Tierra de inmortales

Una novela de admiración a Sagunt y con conocimiento histórico de la gran gesta de su lucha por la libertad y contra la esclavitud

Tierra de inmortales

Tierra de inmortales / Levante-EMV

Federico Martínez Roda

Federico Martínez Roda

La obra Tierra de Inmortales es una novela histórica, género literario que está dando en este siglo XXI una pléyade de buenos escritores, como Begoña Valero o Juanfran Ferrándiz, que abordan temas localizados en tierras valencianas. En esta ocasión se narra la tragedia de la ciudad fortificada de Sagunto, cuando en el siglo III a. C. fue sitiada, tomada y destruida por las huestes cartaginesas de Aníbal. Siendo un hecho histórico tan notable, una gesta que debería dar «material» suficiente para ensalzarla en poemas épicos como los de Homero y, sobre todo, una tragedia tan grande como ejemplarizante para los siglos venideros, lo cierto es que en la Valencia actual está fuera del foco; no se le da la trascendencia y el énfasis que merece.

La tragedia de Sagunto, para todos los valencianos que se precien y se consideren amantes de su tierra y defensores del don más precioso que tenemos los seres humanos, que es la libertad, debería ser un referente indiscutible, pero ya se sabe que los hechos históricos sufren también su «purgatoria», como los autores literarios y son olvidados o recordados intermitentemente.

En esta ocasión, el autor, Eric Rogal ha querido rendir homenaje a los «inmortales» de aquella epopeya. Bajo este seudónimo tenemos a Enrique Rodríguez Galdeano, un catedrático de Instituto de fuste, doctor en Filología Clásica y profundo conocedor de la Historia tanto de la Antigüedad como de la de Valencia en todas sus épocas, lo que ha demostrado con la publicación de otras obras como Hecatombe, acerca de la expulsión de los moriscos del Reino de Valencia en el siglo XVII, Héroes, sobre las Germanías, en el siglo. XVI y ahora con sus Inmortales nos traslada a la segunda mitad del siglo III a. C. y a la epopeya que, en el año 219, vivió «Saguntum», antes conocida como «Arse», y que adoptó finalmente ese nombre, dado por los romanos, muy probablemente por el influjo de sus moradores de origen griego, procedentes de la isla de Zacinto o Zakyntos.

Al ser una obra a la que el autor ha querido dar forma novelada, con la intención de hacerla más amena, cercana e instructiva, como es su estilo en todas sus anteriores relatos de base histórica, y así poder reflejar, con mucha más libertad lógicamente, pero sin traicionar al cronista romano, los hechos narrados por el historiador latino Tito Livio, en su Libro XXI de su obra Ab urbe condita. Así, esta novela, redactada en un estilo muy claro y pedagógico – el autor ha sido toda su vida profesor, y en concreto lo fue durante más de varias décadas y estuvo destinado en cinco Institutos de Bachillerato de la Comunitat Valenciana – traslada al lector, de una manera magistral, a esa época lo que resulta indispensable para conocer a fondo qué fue lo que ocurrió en Sagunto en esas fechas grabadas en la Historia con letras de oro y de manera indeleble.

La novela, publicada por la Editorial Saralejandría de Castellón, consta de 314 páginas, dividida en 24 capítulos breves. De lectura agradable y sencilla, se lee fácilmente y con fruición, traslada al lector plenamente a aquel siglo trágico. La narración está perfectamente documentada, inspirada en el historiador Tito Livio, pero también ha utilizado fuentes contemporáneas como la biografía de Aníbal, redactada por Mirko Jelusich. Sin embargo, por su estilo narrativo, no tiene nada que ver con una crónica ni con una biografía, sino que crea, como es habitual en él, una atmósfera que introduce en esa época y, a la vez, se refiere a muchos personajes que representan a los que vivieron aquel drama y que los saca de su oscuro e inmerecido anonimato.

La novela da pie a conocer la historia de los habitantes de lo que tras la fundación de Valentia, en el año 138 a.C. serían los primeros valencianos. Dedica la novela entera a rememorar la historia de un enclave íbero en proceso de romanización truncada, como lo fue Sagunto. Además, da un toque personal que nadie se imagina y puede dejar a los lectores desconcertados: en la misma obra sienta las bases y sabe poner los elementos necesarios para explicar la maravillosa reconstrucción y perpetuación, en los siglos venideros de lo que sería una nueva e inmortal Sagunto.

En resumen, se trata de un viaje literario al Sagunto y la Iberia de aquellos tiempos. Nos hace vibrar con la épica de los saguntinos del siglo III a.C. y recordar cómo supieron realmente hacerse inmortales por defender su libertad y entregar su vida, antes que, al ser vencidos, convertirse en esclavos de Cartago. Probablemente, la lectura de este libro despertará en muchos lectores en el tiempo actual que nos ha tocado vivir, una devoción y hasta pasión por la defensa de la libertad, que es un bien intemporal, tanto de hace veinticuatro siglos como de la rabiosa actualidad.

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