Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Iniciativa

Pedalear 5.000 kms con la solidaridad como meta

El profesor de gimnasia que lanzó una aventura deportiva para recaudar fondos traspasará la frontera española esta noche, tras 44 días

El profesor de Educación Física, en tierras alemanas. @barba_ros

La solidaridad mueve pedales. José Francisco Almendros, un profesor de Educación Física de Carcaixent, arrancó el proyecto Barba-ros con este objetivo: convertir retos deportivos en aportes económicos destinados a asociaciones benéficas que los necesitasen. Todo para poner en práctica lo que intenta enseñar también en sus clases: la transmisión de valores a través del deporte. Una filosofía que ha plasmado con su primera aventura con Bárba-ros: un viaje en bicicleta por más de 5.000 kilómetros, desde el noruego Cabo del Norte, el extremo más septentrional de Europa, hasta su Carcaixent natal. En el que es su 44º día de viaje, Almendros ya se encuentra al sur de Francia, a una semana de viaje de su destino. La previsión era cruzar esta tarde la frontera y hacer noche ya, por fin, en tierras españolas.

Mediante esta odisea ciclista, Almendros está recaudando fondos para la entidad benéfica Tots sumem, una asociación de Carcaixent que ayuda a personas con diversidad funcional. Este era también otro de sus objetivos: que el destino de lo recaudado fuese a parar a su localidad, en vez de a alguna gran ONG. «Siempre se piensa en ellas como beneficiarias, pero en Bárba-ros queríamos centrarnos más en lo que tenemos a nuestro entorno más cercano», explicó Almendros.

Cincuenta días, siete países

Un viaje de más de 5.000 kilómetros no es moco de pavo. La ruta comenzó en la estatua de Nordkapp, el tercer día de julio, y desde ahí ha seguido los eurovelos „las rutas ciclistas de larga distancia„ hacia el sur, a un ritmo de unos 130 kilómetros diarios, aunque con algún pico de rendimiento. Cruzó el mar Báltico hacia Dinamarca a los 19 días de viaje, tras cruzar toda la península escandinava. En el vigésimotercero llegó a Alemania, no sin que antes un periódico danés se hiciese eco de su aventura. Allí fue acompañado unos días por su amigo Carlos, residente en Hamburgo, lo que le permitió encarar el reto de otra forma cuando ya empezaba a ponerse cuesta arriba. En el trigésimo tercer día llegó a Charleroi, en Bélgica, y en la jornada siguiente cruzó la frontera con Francia, el penúltimo país de su viaje. Tras diez días en tierras francesas, hoy cruzará la frontera y hará noche, por fin, sobre suelo español.

Muchas dificultades

Estos miles de kilómetros de viaje no han estado exentos de imprevistos. Pinchazos de ruedas, tormentas... El último, el más grave, tuvo lugar el pasado domingo, cuando se le rompió el tornillo que enganchaba a la bicicleta las alforjas con su equipaje. Ante la imposibilidad de repararlo, se lo dejó todo „tienda, esterilla y mantas, algo de ropa y zapatillas de descanso„ en casa de una familia francesa que le acogió. «Espero que no me lo roben», reía, «les he dejado mi dirección y me lo enviarán a casa. Lo peor es perder la tienda, obliga a tener que buscar alternativas para pasar la noche, ya que no puedo dormir al raso», explicó. Por ello, cada noche intenta cerrar el sitio en el que dormir al día siguiente, «para no estar todo el tiempo sobre la bici, rumiando sobre dónde pasar la noche». A estas alturas, asegura, el reto se ha convertido en un desafío más mental que físico. «Las piernas van aguantando, aunque no puedo ya completar jornadas tan largas como antes». Los ánimos recibidos por parte de los (muchos) seguidores de la aventura le ayudan a sobrellevarlo. Todos le esperan, con los brazos abiertos, el próximo 21 de agosto.

Compartir el artículo

stats