Seis meses le quedan a la empresa que dispone de los derechos de urbanización en el sector Marenys de Rafalcaid-2 de Gandia para presentar el proyecto e iniciar las obras. De no hacerlo en ese periodo, los alrededor de 50.000 metros cuadrados de este espacio, situado en el límite sur del término de Gandia, lindando ya con Daimús, pasará a ser suelo no urbanizable y, de no cambiar las leyes, ya quedará para siempre libre de hormigón.

Esta situación se produce como consecuencia del Plan de Acción Territorial de la Infraestructura Verde del Litoral (Pativel), que fue aprobado por el Consell de la Generalitat en 2018 y que, en los primeros quinientos metros de suelo contados a partir de la línea de mar, ofrecía un plazo de cinco años para que, en el suelo urbanizable programado, se ejecutaran las obras. En caso contrario ya no se urbanizaría, lo mismo que ocurre en aquellas zonas donde no había planificación ni programa para urbanizar.

En Rafalcaid-2 (no confundir con Rafalcaid, cuyas obras de urbanización se están terminando en estos momentos) el promotor que presentó el proyecto para convertir las parcelas en solares entró en concurso de acreedores y transfirió ese derecho a otra mercantil que, hasta este momento, no ha presentado en el ayuntamiento un plan para ejecutar las obras.

Según señalan expertos en urbanismo, es difícil que eso ocurra porque la inversión necesaria para convertir aquel sector del litoral gandiense en solares urbanos aptos para levantar edificios es elevadísima. Tanto que existen serias dudas de poder rentabilizar el dinero, entre otros motivos por su proximidad al mar y la baja cota a la que se encuentra. En esas condiciones no interesa a los compradores por el ya más que evidente riesgo de inundaciones o daños por los temporales que periódicamente azotan la costa.

El mar, si los pronósticos del cambio climático se van cumpliendo, como ha pasado hasta ahora, seguirá elevando su nivel y, en determinadas condiciones, incrementará el riesgo de inundaciones en esas zonas tan bajas. En Gandia, como el resto de la costa valenciana, esas condiciones son los temporales de levante o del noreste. De hecho, ya ha ocurrido en más de una ocasión.

De cumplirse el plazo previsto sin obras, el sector de Rafalcaid-2 no será el primer suelo urbanizable del término de Gandia que pasa a protegido a consecuencia del Pativel. La aprobación de esta norma, en cierta medida revolucionaria, supuso, de forma automática, la catalogación como suelo no urbanizable de toda la playa de l’Auir, una franja de 2,7 kilómetros con una superficie cercana a los 1,5 kilómetros cuadrados entre Gandia y Xeraco que quedó definitivamente desclasificada como suelo apto para construir porque cuando el Pativel entró en vigor no disponía de programa urbanístico. De hecho fue esa playa, emblemática para Gandia, la elegida por María José Salvador, la consellera de Territorio que impulsó el Pativel, para celebrar esa norma que, todo hay que decirlo, tiene pendientes todavía litigios judiciales. En aquella "celebración" que salvava la playa de l'Auir no faltó la entonces alcaldesa, Diana Morant, y buena parte del Gobierno local del PSPV-PSOE y Més Gandia, partidos que respaldaron el Pativel frente al PP, que lo rechaza de plano.