Andrés Badía sí ha podido vender este año las naranjas, aunque cobrará por ellas menos de la mitad que la campaña anterior. Se considera un afortunado en medio de una coyuntura desastrosa para el campo. «El año pasado podía vender la naranja a 450 pesetas, pero éste la he vendido a 200 pesetas y aún tengo que dar las gracias cuando con esto no te da para nada», lamenta.