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La cruzada contra el ruido se extiende

El movimiento vecinal surgido esta semana en la playa de Tavernes recuerda al que en 2012 se puso en marcha en Gandia con una reunión a la que de forma sorprendente acudieron centenares de personas ? El debate: conciliar ocio y descanso

Reunión en el parque del Clot de la Mota de la playa de Gandia de la que surgió la asociación. levante-emv

La historia se repite. Vecinos hartos de soportar ruido y otro tipo de molestias que perturban el bienestar en el interior de sus viviendas deciden organizarse e iniciar una lucha sin tregua contra las administraciones y todas aquellas entidades que se interponen entre ellos y su descanso. Esta misma semana, un grupo de propietarios de la playa de Tavernes de la Valldigna iniciaban una andadura que, por ahora, no se sabe hasta dónde les llevará pero que tiene un objetivo muy claro: Conciliar el descanso con el ocio.

Seguro que a muchos les suena esta situación. Hace ya seis años, pero en la playa de Gandia, un grupo de vecinos grito «basta». El movimiento surgió casi de forma espontánea. Todo empezó con un mensaje que empezó a correr a través de las redes sociales. El texto convocaba a una reunión vecinal en el parque del Clot de la Mota. Ese día, centenares de personas se unieron bajo un mismo deseo: Poner fin a años de molestias por el ruido de las discotecas, los gritos por la calle y una actividad en auge, los pisos que se alquilan para despedidas. Aquello fue el germen de la actual Asociación de Vecinos por la Convivencia de Gandia.

La entidad presidida por Paco Pajares, sigue, a día de hoy, con su lucha incansable por lograr la tranquilidad y descanso de los vecinos. Lo cierto es que el trabajo no está acabado pero no se les puede negar que han dado pasos importantes.

Empezaron con una manifestación como pocas veces se han visto en Gandia, con centenares de personas cortando la primera línea de la playa. Hicieron a todos los candidatos a gobernar la ciudad a partir de 2015 firmar un pacto contra el ruido, que aún hoy siguen reclamando que se cumpla. A través de denuncias han logrado la declaración de Zona Acústicamente Saturada (ZAS) la plaza del Castell, han cerrado pisos que se usaban para despedidas y han plantado cara al ayuntamiento sin tener el cuenta el color político. Sin duda, en estos años han logrado generar otra sensibilidad en las autoridades municipales, que se han puesto las pilas en obligar al cumplimiento de la ordenanza de convivencia cívica. Si bien, nunca han conseguido mantener una relación fluida con las autoridades municipales, que, a su entender, no van al ritmo que ellos demandan en el cumplimiento de las leyes.

La nueva plataforma vecinal que surge en Tavernes de la Valldigna responde a la necesidad de buscar una solución a los vecinos que padecen el ruido que generan los festivales como el Iboga, que se celebra en julio, o el Mediterránea.

El movimiento lo pusieron en marcha tres vecinos. Una pegada de carteles por la playa y una campaña con el coche que emite anuncios fue suficiente para reunir a un centenar de personas el pasado martes. Aunque en principio el objetivo es hacer frente común para presionar al ayuntamiento a que busque un espacio alternativo a la celebración de estos eventos, algunos pidieron que la acción de la plataforma vaya más allá y que incluya otras actividades que a algunos de ellos también les molesta. Hablaron de los altavoces del cine de verano, de las pistas deportivas de la zona de la Goleta, de las actividades que realizan distintas entidades en la playa a lo largo del verano e incluso de las motos cuyos tubos de escape son ruidosos.

No tardaron ni dos días en actuar. El jueves, el día en que se iniciaba el Mediterránea Festival, presentaron un escrito en el que pedían a la Policía Local y al Seprona que hicieran mediciones en virtud de varias ordenanzas y leyes contra el ruido. Esta acción instaló en el nerviosismo en el ayuntamiento y a un gran número de vecinos que sí que está a favor de los festivales. Incluso llegó a correr el rumor de que los conciertos que finalizaron anoche en la playa vallera se habían suspendido.

Así, lo que empezó con una mera reunión espontánea en la playa de Gandia, se ha acabado convirtiendo en un movimiento contra el ruido que ya se extendido a otros puntos.

De fondo, el eterno debate sobre si es posible conciliar ocio y descanso o si existe la posibilidad de que las playas tengan actividades durante el verano que atraigan a los turistas sin molestar a quienes buscan descansar o si, simplemente, es mejor no hacer nada.

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