Alessandro Evangelista, médico, y Sergio Barcos, enfermero, fueron los dos sanitarios que atendieron en Urgencias del hospital de Gandia a la paciente que derivó el doctor Martín. Sergio le hizo la prueba PCR, en un box aislado. «Aquél día comprobar que el virus había llegado fue algo impactante, nos dimos cuenta de que la cosa iba en serio», relata.
Alessandro recuerda que la primera ola en la Safor estuvo marcada más por el miedo que por el número de casos, «pero estos meses de enero y febrero de 2020 han sido duros, con muchos mayores de residencias muy delicados». Un año después, los médicos, además de estar mejor protegidos (ponerse un traje EPI ya lo hacen con toda naturalidad), conocen mejor la enfermedad y su tratamiento. Se administran más corticoides que antes. «Pero todavía el virus nos tiene acorralados, hemos visto casos de infartos y de ictus provocados por el coronavirus», se lamenta Alessandro.
Sergio ya se inmunizó con la dos dosis de Pfizer. Alessandro, en cambio, el 1 de enero, justo antes de que le tocara el turno para vacunarse, se contagió de covid en el hospital, con síntomas leves, por lo que ha desarrollado anticuerpos naturales.
De origen italiano, el médico no es muy optimista sobre la evolución de la epidemia a corto plazo. Como está sucediendo ahora en el centro de Italia, donde se está propagando la variante británica, cree que aquí habrá cuarta ola «pero será menos letal, sobre todo tras haber administrado la vacuna en los geriátricos».
Por ello, ambos piden que sigamos cumpliendo las normas. «Debemos concienciarnos que todavía no podemos hacer vida normal, no hemos salido del túnel pero, poco a poco, con el esfuerzo de todos, lo conseguiremos», comenta Sergio. Ambos destacan como nota positiva el compañerismo del equipo.
La epidemia deja en el Área de Salud de Gandia, según cifras oficiales de la Conselleria, un acumulado de 11.214 infectados (aproximadamente el 6% de la población de la Safor) y 252 muertos.
