Cumpleaños ruidoso en Alzira

Alzira conmemora con un acto demostrativo el quinto aniversario de la declaración de la Tamborada como Patrimonio Inmaterial de la Unesco

El toque de tambores es uno de los elementos más característicos de la Semana Santa alzireña

Quinto aniversario de la declaración de la Tamborada como Patrimonio Inmaterial de La Unesco

Perales Iborra

Los tambores han resonado en las calles de Alzira a pesar de que no es Semana Santa ni había programado ningún ensayo de sus cofradías. La ciudad ha celebrado con el ruido de sus cajas y bombos el quinto aniversario de la declarción de la Tamborada como Patrimonio Cultural Immaterial de la Humanidad por la Unesco. 

La banda de tambores de la Junta de Hermadades y Cofradías de Alzira reunió en la tarde de ayer a autoridades locales, festivas y vecinos alrededor del monumento dedicado a los cofrades, en la calle Faustino Blasco. Desde allí partió hacia el museo municipal, donde se celebró una mesa redonda y se realizó una exhibición del que es uno de los elementos patrimoniales más significativos de la ciudad.

Alzira representa mejor que nadie el significado de las Tamboradas y su evolución. La dificultad y el nivel de los toques ha crecido con cada encuentro, y la designación de la Unesco anima todavía más a los jóvenes a formar parte de una tradición que ya conforman varias generaciones familiares.

El toque de tambores es, junto a los doseles, una de las señas de identidad de la Semana Santa de Alzira, que ya se ganó la consideración Fiesta de Interés Turístico Nacional hace treinta y cinco años. Sin ellos, ni los encuentros ni la procesión del Santo Entierro tendrían el mismo significado. 

La Tamborada alzireña se presentó junto a representantes de otras dieciséis localidades repartidas en cinco comunidades autónomas y obtuvo, en 2018, un reconocimiento al que ya había optado con anterioridad. Sin embargo, la candidatura quedó aparcada en 2014 para retomarse varios años después. Con un resultado inmejorable, ya que supuso alcanzar el segundo reconocimiento para la ciudad de parte de la Unesco. Antes lo hicieron las Fallas, de forma similar, ya que también se formó una candidatura conjunta en la que participaron varias ciudades con una notable tradición josefina.

Representó, igualmente, la tercera manifestación festiva y cultural reconocida por la Unesco en la Ribera, ya que previamente lo fue la Festa de Algemesí. En los últimos años, se han añadido también la Maerà de Antella y el toque manual de campanas en Algemesí.