meteorología. La combinación de nubes, aire frío y la caída del Sol ofreció ayer un espectáculo visual desde la playa de Oliva. Muchos creyeron que podía tratarse de fuego en las montañas de poniente, pero no, era la luz solar rota que en la atmósfera se transformó en un intenso color rojizo y que duró apenas unos minutos. Cuando el astro rey se vino abajo, este «fuego amable» cesó y dio paso a la noche.
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