Cullera escarba la montaña para convertir su antigua batería antiaérea en un museo

Arqueólogos y expertos municipales rescatan el refugio, el puesto de mando y el nido de ametralladoras que defendía la costa durante la Guerra Civil

El objetivo es restaurar los túneles para generar un itinerario turístico y museográfico

El puesto de pobservación y mando tenía un nido de ametralladoras

El puesto de pobservación y mando tenía un nido de ametralladoras / Joan Gimeno

Los arqueólogos escarban la montaña de Cullera. El Cabo del Faro está siendo motivo de una intervención que persigue rescatar y poner en valor la defensa antiaérea de la costa mediterránea durante la Guerra Civil. Expertos municipales y de la Universidad Politecnica de Valencia se adentran en un refugio antiaéreo construido y operado por el Ejército de la República cuyo objetivo era defender la costa de los posibles ataques de la aviación franquista. Y tras su restauración se convertirán en otro de los atractivos turísticos de la bahía.

 El enclave militar estaba formado por tres estructuras interconectadas: una batería antiaérea, el puesto de observación y mando, y un nido de ametralladoras. Los tres elementos quedaron inmersos en una trama urbana formada por edificios de gran altura y lo que se pretende ahora es entrelazarlos para aprovechar su valor histórico y turístico.

El plan consiste en conservar, restaurar y poner en valor los bienes existentes para generar un itinerario museográfico que permita exhibir tanto del interior como del recorrido entre ellos para explicar su función y conexiones. En la primera fase ya se interviene sobre las baterías antiaéreas y su entorno. La segunda fase rehabilitará el puesto de mando y observación, y en la tercera se recuperarán los restos del nido de ametralladoras y su entorno.

El pasado siempre vuelve. Cullera recupera el refugio aéreo del Faro

El pasado siempre vuelve. Cullera recupera el refugio aéreo del Faro / Joan Gimeno

Galería subterránea

La batería antiaérea se encuentra ubicada en suelo público, en la loma del cabo y a ella se puede acceder desde la calle Ermita del Faro. En un vértice de la galería se encuentra el polvorín. El desarrollo es horizontal. Presenta un doble acceso con puertas en las caras noroeste y oeste de la montaña, al abrigo de los posibles ataques. El desarrollo de la galería tiene los quiebros característicos que engatillan el recorrido, para favorecer la defensa. En el tramo que da acceso por el oeste, el de mayor longitud, se descubren dos salas de descanso para el cuerpo de guardia. En ambos recorridos aparece una ampliación en nicho, probablemente para actuar como refugio. 

Se recuperará el puesto de observación y el polvorín, que quedaron olvidados ante el auge urbanístico del Faro

En el cruce de los dos recorridos se encuentra el polvorín, con la conexión directa con la superficie a través del conducto del montacargas de munición. La profundidad de la galería respecto a la cota de superficie exterior es variable. La mayor profundidad la ofrece el polvorín con algo más de 8 metros. Los accesos se realizan a través de dos puertas.

Túneles para soldados de artillería

Túneles para soldados de artillería / Joan Gimeno

Vandalismo

El interior ha sufrido vandalismo, pero no intervenciones de obra, por lo que el estado original es claramente identificable en lo que se refiere a revestimientos y acabados. Los elementos estructurales metálicos han sufrido oxidación y deterioro. Los revestimientos están alterados por la realización de grafitis y se han perdido en parte debido a la humedad de la montaña, que se filtra al través de los muros y la bóveda. El pavimento, de hormigón, en cambio, está en buen estado.

El sello de la compañía artillera grabado en la pared del túnel

El sello de la compañía artillera grabado en la pared del túnel / Joan Gimeno

Han desaparecido las instalaciones originales, tanto la eléctrica como la de elevación y parte del tubo del montacargas ha sufrido derrumbes, cuyo escombro está acumulado en el polvorín. El exterior, en cambio, está muy intervenido. Se trata de un espacio sometido a la voracidad urbanística que afecta a las playas.

Una intervención que prima respetar las piezas originales

Se pretende recuperar el aspecto original de la batería antiaérea. Para ello se eliminarán los elementos impropios. Los originales se restaurarán y se ha optado por restituir solo aquella parte que sea documentable. La intervención se limita a la iluminación y la ventilación interior, descartándose instalaciones de fontanería o acondicionamiento climático.

Ya se han realizado todo tipo de catas arqueológicas en el refugio antiaéreo para comprobar el estado de las paredes, las bóvedas o el forjado de la rampa de subida de la munición. También se ha adecentado y desbrozado la zona externa del refugio y la batería antiaérea para adecuar los accesos.

La galería se impermeabilizará para evitar la entrada del salitre ante la proximidad del mar. En una tercera fase se actuará en el puesto de mando, desde donde se controlaba la costa y donde se daban las instrucciones precisas a las baterías para actuar en caso de ataque por mar.  

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