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Orgullo vallero en la Fiscalía del Supremo

El Ayuntamiento de Tavernes nombra Hijo Predilecto a Antonio Vercher, un hombre que reveló que llegó a estar amenazado por los terroristas de ETA - «Pienso en Tavernes y todo se arregla», dice el jurista, que confesó que la noche anterior no durmió

Orgullo vallero en la Fiscalía del Supremo

Una distendida disertación sobre el derecho, sobre las emociones, la vida, los recuerdos de juventud y, por encima de todo, sobre el amor al lugar donde nació. En eso se resumen las palabras que pronunció Antonio Vercher Noguera durante el acto en el que fue nombrado Hijo Predilecto de Tavernes de la Valldigna, celebrado la noche del pasado lunes en este ayuntamiento.

Vercher, entre otras muchas cosas, es fiscal de sala del Tribunal Supremo y coordinador de la Fiscalía de Medio Ambiente y Urbanismo, vicepresidente del Consejo Consultivo de los Fiscales Europeos y, para muchos, impulsor del derecho penal ambiental en España, «el más complejo», según dijo, por la enorme normativa vigente que existe en nuestro país. Pero en este acto, lejos de las grandilocuencias y huyendo de la trascendencia de los cargos que ostenta, Vercher quiso hablar de los sentimientos que, según dijo, expresaba en público por primera vez en su vida.

«Es difícil transmitir el agradecimiento que siento», señaló al inicio de su intervención, mirando al alcalde de Tavernes, Jordi Juan, quien propuso su nombramiento como Hijo Predilecto, un honor que contó con el respaldo de todos los partidos de la Corporación municipal.

El fiscal confesó que, pese a su destacada y relevante faceta pública, este nombramiento surgido del ayuntamiento que representa a sus vecinos le había llevado de cabeza durante días. «Esta noche no he dormido», llegó a señalar ante la mirada de los concejales.

Vercher trasladó a los presentes, entre ellos muchos familiares y amigos que acudieron al pleno, que en ningún momento de su vida ha olvidado su Tavernes natal y que, al final de sus días, es aquí donde quiere reposar.

Por estudios o trabajo, a lo largo de su vida este vallero ha tenido relación con otras ciudades, entre ellas Gandia, Alzira, València o Madrid, pero confesó que, estuviese donde estuviese, «era incapaz de desconectar de Tavernes», y que, si la distancia y los medios se lo permitían, «todos los fines de semana regresaba» a su localidad.

Es más, para un hombre con su nivel de responsabilidad sus recuerdos valleros le han ayudado a superar los problemas que han podido surgir. «Piensas en Tavernes y todo se arregla», indicó el jurista, quien añadió que casi siempre que llega a este rincón de la Valldigna aprovecha para pasear por los espacios que rodean la ciudad y que, «apenas transcurridos cinco minutos me pregunto cómo es posible que alguien se pueda quejar de vivir aquí, porque esto es maravilloso».

Vercher prefirió no profundizar sobre su trayectoria profesional en el Tribunal Supremo, pero sí contó que hay aspectos que sin duda han sido desagradables. Al frente del Ministerio Público de un órgano tan importante en un país que sufrió durante décadas la pesadilla del terrorismo, fue señalado por ETA, y eso se supo a raíz del hallazgo por parte de la policía de unos documentos con su nombre como posible objetivo de los asesinos. Para garantizar su integridad y su seguridad, se tuvo que someter a una estrecha vigilancia policial con el fin de evitar posibles atentados a su persona.

En tono mucho más distendido, e incluso irónico, narró varias anécdotas, como cuando de niños eran entrevistados en la emisora de la parroquia de Sant Pere, o cuando, con apenas 17 años, un niño ya le trató como un «hombre» adulto. «Sentí pánico. Esa semana no fui persona».

Anécdota camino de Montpellier

Pero la historia que causó sorpresa fue la ocurrida en el sur de Francia. Dijo Antonio Vercher que, siendo joven, circulaba con su coche hacia la ciudad de Montpelier cuando observó que dos gendarmes de tráfico le indicaban que detuviera el coche. Al solicitarle la documentación, el ahora fiscal se quedó estupefacto cuando, esperando que le indicara algo en francés, el agente galo le dijo en valenciano: «¿vosté és del poble de Tavernes?». Y, todavía más, al responderle que sí, le preguntó si conocía a Sami, quien era el jefe de la Policía Local vallera. Ante otra respuesta afirmativa, el gendarme cerró el interrogatorio y le señaló que podía continuar la marcha. «Ese día comprendí que Tavernes de la Valldigna es saforense, valenciana, española, europea y universal», expresó Antonio Vercher, quien cerró su parlamento tocando la fibra de todos los valleros: «Estoy extraordinariamente orgulloso de haber nacido en Tavernes», una ciudad que, además de en el corazón, ahora lleva en su currículo como Hijo Predilecto.

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