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Celebraciones

Acoso a las despedidas en Gandia

La Policía Local controlará las salidas y llegadas del catamarán en el que se realizan fiestas en alta mar para controlar el uso de megáfonos, el griterío y otros comportamientos incívicos. El ayuntamiento acabó con las charangas hace dos años

Un barco lleno de jóvenes celebrando despedidas en el Moll dels Borja de Gandia. levante-emv

Las despedidas de soltero en Gandia no se pueden prohibir. El ayuntamiento, de hecho, no quiere. Pero es una práctica que no gusta, ni al departamento de Turismo, ni al de Seguridad Ciudadana ni a la Policía Local. Pero lo que sí que está en manos de la administración local es poner en marcha todos los mecanismos necesarios para atar muy en corto estas fiestas y seguir reduciendo las molestias que generan por ruidos y comportamientos incívicos.

Si hace ya dos veranos desaparecieron de las calles de la playa de Gandia las charangas que acompañaban a los grupos de chicos y chicas que celebran el fin de la soltería de uno de ellos, el siguiente paso es aumentar la presión policial en aquellas zonas en las que habitualmente se concentran. Es lo que ya está haciendo la Policía Local.

Sobre todo en fin de semana, que es cuando se celebra un mayor número de despedidas en la ciudad, durante los próximos meses de verano, las patrullas se situarán de forma estática en lugares estratégicos, como el punto desde el que sale y al que llegan los catamaranes sobre los que se celebran fiestas en alta mar, en el Moll dels Borja. La intención es «que noten el aliento policial en la nuca», señalaba ayer el intendente, Marc Cuesta, en una rueda de prensa en la que compareció junto a la concejala de Seguridad Ciudadana, Àngels Pérez. «Cuando llegamos, les avisamos de que no pueden ir con megáfonos, ni gritar por la calle, que son prácticas que generan molestias».

Esa presión se trasladará también en los entornos de los chiringuitos, otra de las paradas habituales de los grupos que celebran despedidas en Gandia. Los agentes vigilarán de cerca los trayectos que siguen los jóvenes con el objetivo de conciliar al máximo la convivencia entre aquellos que quieren descansar con los que buscan divertirse.

Cuesta, a preguntas de este periódico, apuntaba que desde el ayuntamiento no hay ninguna intención de prohibir la celebración de despedidas en las calles del casco urbano de la playa. «Gandia es una ciudad turística, donde la gente viene a divertirse. No prohibimos nada. Lo que queremos es que se comporten», señalaba.

El jefe de la Policía Local avisó de que hay actitudes que la Policía Local no va a tolerar, como «mear en las palmeras de la primera línea de la playa» o «encontrarnos a un joven, desnudo, atado a una farola y solo», situaciones que no ha sido nada extraño encontrar en la ciudad en años anteriores.

La alcaldesa, Diana Morant, ya aseguró hace unos años que la imagen que dan las despedidas a la ciudad no corresponden con el modelo turístico de excelencia y calidad en el que se está trabajando durante la actual legislatura.

Con el aumento de la presión, el ayuntamiento pretende ir arrinconando las despedidas para que Gandia deje de ser una ciudad amable para este tipo de celebraciones.

Durante la última década, la organización de despedidas se había convertido en un negocio muy rentable en Gandia, en el que estaban implicadas empresas del ocio, firmas que ofrecen actividades como el catamarán y locales de hostelería, que se unían para vender paquetes completos a jóvenes llegados desde toda España a precios muy asequibles, a veces, incluso, con alojamiento incluido.

Muchos de ellos se quedaban en apartamentos alquilados causando molestias a los vecinos y destrozos en zonas comunes.

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