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Escuchando a los que saben

Cáritas de Gandia retoma el proyecto en el que jóvenes estudiantes visitan a mayores internos en residencias.

Amparo y Antoni conversan el viernes pasado en la residencia La Safor, en Gandia, durante la hora de las visitas. J.C.

Son las cinco y media de la tarde del viernes y una veintena de adolescentes se arremolina frente a la puerta de la residencia pública La Safor, de Gandia, gestionada por la Conselleria de Sanidad, también conocida como la antigua clínica de Mut. Antes de entrar la voluntaria de Cáritas, Charo Estruch, y coordinadora del proyecto, les da algunas instrucciones. Yolanda, trabajadora social de la residencia, toma la temperatura al grupo, también a este periodista, y, con la mascarilla reglamentaria, entramos.  Es la tercera sesión del proyecto «En bona companyia», que se está desarrollando una tarde por semana y de forma prácticamente simultánea en tres residencias de mayores de la Safor. El objetivo es que jóvenes estudiantes, de entre 14 y 15 años, acompañen durante una hora a la semana a internos en residencias, para conversar juntos o realizar actividades. 

Las parejas son siempre las mismas, de forma que se crea un vínculo de amistad, y se produce un encuentro intergeneracional muy enriquecedor para ambas partes. Estarán juntos hasta mayo, en la recta final del curso escolar, antes de los exámenes de los chicos. Muchos de esos mayores tienen familiares, que también les visitan, pero otros están solos. El proyecto ya se hizo en los años 2018 y 2019, pero en 2020 se paró por la epidemia de covid y no ha sido hasta hace tres semanas que ha recuperado la presencialidad. En esta edición participan 88 personas; 38 adolescentes y 37 mayores; nueve profesores y cuatro voluntarios de Cáritas.  

Las residencias son María Inmaculada y La Safor, en Gandia, y Mediterránea, en Benirredrà. En cuanto a los colegios, los alumnos proceden de Carmelites y del Borja Jesuïtes, en Gandia, de las Esclavas del SCJ, en Benirredrà, y del colegio Santa Ana, en Villalonga. Charo, además de voluntaria de Cáritas, es profesora de este último centro educativo. La iniciativa es pionera en la Safor. Sus responsables se inspiraron en el programa «Caminando juntos», de Cáritas de León, que está en marcha desde el año 2012, de hecho los leoneses les asesoraron para implantarlo. 

También acuden algunos padres, como Jesús, a la derecha. J.C.

Una de esas parejas son Amparo Soldevila y Antoni Morant, causalmente los dos de Villalonga. Amparo cumplirá 80 años el 4 de diciembre, y trabajó como encajadora de naranjas. Apenas lleva cuatro meses interna. Antoni tiene 14 años y estudia 3º de ESO en el colegio Santa Ana.  «Hablamos de cómo está el pueblo, de cómo ha cambiado, de las fiestas locales, también de lo que ha pasado durante la semana en la residencia...» comenta Antoni. Y del colegio Santa Ana, donde también estudió Amparo, cuando había monjas. Además, tienen conocidos comunes.  «Ahora valoro más la experiencia de la gente mayor», reconoce este joven para quien, como muchos de su generación, la presencia de este colectivo pasaba bastante inadvertida, más allá de sus propios abuelos. Amparo cree que, en general, la juventud respeta a los mayores. «Al menos en Villalonga no he visto el gamberrismo que hay por ahí, ¿verdad que no?», le pregunta a Antoni. 

Loles, a la izquierda, y Angie, otra de las parejas. J.C.

Seis y media. Se cumple la hora pactada, y el grupo que llegó a la residencia La Safor debe marcharse. La cena se servirá a las ocho y cuarto. Se despiden, algunos entre abrazos, hasta la semana que viene. Los mayores están encantados con las visitas, y los esperan con ilusión. Además, este encuentro es un aliciente para que los internos hagan otras actividades. En un taller los mayores están preparándoles tarjetas de Navidad, «y así, pintando y escribiendo, de paso controlan la motricidad fina», explica Yolanda. 

Óscar, en el centro, atiende a Juan José, en presencia de Graciela, otra de las internas. J.C.

"Los mayores han vivido más y se merecen más respeto"

Óscar Gual, de 14 años y estudiante de 4º de ESO en el colegio Carmelitas, acompañó a Juan José Catalá, de 71 años, interno desde hace un par de años. Juan José trabajó en la construcción, pero es un pozo de sabiduría sobre su barrio, el Raval, en Gandia. Durante muchos años colaboró escribiendo anécdotas y memorias sobre la barriada para el libro de las fiestas del Raval, y perteneció a la asociación de vecinos. Esos 19 artículos, recopilados en un cuaderno, se los mostraba el viernes pasado a Óscar, que ponía mucha atención a esas historias.  A la charla también se unió Graciela, nacida en Argentina. Trabajó como informática en una multinacional y viajó por varios países. También tiene una joven acompañante, pero aquella tarde no pudo acudir.  

Óscar afirma con desparpajo que «los mayores se merecen más respeto que nadie, porque han vivido más y tienen más experiencia, se les debe escuchar». Cuanto se apuntó al programa de Cáritas de Gandia esperaba encontrar a personas interesantes, como Graciela o Juanjo, y es algo que agradezco mucho porque me sirve de orientación para la vida, es una experiencia muy enriquecedora en todos los aspectos». 

Por su parte, Juan José apunta que las primeras tardes con Óscar han sido estupendas. «Estoy descubriendo la gran calidad humana que tiene la juventud hoy en día, y especialmente Óscar». Además de la conversación, las parejas también pueden leer juntos, como el caso de Óscar y Juan José, o pintar. Los mayores, que suelen grandes lectores de prensa en papel, también trabajan con la actualidad en uno de los talleres. «Una psicóloga les lee noticias del día y luego debaten sobre ellas», explica Yolanda, la trabajadora social.  

Pepita y Sofía charlan de la vida y de Gandia. J.C.

"Me gusta hacer que los mayores recuerden"

Pepita Sanfélix, nacida en Gandia hace 83 años, quería salir a toda costa en el periódico Levante-EMV para contar su experiencia. «Mi padre ya lo compraba», señala. Él era sastre y ella le ayudaba en la costura. Es viuda y tiene dos hijos, aunque uno de ellos falleció. Además, tiene una nieta. Lleva algo más de un año interna, por tanto no ha pasado las duras restricciones que aplicaron las residencias en los primeros años de la pandemia. «Gracias a Dios, estoy bien de salud», dice. Su compañera en el programa es Sofía Cuesta, también de Gandia, que cumplirá 15 años la semana que viene, y cursa 4º de la ESO en el colegio Carmelitas. 

El viernes, uno de los temas de conversación fue el lugar donde vivió Pepita de joven, junto a la plaza del Prado, frente a la casa Curro, uno de los comercios tradicionales de Gandia, que existe todavía y vende sobre todo frutos secos, legumbres y otros productos de alimentación. Sofía, en cambio, nació en Daimús y vive desde hace más de diez años en el barrio de Corea, así que Pepita le hablaba de una ciudad hoy casi desaparecida. Sofía señala que es muy comprensiva con los mayores, porque su abuela tiene párkinson, e incluso tiene una bisabuela. Además a Pepita ya la conocía porque su hijo la llevaba a la cafetería de su madre, algo que sigue haciendo cuando la saca de la residencia para pasear, así que también se ven, de vez en cuando, fuera del centro. 

Lucía, nacida en Barx, y Ana, de Villalonga, J.C.

"No hay que ir hacia atrás ni para coger impulso, hay que ser optimista"

Lucía Camarena, de 74 años, es todo un ejemplo de vida. Nació en Barx, se crió en València y desde los 14 años vive en Gandia. Se casó y tiene dos hijos, y un nieto de 5 años. Superó un cáncer de mama, y hace algo más de un año le dio un ictus que le dejó graves secuelas, sin poder caminar, comer, ni hablar, y con una parte del cuerpo paralizada, pero poco a poco se está recuperando, gracias a su actitud optimista y a los cuidados de los terapeutas de la residencia, donde ingresó hace seis meses. 

«Hay que pensar siempre en positivo, a mí me han enseñado que no hay que ir hacia atrás ni para coger impulso», señala, mientras comenta con orgullo los pequeños grandes avances que va logrando tras el ictus. «Ya me puedo valer por mí misma, estoy súper contenta y aquí todo el mundo me trata de maravilla». 

Es un consejo que escucha su acompañante en esta actividad, Ana Ros, de 14 años, que estudia 3º de ESO en el colegio Santa Ana de Villalonga. Comenta que siempre le han gustado los niños y las personas mayores. «Los mayores, además de compañía, necesitan a los jóvenes para que les cuenten cómo va el mundo ahora», apunta. Lucía añade que hablan «de los estudios y de la vida», pero sobre todo su empeño es enseñar a Ana «a aceptar las adversidades, sin miedo, porque de todo se puede sacar una lección». Ana confiesa que recibe más de la hora que da: «Ya hasta le copio algunas frases que dice». 

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