El veganismo es una forma de vida que busca excluir, en la medida de lo posible, cualquier forma de explotación y crueldad hacia los animales, de alimentos de origen animal o sus derivados, ropa u otros propósitos con ellos, como por ejemplo su presencia en circos o zoos. Por ello los veganos no consumen carne, productos lácteos, huevos o miel, ni otros que utilicen a los animales como parte del proceso de investigación, desarrollo o producción.

Respecto a las vigilias veganas, nacieron en Canadá hace una década, cuando una vegana fue a juicio tras parar a un camión para dar agua a cerdos que iban al matadero. En España las vigilias llegaron hace un par de años, y en el territorio valenciano están proliferando en los últimos meses.

Sus promotores lo entienden como «un acto de respeto a los animales que van a morir», y pretenden documentar ese paréntesis o limbo informativo que existe entre la granja y el producto ya expuesto en el supermercado o en el propio plato.

La impulsora de este grupo para Gandia y comarca es Elena Meseguer. «Somos una treintena de activistas, la mayoría veganos», explica. Ya han acudido a las vigilias veganas que se han organizado recientemente, en Algemesí (el 8 de enero), Sueca (23 de enero), con pollos, y en Torrent, con cerdos, el pasado 18 de enero.

El mecanismo es el mismo en todas ellas. En Sueca se apostaron a las once de la noche y a los pocos minutos apareció el primer camión. En principio, la protesta no es ilegal, ya que piden permiso al transportista. «Muchos ya saben de qué va la cosa, y a los que no, se lo explicamos y acceden». Donde provocan más recelos es en las empresas cárnicas. «En Sueca vino la Guardia Civil y tampoco nos pudo sancionar por nada», apunta. Suelen ser reuniones de menos de 20 personas, por lo que no necesitan comunicarla a la Delegación del Gobierno. Y si son más, ya tienen el truco estudiado: «Nos dividimos en dos grupos y nos separamos para no pedir autorización», apunta Meseguer.

Añade que van ataviados con chalecos reflectantes «y somos los primeros que velamos por nuestra propia seguridad e integridad física». No se suben a los camiones ni a las rejas, y cuando estos arrancan se vuelven a apartar. Al final es cuando afloran los sentimientos y algunos se marchan realmente afectados. «Ver a los animales ahí enjaulados es una lástima, los pollos tienen sólo 40 días de vida y se les hormona para que crezcan rápido, van como drogados y apenas se pueden sostener de pie», denuncia Meseguer.

Acabada la vigilia, las redes sociales ponen el resto. El grupo tiene dos perfiles en Facebook y en Instagram, llamado «Gandia Animal Save». Además, están inscritos en el proyecto global The Save Movement, donde hay más de 600 colectivos de todo el mundo. En la Safor no han realizado hasta la fecha ninguna vigilia vegana, porque no hay mataderos, aunque no descartan llevar su protesta a granjas avícolas de Barx o a alguna vaquería.

Para financiarse promueven tapeos veganos solidarios, con tapa y bebida a 3 euros, en los que también ayudan a entidades animalistas. El próximo será el 16 de febrero en Gandia, a beneficio del Santuario Darna, en Castelló, que se dedica a cuidar a animales callejeros o sacarlos de perreras donde les sacrifican. Están buscando un bar que se ofrezca a organizarlo, pero si no lo encuentran lo harían en un local. También diseñan productos como bolsas de tela o chapas con sus logotipos, que ponen a la venta.

Sus homólogos en la capital son Valencia Animal Save, que lleva organizando vigilias veganas desde diciembre de 2017.

Elena Meseguer está convencida de que «el futuro será vegano y 2019 será el año del veganismo», de hecho sus acciones están teniendo una gran repercusión mediática. Ella, monitora en un gimnasio, es vegana desde hace seis años. Tras el incendio forestal de Marxuquera, el pasado mes de agosto, no lo pensó dos veces e impulsó otro grupo para rescatar a mascotas y animales afectados. «Y mis dos hijas, que tienen 4 y 2 años, también son veganas desde que nacieron», añade.