Cullera reabrirá el búnker que vigilaba la costa en la Guerra Civil

El ayuntamiento busca subvenciones para restaurar y abrir al público el puesto de mando que inspeccionaba el litoral 

Se excavó en la montaña

El cabo de la bahía se convirtió en un punto estratégico que permitía defenderse de ataques aéreos y marítimos

Techo exterior del búnker, hoy rodeado de bloques de apartamentos turísticos, del Faro.

Techo exterior del búnker, hoy rodeado de bloques de apartamentos turísticos, del Faro. / Levante-EMV

La rehabilitación del refugio antiaéreo ubicado en la zona del Faro de Cullera, que ha convertido ese vestigio histórico en un espacio museístico visitable, va a completarse con la restauración de otra huella del periodo más negro de la historia contemporánea española: el búnker que se construyó en la misma montaña de Cullera para vigilar la costa mediterránea valenciana hasta Dénia, y responder a los ataques aéreos que el ejército sublevado comandado por el general Franco lanzaba contra las tropas del gobierno republicano. Se trata de una importante infraestructura militar y de uno de los pocos vestigios que Cullera conserva del paso de la Guerra Civil por el municipio.

No fue casual que se construyera un refugio en ese lugar, puesto que la posición estratégica de Cullera en la línea defensiva de la costa valenciana lo aconsejaba, máxime cuando desde Valencia hasta Dénia el único accidente geográfico que dificultaba la vigilancia y defensa costera era, precisamente, el cabo de Cullera. 

Acceso al búnker.

Acceso al búnker. / Levante-EMV

Esa superficie rocosa que se abría ante el acantilado del faro ha sido siempre un punto clave para la defensa del territorio. En el siglo XVI, ante los ataques y la amenaza que planteaban las frecuentes incursiones de los piratas berberiscos, ya se construyó en ese preciso lugar una torre vigía, la Torre del Cap del Far, para el control costero y el avistamiento de bajeles piratas. El peor ataque lo protagonizó el pirata Dragut en 1550. No muy lejos de allí se le dedica ahora un museo a ese famoso bucanero en una de las grutas que utilizaba para esconder las embarcaciones.

El torreón de vigilancia fue demolido al iniciarse la Guerra Civil para ubicar allí los nidos de ametralladoras y otras piezas de artillería, el refugio y el almacén de armamento que todavía perduran. Ese baluarte militar se completaba con otra unidad desconocida incluso para muchos habitantes de Cullera: un búnker ubicado en un promontorio próximo desde el que se vigilaba el litoral y que albergaba el puesto de mando avanzado.

Vista excepcional del litoral

Se trata de una construcción excavada en la montaña, aprovechando la pendiente de la ladera este, donde se abre la ranura de control y vigilancia. Al búnker se accede a través de un corredor lateral, también horadado en la roca. La parte superior conforma una especie de plataforma desde la que se obtiene una vista excepcional de la costa valenciana. 

Zona interior del búnker.

Zona interior del búnker. / Levante-EMV

Se construyó con cemento armado y hierro que forraban literalmente la cavidad excavada en la montaña, lo que le confiere una excepcional resistencia ante cualquier ataque armado. Desde ese punto, la visión de la costa es diáfana y panorámica.

Su construcción explica el derribo previo de la Torre del Cap del Far que, sin duda, no sólo impedía la ubicación de los nidos de ametralladora, sino que dificultaba el control costero. En el búnker se encontraba el puesto de mando avanzado, que controlaba la franja costera desde el Cabo de Cullera hasta Dénia. De allí se transmitían órdenes a las baterías de defensa costera.

El ayuntamiento ya cuenta con un proyecto de recuperación del búnker. La restauración está pendiente de la llegada de alguna subvención que ayude a financiar la obra. Es un trabajo ambicioso con el que quedaría finalizada la rehabilitación de los vestigios de la contienda civil española. 

Vista frontal del refugio.

Vista frontal del refugio. / Levante-EMV

Sede de batallones

Cullera ganó importancia durante la Guerra Civil al ser un enclave geográfico estratégico y ganó aún más relevancia al trasladarse el gobierno republicano a Valencia. La ciudad ribereña albergó varios batallones. El de Obras y Fortificaciones se encargó de construir el Refugio del Faro y los nidos de ametralladoras. El Batallón de Carabineros nº 45 se ocupó de vigilar el litoral del Brosquil. También acogió el Grupo de Alumbrado e Iluminación, el Grupo de Seguridad de la 18 Compañía Urbana y un destacamento. En el castillo se instaló el puesto de Observación nº 0611 de la Red de Escucha de la DECA (Defensa Especial Contra Aeronaves), que dependía del Ministerio de Marina y Aire. Y también se habilitó espacio para la Subsecretaría del Aire y la Comandancia Exenta de Ingenieros. En Cullera, del mismo modo, se localizaban otros organismos estatales como la Defensa Especial Contra Aeronaves (DECA), encargada de organizar la defensa antiaérea de la población civil. Albergó igualmente el Comité Local de Defensa Pasiva, encargado de organizar y construir los refugios y concienciar a la población civil ante un posible ataque, y la delegación de Sanidad y de Asistencia Social, encargada de organizar las Brigadas Sanitarias y la creación de hospitales. Fue, al mismo tiempo, sede del Consejo Municipal Antifascista, del Socorro Rojo, encargado de tareas sanitarias, y de la Comisión de Ayuda y Cooperación.