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«Al principio piensas que es un niño rebelde, maleducado o desobediente»

Los padres tienen que hacer un largo peregrinaje entre la sanidad pública y la privada hasta tener un diagnóstico

«Al principio piensas que es un niño rebelde, maleducado o desobediente» J. C.

En un niño con TDAH son frecuentes las discusiones constantes con los padres y el «no» siempre por respuesta. Todo ello acaba por agotar a los cuidadores, de ahí la importancia de agruparse en asociaciones de autoayuda como la de Gandia.

Las primeras rabietas, tanto en casa como en la escuela, empiezan entre los 3 y los 5 años. «Al principo piensas que es un niño rebelde, maleducado o desobediente», apunta Amparo Cardo, de la asociación gandiense. Sin embargo, con el tiempo los padres descubren que estos problemas de conducta no son simples travesuras y no dependen de la educación del niño, sino de su biología y desarrollo cerebral.

El TDAH acapara la mayoría de las consultas de pediatras y psiquiatras infantiles. Ahora bien, no todos los niños demasiado «movidos» tienen TDAH ni es preciso medicar a los afectados sin necesitarlo. Con frecuencia las familias tienen que pasar un largo peregrinaje entre la sanidad pública y la privada hasta tener un diagnóstico certero.

Donde más tiempo se invierte es en conseguir ajustarles la medicación. Los familiares también señalan algunas trabas burocráticas a la hora de reconocerles algún grado de discapacidad psíquica, en el caso de que la padezcan.

Si no se trata desde la infancia el TDAH se puede perpetuar en la edad adulta, desencadenando problemas graves como fracaso laboral, dificultades para entablar relaciones sociales y de pareja, frustración, accidentes de tráfico, caídas, adicción a las drogas o delincuencia. Con todo, también hay motivos para el optimismo, ya que despuntan en aquellas facetas que más les gustan. Hay muchos famosos con TDAH. El actor y rapero Will Smith o el nadador olímpico Michael Phelps, por ejemplo, fueron niños hiperactivos.

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