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La justicia francesa juzga desde ayer a Thierry Tilly, acusado de haber manipulado a los once miembros de una familia de nobles gala para mantenerles encerrados en un palacete y robarles 4,5 millones de euros. Durante las próximas dos semanas, el Tribunal Correccional de Burdeos examinará si Tilly, de 48 años, desplegó durante años una estrategia para hacer creer a la familia De Vérdrines que era víctima de un complot urdido por masones, rosacruzados (una orden católica secreta) y pedófilos.

Según la acusación, éste habría recibido ayuda de Jacques González, un hombre de 65 años que se hacía pasar por un aristócrata español, supuesto artífice financiero de la trama, acusado de complicidad.

en 1997 a través de un conocido común para ofrecer los servicios de una empresa de limpieza y terminó manteniendo a la familia en régimen de semilibertad, aterrorizada por el supuesto peligro del que les protegía su aliado, según la acusación.

El inculpado, detenido en Suiza en 2009, les hizo creer que trabajaba para una fundación solidaria de Québec o para los servicios secretos, en nómina de la OTAN.

La paranoia que supuestamente logró inspirar en la familia -de la que varios miembros tenían estudios superiores- les llevó a vivir casi encerrados en varias propiedades familiares de Lote-et-Garonne, especialmente en el palacete de Monflanquin (suroeste).

Tilly fue contratado por la familia en 1997 y, poco a poco, se fue ganando a cada uno de los miembros hasta lograr que la familia se fuera en 2008 a Oxford (Reino Unido), donde vivía el acusado. Fue allí donde presuntamente mantuvo a Christine De Védrines privada durante una semana de sueño y alimentos y obligada a permanecer de pie en un taburete, para revelar dónde estaba escondido un supuesto tesoro secreto de la familia.

En 2009, Christine De Védrines regresó a Francia y recurrió a la justicia, que envió a Oxford un equipo de rescate para convencer al resto de la familia de que abandonara al gurú que aparentemente les tenía sometidos. Al llegar a Francia, fueron tratados por una célula de urgencia del hospital de Charles-Perrens especializado en los problemas psiquiátricos.

Tanto Tilly como González niegan los hechos que se les reprochan. Ninguno de los dos sufre problemas mentales.