La sección segunda de la Audiencia de València ha absuelto a un profesor de kárate afincado en la Ribera de la acusación de abuso sexual a dos menores de muy corta edad -entre tres y cuatro años- en un gimnasio que regentaba en la Costera. El Ministerio Fiscal había solicitado 24 años de prisión, si bien la sentencia, fechada el pasado 20 de noviembre y notificada ayer, concluye que la garantía que supone la presunción de inocencia exige que se puedan proclamar unos hechos que sean «objetivables o verificables de un modo racional» mientras que, en el caso enjuiciado, «los obstáculos para ello son insalvables». «Los estándares probatorios mínimos ante conductas de la gravedad de las enjuiciadas en este procedimiento deben ser especialmente exigentes y aptos para generar un grado de certeza suficiente en relación a cuales han sido las conductas punibles atribuidas al acusado y, en caso de duda, a pesar de existir algún indicio de que ello haya podido ocurrir, la regla aplicable es el 'in dubio pro reo', esto es, la absolución del reo», argumenta el fallo.

El acusado, defendido por el abogado alcireño Bernardo Palomares León, ya fue absuelto hace tres años de una acusación de pederastia a una alumna de seis años en una localidad de la Ribera. La defensa esgrimió en el juicio celebrado el pasado mes de octubre que se había producido una contaminación o contagio entre ambos casos y que las pruebas no eran concluyentes para una acusación de tal gravedad. La sala admite que «no es descartable» en base a las diferentes declaraciones que la madre que interpuso la primera denuncia en la Costera hubiera tenido conocimiento del caso anterior -sin que sea posible determinar qué datos le fueron comunicados de la anterior y en qué momento- «lo que podría haber influido en la interpretación o reconstrucción de lo que su hijo les manifestó a ella y a su marido», un relato que dio lugar a la acusación contra el profesor de kárate. El menor había manifestado en casa, al coger un chupa-chups, que así era como «chupaba la chorra» al profesor de kárate que, previamente, le había tapado los ojos y le había creer que era una «chuche». No obstante, la declaración del niño en la prueba preconstituida de la exploración no corroboró las palabras de los padres.

El resto de pruebas practicadas arroja un resultado «neutro» ya que, según expone el fallo, «ni añaden ni quitan capacidad incriminatoria a las declaraciones de los padres de los menores o a la tesis exculpatoria de la defensa» por lo que la acusación únicamente dispone de la declaración de testigos de referencia, en este caso los progenitores de los menores, «lo que impide atribuir al procesado, más allá de toda duda razonable, la conducta pederasta que se le imputa, dado que con el solo testimonio referencial no puede reconstruirse válidamente el hecho apto para fundar una imputación si es la única prueba de cargo de la conducta criminal».

Bernardo Palomares señaló ayer que «no cabe duda de que la segunda denuncia interpuesta estaba viciada por los hechos que, sin justificación alguna, se denunciaron con anterioridad» y de los que el profesor de kárate ya resultó absuelto en su día.