha estallado del todo la guerra entre Trotski y Stalin, y al país de los sóviets se desplaza nuestro hombre. Ahora se nos ofrece -por primera vez en castellano? el fruto de aquel trabajo, acompañado por otro texto muy enjundioso sobre la figura de Andreu Nin (escrito ya en 1959), ese sí muy del Pla al que estamos habituados.

Pla se equivoca lo suyo cuando predice el futuro de la Unión Soviética y llena sus crónicas de datos y datos sobre cultura, censura, industria, educación, sanidad... Tal parece que no pocos de sus envíos hubiesen sido escritos al abrigo del Hotel Lux (donde lo acogió precisamente Nin), pasando a limpio las montañas de informes al respecto que, sin duda, recabó. Fue Pla un hombre que entendía risueño la revolución rusa, pues resumía cualquier cambio revolucionario tan solo como un cambio de la plana dirigente. En general, se conforma con describir (y la traductora incorpora al español el neologismo «nacionalitario»): "El hombre que en Rusia se ha ocupado de una manera más continua y profunda de los problemas nacionalitarios es Stalin. Stalin es georgiano y es uno de los hombres fuertes de la Rusia de hoy". Pero Pla no puede evitar el chispazo Pla: desde citar una vieja canción campesina ("Leo a Karl Marx / ¡ay, madre mía! / Leo a Karl Marx / y no entiendo nada"), hasta demorarse en las nuevas preguntas valorativas sobre la "procedencia" de cualquier ciudadano (ese "tú de qué familia eres") y que solo tenían tres buenas contestaciones: la mejor, "de una campesina y dos obreros"; la arrepentida, "intelectual, pero no lo seré más"; la airosa, "burguesa, como la de Lenin".

En efecto, es más entretenido su retrato de Andreu Nin, que cuenta con un jocoso pasaje cuando el político le pide que prepare, allí en Moscú, un "arroz a la catalana", con margarina como ingrediente en lugar de aceite. Pla protesta: "Hay personas que se piensan que porque he escrito cuatro nimiedades culinarias ya soy una especie de profesional del ramo". Léase lo que ocurre -de la página 246 en adelante? con ese plato que se tornó en "un arroz impresentable". No se salva Nin: "Fue un resentido por llamarse Nin y Pérez, por ser hijo de un zapatero de Vendrell, por ser pobre, por no disponer de buena mesa y de buenas señoras". Ese es Pla.

Compartir el artículo

stats