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Patrimonio

Los castillos que nadie recuerda

Una campaña en Change.org recoge firmas para pedir la recuperación de la fortaleza de Marinyén, en Benifairó de la Valldigna

Los castillos que nadie recuerda

Tuvieron su etapa de esplendor, cuando vigilaban el territorio ante posibles invasores y servían para proteger a los habitantes de sus dominios, entre otras funciones. Al menos ocho castillos coexistían en época musulmana en lo que hoy es la comarca de la Safor, y aparecen nombrados, por ejemplo, en las crónicas de la conquista de Jaume I. Los castillos de Vilella (Almiserà), Rebollet (la Font d'en Carròs), Palma (Alfauir), Villalonga, Marinyén (Benifairó de la Valldigna), el Castellar (Oliva) y Borró (Ròtova) formaban, junto al de Bairén en Gandia, una pequeña constelación de fortalezas, construidas en época musulmana pero cuyo origen, en muchos casos, se remonta a épocas prehistóricas.

Excepto el caso del castillo de Bairén, en el que en breve se iniciarán los trabajos para su restauración y apertura de un parque arqueológico gracias a la ayuda de400.000 euros procedentes de los fondos europeos Feder, el resto de fortalezas de la Safor se encuentra en estado de ruina.

Una iniciativa en la plataforma Change.org está recogiendo firmas para «salvar el castillo de Marinyén», sito en Benifairó de la Valldigna. La campaña, que al cierre de esta edición había conseguido unas 470 firmas de apoyo, la ha puesto en marcha una persona a quien «nadie en Benifairó conoce», según señala el alcalde, Josep Antoni Alberola, pero a la que se ha sumado sin dudarlo el ayuntamiento. Alberola se mostró ayer muy escéptico sobre el resultado final de esta «voluntariosa» recogida de firmas, que está dirigida al Gobierno de España, a los ministerios de Cultura y de Turismo, al President de la Generalitat y a la Conselleria de Cultura. «Se necesita mucho dinero para poder excavar y restaurar la fortaleza», comentó, «y el Ayuntamiento de Benifairó no puede solicitar fondos Feder como ha hecho Gandia, por ejemplo, porque se necesitaría un mínimo de 250.000 euros, de los cuales la mitad los tendría que aportar el municipio, y, francamente, Benifairó no puede hacer frente a ese gasto».

Este es el verdadero problema de estos pequeños municipios: tiene unos presupuestos muy ajustados que les impiden dedicar partidas a la recuperación de ruinas que, además, están alejadas de los núcleos urbanos y en zonas de difícil acceso. Restaurar las fortalezas es una tarea muy compleja y muy costosa económicamente, aunque se concedan ayudas externas. Benifairó solicitó hace unos años el 1% Cultural que el Ministerio de Fomento dedica anualmente a la recuperación del patrimonio cultural, pero su solicitud fue desestimada. La solución vendría, según el alcalde de Benifairó, «del trabajo conjunto de instituciones como las Universidades, la Diputació de València, la Conselleria de Cultura», entre otras.

«Existe un plan director de 2006 que fue financiado por la Mancomunitat de Municipis», agrega Alberola, que junto a unos trabajos someros de limpieza, son las únicas actuaciones que se han realizado.Los valores del monumento

El castillo de Marinyén, también llamado de Alfàndech y «de la reina mora», declarado Bien de Interés Cultural (BIC) y protegido por la Generalitat como el resto de fortalezas, se construyó en el siglo XI, en pleno dominio musulmán, sobre una escarpada colina de 237 metros de altura. Fue utilizado por los monjes de Santa Maria de la Valldigna, y se abandonó en el siglo XVII. Aún se conservan los restos de dos recintos amurallados, de aljibes, de una pequeña capilla gótica y de otras construcciones.

«Entiendo que se pida su rehabilitación», explica por su parte el arqueólogo Josep Antoni Gisbert, «pero el hecho de que hasta el momento no se haya actuado tiene a veces sus cosas positivas, porque este tipo de castillos ofrecen una serie de valores que pueden desaparecer» en el proceso de restauración. «A veces son intervenciones con inversiones muy justas, y no hay dinero para hacer prácticamente nada, como no sea la simple consolidación de las estructuras», agrega el experto. «La huella del hormigón ha sido muy notable en algunas intervenciones, y hay que ir con mucho cuidado». «Algunos resultados son realmente patéticos», concluye.

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