Cuando la amistad sin interés es un valor positivo

Cuando la amistad sin interés es un valor positivo

Cuando la amistad sin interés es un valor positivo / Javier Paniagua

Javier Paniagua

Ya señalaba Aristóteles en su Ética que existen tres tipos de amistad. La de utilidad, aquella que se mantiene porque se obtiene un beneficio por una o por ambas partes. Su temporalidad está en función de la permanencia del interés, y se agota cuando este desaparece. La accidental, cuando disfrutamos de un placer con otros en un ambiente propicio, como la de aquellos que participan en fiestas, en actividades deportivas o circunstanciales.

Cuando la amistad sin interés es un valor positivo

Cuando la amistad sin interés es un valor positivo / Javier Paniagua

Pero cuando estas se acaban la amistad desaparece. Y las verdaderas, las que duran permanentemente y no están sostenidas por un interés o por una coyuntura. Se mantienen por el aprecio y la solidaridad mutua, aceptando al otro tal cual es. Este es el caso del filósofo David Hume y del creador de la economía moderna, Adam Smith, ambos escoceses del siglo XVIII en que creció una Ilustración con una proyección universal, la llamada Edad de Oro en la Historia de Escoci, donde la ciudad de Edimburgo sería conocida como la Atenas del Norte, siendo uno de los principales focos culturales de Europa. Y, sobre todo, asimilando la ilustración francesa, supo crear un estilo propio en campos diferentes.

Cuando la amistad sin interés es un valor positivo

Cuando la amistad sin interés es un valor positivo / Javier Paniagua

Destacaron el filósofo Francis Hutcheson, los antropólogos Lord Kames y Adam Ferguson, el químico Joseph Black, los geólogos James Hall y James Hutton, quien influyó en las ideas de la evolución de Charles Darwin, el lingüista Lord Monboddo, el matemático John Playfair, el novelista Walter Scott, el poeta Robert Burns o el ingeniero James Watt, creador de la máquina de vapor que contribuyó a la Revolución Industrial. Fueron estos autores, entre otros, quienes más contribuyeron al pensamiento moderno. El mismo Churchill proclamó que de todas las pequeñas naciones de nuestra tierra solo los griegos superaron a los escoceses. Escocia dejó de ser un Reino en 1707, cuando el Parlamento inglés aprobó el Acta de Unión y creó el Reino de la Gran Bretaña formado por Inglaterra, Gales y Escocia, lo que facilitó a los intelectuales escoceses la posibilidad de salir de su aislamiento.

La Iglesia de Escocia, calvinista presbiteriana, contraria a la Iglesia Anglicana, fomentó la primera educación pública europea para todos los ciudadanos. En este ambiente se desenvolvió la amistad entre Hume y Smith. Uno creador del empirismo y el otro, doce años más joven, estableció las bases de la economía liberal en La riqueza de las naciones que sigue vigente en el siglo XXI. Dennis Rasmussen, profesor de Filosofía Política de la Universidad norteamericana de Tufts, en Massachusetts, ha escrito un libro original: El infiel Profesor. David Hume y Adam Smith. La amistad que forjó el pensamiento moderno, (Arpa, 2018). Describe cómo la relación de ambos supuso la interacción intelectual que influyó de manera decisiva en sus obras. Cuando muere Hume en 1776 Adam Smith lo señala como «un hombre perfectamente sabio y virtuoso, como quizás lo permita la naturaleza de la fragilidad humana». Y ello representaba un acto valiente a favor de su amigo que había sido marginado de los circuitos académicos por sus análisis sobre la religión. Smith, como profesor de Glasgow, evitaba cualquier tipo de debate religioso para no enfrentarse al dominio de la Iglesia presbiteriana de Escocia, al contrario que Hume que no tuvo inconveniente en cuestionar las creencias religiosas. Éste, en el último año de su vida, redactó una autobiografía señalando que había conseguido vivir y morir «feliz y virtuosamente sin religión», y propuso en su testamento que Smith publicara sus Diálogos sobre la Religión Natural donde continuaba argumentando la imposibilidad de conocer la existencia de Dios.

David Hume, conocido como el gran infiel por su posición hacia las creencias religiosas, fue el mayor representante del empirismo porque solo a través de nuestra experiencia podemos alcanzar el conocimiento, y por ello rechazaba la existencia de ideas innatas y que la razón, por sí sola, alcance a la verdad. El sentimiento moral está circunscrito a las pasiones de la naturaleza humana. Sentimos gozo y repulsa hacia los actos cometidos, al igual que padecemos dolor o experimentamos placer, y a partir de ahí la razón analiza los sentimientos y prescribe normas de conducta sobre lo justo y lo injusto. La moral, por tanto, depende de las pasiones sentidas, y rechaza la idea que había expuesto Bernard Mandeville en La Fábula de las abejas según la cual todos nuestros actos se rigen por el egoísmo, incluso los de apariencia de generosidad hacia otros, porque lo único que buscamos es nuestra propia satisfacción. Hume, para superar el relativismo moral, apelaba a los sentimientos de bondad y amor al prójimo que adquieren carácter universal y no están motivados por nuestro provecho. De igual manera, Adam Smith acusa a Mandeville de no distinguir el bien del mal, el vicio de la virtud. Existe una empatía (en sus escritos simpatía) que nos hace identificarnos con la felicidad o la desgracia de otros seres humanos y ponernos en su lugar.

La obra de Newton estimuló a David Hume a escribir su Tratado de la Naturaleza Humana (1739-40) a los 26 años, e Investigación sobre el Entendimiento humano pero su fama le vino con su Historia de Inglaterra. Adam Smith, considerado el Newton de la Economía Política, leyó y entendió la obra newtoniana y escribió La teoría de los sentimientos morales y La riqueza de las naciones. Ambos autores, con caracteres diferentes, coincidieron en explicar la condición humana, su relación se establece alrededor de 1739 y, desde entonces, su correspondencia se concretó en 15 cartas de Smith a Hume, y 41 de este a Smith. En total 56 cartas. Ambos, con sus diferencias, introdujeron una línea intelectual que cuestiona que la sola razón pueda explicar el comportamiento humano.

el pensamiento moderno. La versión original y la edición española de El Infiel y el Profesor. David Hume y Adam Smith. La amistad que forjó el pensamiento moderno de Dennis Rasmussen. Y Diálogos sobre la religión natural, de David Hume.

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