Gandia premia a la palabra. Lo hace cada noviembre el CEIC Alfons el Vell, este año en la figura de Àngels Moreno, y lo acaba de hacer Saforíssims Societat Literària en la persona del recientemente fallecido Vicent Olaso, historiador, archivero y poeta.
En el acto del CEIC Alfons el Vell, que tuvo lugar el domingo en el Teatre Serrano, Àngels Moreno protagonizó el vigésimo tercer Homenatge a la Paraula. En realidad, a Moreno, que, acompañada por su amplia familia recibió emocionada el elogio de los asistentes, se le reconoció una trayectoria vital que, además de afamada y premiada escritora, también incluye una actitud comprometida en la vida que le llevó a ser concejala de Cultura de su ciudad en uno de los gobiernos de la alcaldesa Pepa Frau.
Sentada en el escenario del Serrano, Àngels Moreno escuchó el elogio de Vicent Borràs y contempló el espectáculo teatral que, basándose en uno de sus libros, 96 hores, Ximo Vidal había montado con Ruth Palonés, Adri Sanz y Ana Salas, de l'Escola de Teatre del Serrano. La alcaldesa de Gandia, Diana Morant, le hizo entrega de un retrato con la figura de su rostro, y allí estuvieron, actuando en el mismo escenario, dos de sus hijos artistas, Eva y Carles Dénia.
El CEIC presentó en ese acto el libro-homenaje a su figura, que ha sido coordinado por la poeta Teresa Pascual y en el que han participado Toni Durà, Vicent Borràs, Anacleto Ferrer, Josep Gregori, Pepa Frau, Agustina Pérez, Gabriel Garcia Frasquet, J. Monrabal, Miryam Pérez Sjöblom, José Miguel Borja, Núria Vilaplana, Eudald Gonzàlez, Rosa Orquín, Miguel Ángel Picornell, Lola Sama, Josep Antoni Fluixà, Rebeca Dénia y Ximo Vidal.
El otro homenaje fue el sábado en la Casa de la Marquesa y, en este caso, estuvo marcado por la tristeza. Saforíssims recordó la figura de Vicent Olaso, fallecido el pasado junio. Jesús Alonso, Ferran Garcia-Oliver y Maria Josep Escrivà no pudieron evitar la emoción, e incluso las lágrimas, al recordar las distintas facetas del personaje. Con Telmo Gadea al piano, varios amigos, poetas y escritores leyeron sus textos en un ambiente que, ante la proximidad de su fallecimiento, a veces resultó desolador.
