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Podemos Gandia frente al espejo de Calp

Podemos Gandia frente al espejo de Calp

hace cuatro años Podemos obtuvo 1.735 votos que no le sirvieron para obtener un acta de concejal pero que, en cambio, impidieron que Compromís y el PSPV-PSOE lograsen la mayoría absoluta en el consistorio gandiense. Fue un error histórico que, sin embargo, no provocó ninguna reflexión en el seno de la formación morada local. Ahora Podemos, muy alejado de aquel buen momento sociológico que no supo aprovechar, se dispone a repetir la misma jugada sin el menor asomo de autocrítica y sin haber asumido ninguna responsabilidad por aquellos votos tirados a la basura.

Son muchos los déficits y contradicciones que, desde entonces, arrastra el partido gandiense y aún no ha resuelto. Carece de una estructura que funcione, se ha autoexcluido de la política local desde 2015, y su líder es un completo desconocido que ha rechazado ir en el sexto puesto en la lista de Compromís-Més Gandia Unida, como si esa propuesta fuese humillante. No lo era, porque, además de garantizar la concentración del voto progresista, Podemos no merecía otra cosa. Más allá de sus siglas, no aportaba absolutamente nada, excepto la dosis habitual de ineficacia, anonimato y candor.

La incógnita es por qué en Gandia un partido con tantas hipotecas operativas y políticas ha presentado candidatura. Anteayer saltaba la noticia de que Podemos de Calp, que consiguió dos concejales en 2015, renunciaba a participar en las elecciones del 28-M tras asumir los desaciertos de sus Círculos y pedía el voto para Compromís. Un ejercicio de autocrítica y realismo político destinado a «frenar las aspiraciones de involución de las derechas» que en Podemos de Gandia brilla por su ausencia.

Cierta izquierda sentimental y lúdica parece ignorar que, para los progresistas, las próximas elecciones no van de resentimientos (ni de adhesiones) partidistas sino, como señala Podemos-Calp, de parar a las derechas y a sus socios ultramontanos y que, más que nunca, se impone el voto útil.

Las probabilidades de que Podemos obtenga en Gandia mejores resultados que en 2015 son, como mínimo, cuestionables, y le sitúan, no solo a él sino al grueso de la izquierda, nuevamente en el filo de la navaja.

Una vez más ha ocurrido lo imposible, y Podemos parece dispuesto a seguir quemando sus votos en el altar de las derechas locales con el entusiasmo habitual. Un riesgo que la sensatez rechaza pero que Podemos nos invita a correr sin ofrecer un solo argumento racional. Juan Torres, exasesor económico de ese partido, calificaba de «izquierda inútil» a aquella que anteponía sus intereses (personales, teóricos u orgánicos) a las posibilidades de cambiar la vida de la gente.

En Gandia Podemos es, en ese sentido, un ejemplo evidente de lejanía de los intereses ciudadanos. Pero esa es la penúltima inconsecuencia de quienes, echadas las cuentas, han sido lo único que le ha salido a coste cero a la derecha local.

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