Por tercera vez en un año, Salva R. L., el asesino confeso del ingeniero de Novelda Antonio Navarro, marido de su amante y coimputada en el crimen, María Jesús M. C., más conocida como Maje, ha sido excarcelado para buscar los wasaps que incriminarían aún más a la enfermera en el diseño y perpetración del asesinato. Y por tercera vez, la policía no ha encontrado ni rastro de las conversaciones que Salva aseguró haber guardado en un correo electrónico cuya existencia reveló hace ahora un año.

Antonio Navarro fue asesinado de ocho cuchilladas en el garaje de su casa, en la calle Calamocha del valenciano barrio de Patraix, a las 7.40 horas del 16 de agosto de 2017. Menos de cinco meses después, el 10 de enero de 2018, el grupo de Homicidios de la Policía Nacional detenía a Salvador y a Maje por su implicación en el asesinato del marido de ella, que pasó a ser conocida como 'la viuda negra de Patraix'.

En la primera declaración de ambos, efectuada ante la Policía, asumieron haber planificado y ejecutado juntos el crimen, pero en cuanto llegaron al juzgado, el 12 de enero de 2018, cambiaron su versión. Así, Salva asumió en solitario no solo la comisión del asesinato, que detalló con todo lujo de pormenores ante el juez de Instrucción número 14, sino que exculpó a Maje, de quien se creía entonces su único amante, de toda implicación incluso en la planificación de la muerte de Antonio.

Y ella, obviamente, echó balones fuera y aseguró que todo había sido obra de Salva. Pero la investigación del grupo de Homicidios acabó revelando que no es que Salva fuese el único amante de la enfermera noveldense, sino que había llegado a compatibilizar encuentros sentimentales y sexuales hasta con cinco hombres distintos. Y que la participación de Maje había sido fundamental, a tenor de los indicios reunidos, para acusarla de la coautoría.

Aún así, Salva se mantuvo firme en la exculpación. Incluso hubo cartas en prisión entre ellos. Pero, pasados los primeros diez meses, conocida públicamente la intensa vida sexual de Maje, tanto en los dos años y medio que compartió relación con Salva incluso cuando ya estaba en prisión, el asesino confeso decidió romper su silencio.

Después de su cumpleaños

Fue hace exactamente un año. Llevaba todo el verano madurando el ultimátum de su hija -su mujer se había divorciado de él al poco de destaparse la trama y la chica siguió yendo a verlo a la cárcel, pero desde mayo le estaba advirtiendo de que cesarían las visitas si mantenía el manto de protección sobre Maje- y, llegado el otoño, tras cumplir en la soledad de su celda los 48 años, conocidos los escarceos de su amante con algún que otro preso, analizada la falta de contacto hacia él y después de pasar el verano en un módulo penitenciario donde empezaron a mofarse de él tras reconocerlo en un programa de televisión, Salva llamó a la puerta del juez.

Anunció que quería cambiar su versión y contar, por primera vez, la verdad sobre la implicación real de Maje en el asesinato de su marido, un ingeniero que había conocido en su pueblo y con el que se había casado en septiembre de 2016, sin que llegaran siquiera al primer aniversario de bodas ya que acabaron con su vida 19 días antes de esa fecha.

Salvador, que pidió declarar solo, sin la presencia de Maje, ante el juez, pudo hacerlo el 9 de noviembre del año pasado. Reveló datos jugosos, como que acordaron que él cambiaría la frase de su estado de Whatsapp para que ella supiese en qué momento exacto había consumado el crimen sin necesidad de llamarse entre sí, o que fue ella quien le advirtió con un wasap la noche anterior al asesinato que esa debía ser la fecha, ya que había logrado que Antonio estacionase en el garaje, algo imprescindible para situar a la víctima en el punto ideado para su muerte.

También que ella le había procurado la copia de las llaves del garaje. Pero, sobre todo, aseguró que disponía de una copia de las conversaciones de Whatsapp que ambos habían mantenido en los meses previos al crimen y en las que, según él, quedaba clara la participación de Maje y su papel de inductora y planificadora de los detalles. Ese día facilitó al juez la contraseña para acceder al correo electrónico, desconocido para los investigadores, en el que supuestamente había guardado esa conversación antes de borrarla del móvil.

Expertos en informática forense de la Policía Nacional iniciaron la búsqueda. Encontraron copias de todos los años, pero no del 2017. En diciembre, lo excarcelaron por primera vez y, en su presencia, rastrearon de nuevo esa cuenta de correo en las instalaciones de la brigada de Policía Científica. No hallaron nada.

El trámite se repitió antes del verano pasado, con idéntico resultado. En septiembre, la abogada de Salva volvió a solicitar un nuevo rastreo, esta vez en la nube del proveedor de correo electrónico. La fecha fijada para la tercera excarcelación fue ayer, a las 11.00 horas. Con la comisión judicial presente, los analistas policiales buscar, una vez más, en esa nube. En menos de una hora, la diligencia se dio por finalizada sin que apareciese ni una sola de las conversaciones con Maje. Así las cosas, a las doce en punto Salva volvió, esposado y en un coche policial, a los calabozos de la Ciudad de la Justicia, desde donde regresó a prisión.