Madrugones, despertadores que suenan en el momento más inoportuno, carreras por llegar a tiempo al colegio, a casa, a una reunión? Han vuelto los temidos exámenes, las entregas de trabajos, las oposiciones? La gran rutina estresante. Vivimos en una sociedad estresada, siempre con prisas. A pesar de todos los avances tecnológicos de los que disponemos, tenemos tareas pendientes de ser realizadas.

Todo ello conlleva que cada vez a más personas (niños, adolescentes y mayores) les afecten todas estas situaciones, viéndose reflejadas en su salud oral. Ante tanta tensión y ansiedad, los pacientes pueden desarrollar hábitos orales perjudiciales , como el bruxismo. Esta denominación corresponde a la acción de apretar o hacer rechinar los dientes superiores contra los inferiores. El bruxismo puede ser diurno (el paciente (bruxómano) lo realiza de forma voluntaria) o nocturno (el paciente, denominado bruxista, los rechina mientras duerme de forma involuntaria, por lo que es más difícil de controlar).

En sus bocas podemos ver que la mayoría de los dientes están desgastados por la zona del esmalte cercana a las encías y por su cara masticatoria, viendo «valles o depresiones» en vez de «cúspides o montañas». Al igual que el diamante raya a otro diamante, el esmalte dental (apa más externa, visible, dura y protectora del diente) desgasta el esmalte de otro diente si los usamos de forma incorrecta. Masticamos durante 20 minutos aproximadamente por cada comida que realizamos al día. Entre ingestas, nuestra musculatura masticatoria y nuestros dientes deben permanecer en cierto descanso y reposo evitando su fatiga y desgaste.

El paciente que bruxa puede notar problemas tanto a nivel dental debido a la pérdida de esmalte (fracturas, sensibilidad a las cosas calientes, frías?), a nivel muscular (fatiga muscular masticatoria sobre todo por las mañanas), a nivel articular (dolor o inflamación de la articulación temporomandibular-ATM, dolores de oído, de cabeza, más estrés y tensión).

Los objetivos principales preventivos se basan en el manejo de la ansiedad y la reducción del estrés para poder disminuir el bruxismo en las personas propensas a él.

Los objetivos del tratamiento van enfocados a reducir las molestias, prevenir el daño dental y disminuir el rechinamiento entre los dientes. Por ello se recomendará evitar comer alimentos muy duros, no mascar chicle, beber mucha agua, dormir bien, realizar ejercicios fisioterapéuticos bucales, relajar músculos faciales y mandibulares, reducir el estrés diario, utilizar férulas de relajación (parte del tratamiento rehabilitador mediante el uso de aparatos diseñados por su dentista para ser interpuestos entre las arcadas dentarias superior e inferior con el fin de proteger los dientes, evitando su deterioro y los problemas de ATM). Como existen diversos tipos, el odontólogo/estomatólogo indicará cuál es el más conveniente en cada caso.

Siempre es mejor prevenir que curar, pero si el deterioro se ha producido, hay que intentar remediarlo cuanto antes. Y es que al igual que la cara es el espejo del alma, el estado bucal del paciente nos habla de su estilo de vida. Y en estos casos, éste debería mejorar.