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El águila pescadora echa a volar

Dos de los cuatro polluelos que llegaron al marjal de Pego-Oliva ya sobrevuelan la zona y los otros se soltarán en unos días

Técnicos y voluntarios del proyecto colocan emisores satelitales a uno de los polluelos, hace unos días en la Muntanyeta Verda del marjal de Pego-Oliva. aroha peralta

El proyecto de reintroducción del águila pescadora en la Comunitat Valenciana, impulsado por la Generalitat, sigue su curso en el marjal de Pego-Oliva. El lunes pasado se soltaron dos de los cuatro polluelos que llegaron a la zona con un mes de vida el 14 de junio, y a partir del próximo miércoles, si los técnicos consideran que están maduros, se abrirán las jaulas de los otros dos restantes.

Como ya publicó este periódico, las crías fueron donadas por los gobiernos de Baleares y Andalucía. La «base de operaciones» es la Muntanyeta Verda, donde están las jaulas en régimen de semilibertad, siguiendo una técnica conocida como «hacking». Además, los «pequeños» ya tienen nombre. La hembra de Cádiz es Marina, la primera que soltaron los técnicos, que compartía jaula con Bullent, un macho nacido en Baleares. Marina se ha comportado como una madre, y ha ayudado a Bullent a comer el pescado troceado que les han servido los voluntarios estos días.

Sin embargo, Bullent, algo más torpe, el mismo lunes de su suelta se cayó al río que honra su nombre, donde fue localizado al anochecer, empapado, y tuvo que regresar a casa, hasta que el jueves pasado volvió a emprender el vuelo. Los otros dos que quedan son Gades, un macho de Cádiz, y Tramuntana, una hembra de Baleares. Eso sí, el concepto «polluelos» puede llamar a engaño, porque estas rapaces, bellísimas, con apenas dos meses de vida, ya alcanzan una respetable envergadura. Todas ellas están marcadas con emisores satelitales que en tiempo real transmiten a los responsables una señal sobre su ubicación. Marina y Bullent están teniendo cierta predilección por otear apoyados sobre torres eléctricas, que ellos interpretan como árboles secos. Afortunadamente, los tendidos que atraviesan el paraje están desconectados y no suponen peligro alguno para las aves.

Para alimentar y cuidar a estos polluelos hay un equipo de voluntarios formado por 37 personas, en varios turnos, más tres personas contratadas por Vaersa. Las aves comen cuatro veces al día, fundamentalmente lisas, que dona la Cofradía de Pescadores de Dénia, y que preparan los voluntarios, limpiándolas y eliminando las espinas de mayor tamaño. Vigilarlas con prismáticos es otra de sus funciones. La Fundación Migres, que presta asesoramiento científico, promueve además la campaña de voluntarios. El único requisito es que estén sensibilizados con la naturaleza. Y algunos han llegado expresamente para este cometido desde Madrid, Murcia o Extremadura. «Antes podíamos marcar las pautas, pero ahora que vuelan somos nosotros los que nos tenemos que adaptar al comportamiento de los animales», señala Itziar Colodro, que coordina a los voluntarios.

También hay que destacar el papel de Terra Natura, el parque zoológico de Benidorm, que costea la manutención y el seguro de accidentes de los voluntarios, y el de los agentes medioambientales, muy implicados en esta iniciativa.

Un trabajo coral que se espera dé sus frutos, como ocurrió en Andalucía, donde el proyecto empezó en 2003 y ya hay 18 parejas de esta especie. Ahora bien, con sólo cuatro ejemplares introducidos, y suponiendo que regresen, no se formará una población estable. «Las estadísticas nos dicen que como mínimo hay que soltar 100 crías durante 5 años, a un ritmo de 20 por año», explica Lola Cano, presidenta de la Fundación Migres, y añade que es recomendable criarlos en dos puntos donde el agua no coincida estacionalmente, por ejemplo en el marjal pero también en el cabo de Sant Antoni, en Xàbia.

El proyecto tendrá continuidad y se seguirán las pautas marcadas por los expertos. El año que viene está previsto traer 20 polluelos. Por otra parte, sus responsables siguen dándolo a conocer entre diversos sectores implicados. Los días 20 y 27 de julio se han convocado unas jornadas dirigidas a cazadores.

Antes de que acabe el verano las rapaces emigrarán de forma instintiva al oeste de África para pasar el invierno. Y, como para reproducirse estas aves suelen escoger el mismo paraje donde volaron por primera vez, los técnicos confían en que en dos años vuelvan al marjal.

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