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Gandia estrenará la norma que permite expropiar al 50% si no se rehabilita un edificio en ruina

La propiedad dispone de dos meses para presentar el proyecto

El edificio objeto del contencioso, en frente del Palau Ducal. levante-emv

El 30 de julio de 1998, de eso hace más de 23 años, el Ayuntamiento de Gandia abrió el primer expediente urbanístico para que los propietarios del edificio situado en la calle del Duc Alfons el Vell, en frente mismo del Palau Ducal, acometieran obras para evitar el desprendimiento de cascotes. Resulta interminable, y extremadamente farragoso, resumir la cantidad de actuaciones que se han seguido desde el departamento de Urbanismo para paliar esa situación. Baste decir que ya hay resolución firme que declara en ruina esa finca y, por lo tanto, se obliga a los propietarios a rehabilitar la estructura.

Esta semana, poco después de saber que el inmueble ha cambiado de propietario, el consistorio ha dado dos meses de plazo para que se presente un proyecto de rehabilitación. Porque, y esa es una condición que hay que tener en cuenta, de la estructura no se pueden derribar las dos fachadas, recayentes a Duc Alfons el Vell y a Alexandre VI, porque se enmarcan en el perímetro de protección del Bien de Interés Cultural que es el Palau. Todo el interior de la estructura sí se puede demoler.

Pero ahora el consistorio no se ha limitado a recordar la obligación de realizar obras, sino que ha comunicado a la propiedad que, si no se presenta el proyecto solicitado, «se aplicarán medidas tales como la minoración del aprovechamiento hasta en un 50% o la declaración del inmueble en régimen de edificación forzosa». Eso significa que el consistorio aplicaría, y sería la primera vez en Gandia, una medida que permite expropiar la finca por la mitad de su valor y venderla posteriormente a quien se comprometa a ejecutar su rehabilitación.

En Gandia esa actuación sería novedad, pero otros municipios ya lo han hecho. València, sin ir más lejos, se plantea la compra a mitad de precio de solares y edificios abandonados con el fin de revitalizar la trama urbana y evitar la especulación urbanística.

Una actuación costosa

En Gandia nadie duda de que la actuación en la finca que enfrenta al Palau Ducal es muy costosa, tanto si se opta por la rehabilitación, aprovechando y reforzando su actual estructura, como si la decisión es el vaciado del solar salvando las fachadas protegidas. Pero no es menos cierto de que está ubicada en una «milla de oro». Superficie comercial en la planta baja, espacios para oficinas y viviendas en la parte alta también se situarían entre los precios más altos de la ciudad, de ahí que pueda ser rentable actuar.

Según señaló ayer el concejal de Urbanismo, Josep Alandete, hay confianza en no tener que llegar a medidas forzosas. Desde hace semanas se está manteniendo un diálogo con los nuevos propietarios para que agilicen al máximo las gestiones y, en ese plazo de dos meses que se ha concedido, presenten un proyecto que, 23 años después, ponga fin a la historia de la pésima situación de la dichosa finca.

El decreto que acaba de publicar el Ayuntamiento de Gandia referido al edificio en ruina situado frente al Palau Ducal es, también, un aviso a navegantes en forma de llamada de atención a los propietarios de inmuebles y solares que están abandonados y que, en el caso de los edificios, presentan riesgo de desprendimientos o derrumbes.

No son pocos los ejemplos visibles. En las calles del centro de la ciudad, donde se encuentran muchas viviendas deshabitadas y abandonadas durante años, la Policía Local responde con frecuencia a las llamadas de atención para vallar o acordonar los espacios por donde pasan transeúntes.

En lo que es suelo urbano, los ayuntamientos tienen la potestad de presionar a los propietarios, no solo para mantener las estructuras en condiciones, sino también para obligar a obras de rehabilitación, o de derribo si es el caso, cuando los informes técnicos certifiquen que puede haber problemas.

Esta situación se viene arrastrando desde hace décadas, pero se acentuó especialmente a raíz de la crisis inmobiliaria, y económica en general, que sobrevino a partir de 2007. Entonces dejó de ser rentable acometer proyectos de construcción de viviendas. Ahora, en cambio, las ayudas a promotores y propietarios para apostar por rehabilitar en vez de hacer obra nueva ha animado esa actividad.

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