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La frontera entre sueños y realidades

sueños y realidades

Los sueños son campo abonado para al especulación, son ese lugar íntimo que en el que las reglas de la realidad se derrumban causando una fascinación instantánea. Sin llegar a ponernos calderonianos y afirmar que la vida es sueño, es evidente que la humanidad ha buscado con fruición relacionar lo que vivimos en el sueño con nuestra vida cotidiana: ya sea como profecía del futuro, como explicación del presente o como vía escape a universos alternativos, sueño y realidad están condenados a entenderse y convivir. Y en ese proceso, lo onírico invade lo real y viceversa, hasta llegar a la creación y, por supuesto, a unos cómics que desde sus inicios surcan el mundo de los soñadores. Desde el mítico Little Nemo in Slumberland de Winsor McCay, los autores de historieta han aprovechado que, durante décadas, solo el cómic podía plasmar con exactitud el surreal reino de Morfeo. Un curioso ejemplo fue la revista The Strange World of Your Dreams, que en los años 50 enlazaba el género de terror y crímenes que con tanto éxito poblaba las revistas con un análisis de las pesadillas que se revestía de apariencia freudiana. Supuestos testimonios reales eran transformados por artistas de la talla de Jack Kirby, Joe Simon o Most Meskin en visitas guiadas a mundos de pesadilla, a paradojas de la realidad que el «prestigioso especialista» Richard Temple explicaba en ocasiones echando mano de una sui géneris interpretación del psicoanálisis, creando siempre obras tan alucinantes como su título prometía. La editorial Diábolo publica El extraño mundo de tus sueños (traducción de José Miguel Pallarés), un cuidado tomo con una selección de estas historias realizada por el especialista Craig Yoe que consigue dejar al lector completamente descolocado, perdido en mundos de los que no está claro que salgamos al despertar.

Hay algo matando a los niños, de James Tynion IV y Werther Dell’Edera (Planeta Cómic, traducción de Ignacio Bentz) parte precisamente de una pesadilla universal infantil, el miedo al monstruo debajo de la cama, al hidebehind que sabemos que está ahí y nos provoca sudores fríos con solo imaginarlo. Con habilidad, los autores toman ese tema primordial y lo reconvierten en rito de paso bañado en cultura pop a tutiplén: de Buffy Cazavampiros a Aliens, de Stranger Things a Demon Slayer, el batiburrillo es tan alocado e inesperado como entretenido en su desvergüenza gore.

La realidad, una terrible realidad que nos gustaría que hubiera sido soñada, es el centro de El olvido que seremos (Salamandra Graphic), donde Tyto Alba adapta al cómic la famosa novela de Héctor Abad Faciolince. Declaración de amor a un padre que sirve como escenario de un durísimo relato de la violencia enquistada en la sociedad colombiana. Alba hace una adaptación exquisita que opta por la difícil elección de hacer una traslación casi literal del texto, lo que obliga a la narración gráfica a convertirse en cadena de transmisión de sentimientos y reflexiones en paralelo, narrando esa transición entre el sueño de Héctor Abad y la pesadilla de la realidad a través del dibujo. Alba hace suyo el relato original y consigue una lectura propia de la novela desde la admiración al autor y al protagonista.

Y lo sueños son básicos para entender la infancia, ese momento donde la frontera entre lo onírico y lo real está construyéndose a través del cuento. Los Muertimer 1. Matar el Rato (Astiberri, traducción de Lucía Bermúdez) es una obra de Léa Mazé que juega precisamente con el misterio, los miedos y los cimientos de las historias que pueblan la cultura popular, pero mezclándolo con sutil destreza con los miedos más cercanos de la infancia, desde los problemas familiares a la exclusión y el bullying. Una obra sugerente y atractiva que ganó, con razón, el premio al mejor cómic infantil que otorga la asociación de críticos de cómic franceses.

Sueñen con las viñetas.

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