Agentes del grupo de Homicidios de la Guardia Civil de València han detenido a un joven de un país del Este como presunto autor del asesinato de Manolo Tamarit Llopis, el hombre de 92 años asfixiado en Albal en enero pasado, tras una compleja investigación desarrollada durante nueve meses en la que la que han tenido que descartar a otros posibles candidatos, una vez establecido que el crimen guardaba relación con los servicios sexuales que la víctima solía contratar.

Además del supuesto autor material, los agentes han detenido a dos amigos suyos, acusados de haber encubierto el asesinato y de darle cobertura para eludir la acción de la Justicia. Los tres fueron arrestados el pasado domingo y ayer permanecían en distintos calabozos de la Comandancia de València, a la espera de que la jueza de Instrucción número 3 de Catarroja, que lleva el caso, reciba a los detenidos y el atestado donde figuran las evidencias reunidas contra ellos por los investigadores.

Según la información a la que ha tenido acceso Levante-EMV, los tres habrían sido clientes de la víctima, a quien todos conocían en Albal con el sobrenombre familiar de «el Boñigo», pero solo uno de ellos habría participado directamente en el asesinato.

Tal como adelantó en su momento este diario, Tamarit fue estrangulado y tenía, además, varias costillas fracturadas por la presión ejercida por su asesino con las rodillas en el momento de asfixiarlo con las manos.

Rociado con cinco litros de aceite

Además, los forenses apreciaron un golpe en la ceja y en la nariz, posiblemente propinados por el homicida.

Tras matarlo, el autor del crimen vertió sobre el cadáver de Manolo cinco litros de aceite de oliva virgen y acabó arrojando las cinco botellas de plástico sobre el cuerpo, en un acto de humillación que ha llevado a pensar a los investigadores en que el móvil es la venganza personal, relacionada con los servicios sexuales que tanto el principal acusado como los otros dos detenidos le habían prestado al anciano en distintos momentos.

De hecho, cuando se produjo el asesinato, hacía meses que no habían mantenido encuentros sexuales pagados con Tamarit. Ni ellos, ni otros jóvenes a los que había contratado en ocasiones con el mismo fin.

Tras el asesinato, vecinos, allegados y conocidos de Manolo, a quien describieron como «una buena persona que nunca se metía con nadie», fueron tajantes al advertir que «hacía mucho tiempo que no iban chicos a su casa. El hombre ya no mantenía relaciones sexuales con desconocidos».

Desde el primer momento, el grupo de Homicidios de la Guardia Civil de València tenía claro que no se enfrentaba a un asesinato motivado por un robo y que la víctima conocía lo suficiente a su verdugo como para facilitarle la entrada en el domicilio.

La deducción estaba basada en que no habría rastros de forzamiento ni en la puerta de entrada a la vivienda, ubicada en el número 9 de la calle Maestro Serrano de Albal, ni en ninguna de las ventanas, por lo que el ladrón ni había violentado el acceso principal ni se había colado por ningún otro sitio.

Tampoco había señales de registro y, sobre todo, no faltaba ni dinero ni objetos de valor en la casa que hablasen de la presencia de un ladrón.

Así las cosas, las sospechas se dirigieron hacia los prostitutos que Manolo solía contratar hasta unos meses antes de su asesinato. Sin embargo, no era fácil, ya que eran varios los jóvenes con los que había mantenido relaciones sexuales pagadas y la inspección ocular realizada por el laboratorio de Criminalística no aportó, al parecer, evidencias claras para identificar al autor, entre otras razones porque éste limpió a fondo la casa para borrar todo posible vestigio suyo en la escena del crimen.

El asesinato fue descubierto a las 9.30 del día 1 de febrero por una sobrina de Manolo Tamarit, que acudió a la casa alarmada porque no le cogía el teléfono. Según los forenses, la muerte, con un fuerte componente de odio, se habría producido al menos 24 horas antes, en la madrugada del 30 de enero. Ahora, sus presuntos responsables han sido detenidos.