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DIME QUE ME LEES

Mi psicoanalista de cabecera

Mi psicoanalista de cabecera

Se llama Lydia Flem y es una señora estupenda. Muy divertida, muy guapa y muy lista. Si viviera en Bruselas, su ciudad, o en ese París que ella tan profundamente conoce, todas las semanas me tendería en su diván. De momento me contento con leerla. Freudiana ortodoxa, Lydia Flem (1952), además de psicoanalista y escritora, es una fotógrafa forjada en la estela de Man Ray. Su penúltimo trabajo, una serie sobre el confinamiento, puede verse en https://lydia-flem.com/2020/04/20/le-grand-confinement/

La editorial Alberdania ha publicado en castellano Pánico y tres textos que pueden considerarse como una trilogía de la pérdida: Cómo vacié la casa de mis padres, Cartas de amor heredadas y Cómo me separé de mi hija y de mi casi hijo. Este último también ha sido publicado en catalán y en euskera por el mismo sello editorial.

En el vestíbulo de la casa de sus padres en Bruselas, dialogaban, frente a frente, una reproducción del Guernica de Picasso y otra de Los proverbios flamencos de Peter Brueghel. Su padre había nacido en San Petersburgo y su madre, en Colonia. Huyeron de la Alemania de Hitler para refugiarse en Francia. En 1944, detuvieron a su madre por participar en la Resistencia y la mandaron a Auschwitz. El cuadro de Picasso y todo lo que representaba estaba presente en las conversaciones cotidianas de aquella casa. Antes de aprender a leer, la niña Lydia intentaba descifrar sus misterios. Pero también, cuando se quedaba sola, sus ojos se zambullían en las escenas de ese cuadro de Brueghel el Viejo, también conocido como La capa azul, o El mundo del revés. Espantada y cautivada a la vez, su mirada recorría la pintura y aquellos personajes prisioneros de tormentos y locuras. No lo sabemos, pero, tal vez ahí, esté el embrión de la profundidad de su mirada de fotógrafa, de su capacidad de observación de psicoanalista, de su voluntad de reinterpretación de escritora.

Su última obra, Paris fantasme (Seuil 2021), es un insólito recorrido por la ciudad y su historia a partir de la investigación sobre una minúscula calle, la rue Férou. Está pidiendo a gritos un editor en español. Como también lo está pidiendo su divertidísimo Je me souviens de l’imperméable rouge que je portais l’été de mes vingt ans (Me acuerdo del impermeable rojo que llevaba el verano de mis veinte años). Siguiendo el modelo de los «Me acuerdo» de Georges Perec, Lydia Flem rememora los vestidos de su memoria, combinando lo grave con lo frívolo.

Y así se acuerda de la mirada severa que el espejo nos devuelve. Pero también, del instante delicioso en el que todo da un vuelco cuando una mano desabrocha el primer botón. Lydia Flem, la vida y algunas instrucciones de uso.

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