El contenedor marrón se implanta en la Safor a paso de tortuga

En la comarca hay 13 municipios que no han desplegado todavía la recogida de biorresiduos

Planta de tratamiento de residuos de Guadassuar.

Planta de tratamiento de residuos de Guadassuar. / Levante-EMV

Josep Camacho

El contenedor marrón avanza en la Safor pero a paso tan lento que a algunos ayuntamientos les ha pillado el toro. En enero de este año, según la normativa europea, las entidades locales tenían que haber desplegado ya la recogida selectiva de biorresiduos. Incluso viene llamando a la puerta otro contenedor, el de los residuos textiles, que debería estar en las calles antes de que acabe este año. 

Al cierre del año 2023 había 13 municipios de la Safor-Valldigna que todavía no tenían implantado el contenedor marrón. Son Almoines, Barx, Benifairó de la Valldigna, Beniflà, Daimús, Gandia, Guardamar de la Safor, l’Alqueria de la Comtessa, Miramar, Oliva, Ròtova, Simat de la Valldigna, y Xeresa. En los 18 restantes sí que tienen recogida de la fracción orgánica, si bien en la mayoría de ellos desde hace apenas un año.  

Para muchos alcaldes introducir el contenedor marrón es un «marrón». En primer lugar, porque no es una medida, digamos, muy popular. El argumento que usan muchos vecinos para no separar en origen es que ya pagan una tasa para que otros reciclen. 

Sin embargo, que disminuya ese importe es una labor colectiva, de todos los vecinos del pueblo, ya que se reducirá cuanto más separen, es decir, cuanto menos basura envíen al contenedor genérico, el gris. De ahí que, de entrada, sean necesarias campañas de comunicación para explicar esto a la población. 

Además, introducir el marrón también supone un coste, ya que los contenedores los paga el ayuntamiento y, opcionalmente, hay que contratar a algún educador ambiental para sensibilizar a los habitantes. La Mancomunitat de Municipis de la Safor tiene cinco educadores que se ponen a disposición de los ayuntamientos, y el COR también realiza campañas periódicas. Pero cuanto antes se haga mejor, porque a ello obligan las directivas europeas. 

Por otra parte, desde el punto de vista fiscal, de acuerdo con la misma ley estatal 7/2022, de economía circular, los ayuntamientos tienen un año para separar la tasa de la basura del resto de impuestos. Ya no podrán, por ejemplo, cobrar el coste de la basura dentro del IBI. Y esa tasa variará en función de los residuos que se generen, por lo que no pagará lo mismo una vivienda con una persona, que una familia o un establecimiento hostelero. 

El año pasado apenas se recogieron 100 toneladas de fracción orgánica en los municipios que gestiona el Consorcio de Residuos de la Safor. Por lo que respecta al Consorci de Residus Ribera i Valldigna, sólo Tavernes tiene el llamado quinto contenedor.

Gandia y Oliva se lo están tomando con calma. En el caso de Gandia, el concejal de Servicios Básicos, Jesús Naveiro, explica que en la ciudad «somos 80.000 personas en invierno y muchísimas más durante el verano y logísticamente es una implantación complicada que debemos analizar desde diversos prismas». Otra dificultad, según el edil, es que el COR no tiene una planta cercana para el tratamiento, cosa que encarece el transporte. 

En Oliva hay una nueva contrata de la basura que lo contempla, pero entró en vigor en agosto del año pasado. Por el momento la intención es obligar a los llamados «grandes productores» a separar en cinco tipos; orgánico, desecho, plástico, papel-cartón y vidrio.

En Tavernes hay unos 80 contenedores, repartidos entre el núcleo urbano y la playa, que cada dia recoge la contrata SAV para llevar los restos a la planta de Guadassuar. Llevan casi un año pero todavía no hay datos disponibles. El concejal José Enrique Cuñat asegura que no hay incidencias, pero reconoce que el proceso requiere «mucha pedagogía». 

En Villalonga los datos no están mal, 14 toneladas de fracción orgánica el año pasado. Se introdujo en abril de 2023 y hay 122 contenedores, los más grandes necesitan llave. El edil Rubén Sampablo explica que poco a poco los llevarán también a las urbanizaciones diseminadas. La empresa Joaquín Lerma los recoge dos días a la semana. La basura al contenedor gris ha bajado en cuatro toneladas en 2023 en comparación a 2022. 

El modelo, la Font d'en Carròs

La Font d’en Carròs es, por ahora, el principal referente en la Safor en cuanto a la gestión del contenedor marrón. Los datos avalan la buena marcha de las políticas que ha emprendido el ayuntamiento desde que lo implantó, en diciembre de 2021. El año pasado se recogieron cerca de 27 toneladas, la mayor cifra de la comarca. 

Por una parte, el ayuntamiento tiene contratada a una educadora ambiental, Mónica Cebollada. En los últimos años, bajo el lema «La Font Residu Zero», se han organizado campañas, charlas, repartido kits de reciclaje e incluso puesto en marcha un huerto urbano municipal, en la antigua casa de Ferrer Pastor, que gestionan voluntarios como actividad divulgativa con una compostadora artesanal para el abono. 

De izquierda a derecha la educadora ambiental de la Font d’en Carròs, Mónica Cebollada, con la directora del colegio, Joaquina Barba, y la cocinera, Estela.

De izquierda a derecha la educadora ambiental de la Font d’en Carròs, Mónica Cebollada, con la directora del colegio, Joaquina Barba, y la cocinera, Estela. / Levante-EMV

Unos 800 hogares están adheridos a la separación doméstica de la basura orgánica, lo que supone el 30% de las viviendas del municipio. En el comercio y la hostelería la introducción es más lenta. Actualmente hay tres bares, una floristería y una carnicería. Están en proceso de adaptación tres bares más. En hostelería la cuestión no es sólo tener el contenedor, sino cambiar la manera de trabajar. También se ha sumado la «escoleta» infantil Ninos y el colegio público Francesc Carròs, este último con un contenedor marrón en la cocina. 

Todos los contenedores ubicados en la calle, unos 15, necesitan una llave para abrirlos. «Es la mejor manera para asegurarse de que nadie más tira otros residuos, y es más higiénico porque evita que acudan gatos u otros animales», apunta Mónica Cebollada. 

Por otra parte, en marzo se celebró la cuarta edición del Mercat Allibera’t, una iniciativa que se ideó para fomentar el consumo de proximidad y reducir la generación de residuos.

Todo ello ha logrado que cada año los vecinos de la Font vayan reduciendo los kilos totales que van al contenedor genérico. En 2019 se destinó al reciclaje un 24% y el año pasado la cifra subió tres puntos, al 27%, si bien siguen siendo porcentajes bajos, ya que la Unión Europea marca que para 2035 se debe llegar al 65%. Esto se traducirá en un menor coste en el recibo de la basura, según unos baremos que se ajustan cada año.